No descubro nada si asevero que el comportamiento del perro y el gato son totalmente diferentes. De hecho, saberlo es clave al optar por convivir con una u otra especie. Enfocándonos sólo en la conducta de eliminación –o sea orinar y defecar–, el gato se destaca. Al mes de vida instintivamente saben que deben tapar la evidencia, y no suelen hacerlo en cualquier lado, como sí lo puede hacer un perro. Dentro de las colonias, se ha visto que los gatos tapan sus desechos, pero en los límites territoriales no siempre lo hacen. Esta diferencia según el lugar hace pensar que cuando eliminan próximos al grupo, lo tapan con la idea de controlar posibles infecciones parasitarias. Usan tierra, arena o cualquier material suelto, y se cree que esto tiene un cometido sanitario. Cuando lo hacen en los límites territoriales y dejan a simple vista lo eliminado, el propósito es informar a eventuales intrusos de su presencia.

Sin embargo, cuando convivimos con gatos podemos tener problemas de eliminación. Esto es, defecan y/u orinan fuera de la bandeja sanitaria o el lugar destinado a eso. Veamos algunas causas.

Si el gato nunca utilizó la bandeja sanitaria, quizás el problema esté en el aprendizaje.

Si ya tenía claro cuál era el lugar adecuado y ahora ha dejado de hacerlo, pudo haber experimentado situaciones ingratas mientras usaba la bandeja. Por ejemplo, si está ubicada cerca del lavarropas, el animal puede asociar ruidos que lo asusten con el lugar y elegir otros más tranquilos. Del mismo modo, si padece una enfermedad urológica que genere molestias, también la asociará con la bandeja y buscará alternativas.

Que los dueños no cambien frecuentemente las piedritas puede ocasionar en ellos un rechazo. Del mismo modo, si el gato transcurre alguna enfermedad que derive en un aumento de las deposiciones y, por lo tanto, en una necesidad de limpieza más frecuente que la normal, también le puede generar aversión.

A la inversa, la limpieza con sustancias para minimizar los olores puede no ser del agrado del gato y lo puede llevar a rechaza el lugar destinado a eliminar.

Situaciones que generen estrés o ansiedad, como nuevos integrantes en la familia, ya sean animales o personas, o cambios de rutina, pueden provocar que comiencen a depositar excrementos en varios sitios de la casa buscando marcar, a través de feromonas presentes en la orina y la materia fecal, el territorio que nota alterado.

El cambio de bandeja, que trae consigo una alteración en la forma, tamaño o material de fabricación, puede ser razón suficiente para optar por otro lugar. Del mismo modo puede suceder con el cambio de piedritas. Por ejemplo, los gatos de pelo largo suelen tener problemas a la hora de tapar sus deposiciones cuando el sustrato (las piedritas) se les adhiere a los pelos de las patas, y entonces rechazarlo.

El cambio de ubicación de la bandeja puede ser otra causa, si está en un lugar demasiado alejado de los campos territoriales del gato, como la planta alta de una casa, el galpón, el lavadero.

Si las alternativas mencionadas fueron contempladas y el problema sigue, quizás la clave esté en el desarrollo de preferencias por un tipo específico de zona o superficie a eliminar. Alfombras, sillones y rincones pueden ser las víctimas de esa conducta. Se debe a que, en condiciones naturales, los gatos tienen una gran variedad de opciones para tapar sus desechos, así como múltiples lugares que, en condiciones domésticas, dejan de ser alternativas reales. Para concluir en que el problema es este y no otro, debemos conocer sus signos:

» Evidencia de orina y/o materia fecal fuera de la bandeja sanitaria, en distintos lugares, pero siempre sobre superficies horizontales. La bandeja de deposiciones se encuentra sin utilizar, salvo en los casos en que el asunto es únicamente con la materia fecal y utiliza la bandeja para orinar o a la inversa.

» Las enfermedades del tracto urinario bajo comparten ciertas similitudes con la eliminación inadecuada de origen puramente comportamental, pero son mucho más frecuentes. Deben ser evaluadas y descartadas por un profesional veterinario.

Tratamiento

Si se logra concluir en que el problema es el lugar, debemos brindarle dos o tres opciones más con el fin de que opte por la más conveniente. Lo mismo corre para el tipo de bandeja o de piedritas: podemos colocar distintas bandejas con diferentes piedritas, esperar para ver cuál elige y pasar a ofrecerle únicamente la de su agrado.

Si el factor determinante es la frecuencia con que se debe limpiar la bandeja, algunos consejos: todos los días se debe desechar la parte que se ensució y cambiar por completo las piedras una vez por semana. El lavado total de la bandeja puede realizarse más o menos dos veces al mes y, tras ser enjuagada, se deberá dejar que se seque al sol antes de colocar las nuevas piedritas.

Si utiliza la tierra de las macetas para tapar las deposiciones, lo ideal es colocar piedras tipo cantos rodados, para que se vea imposibilitado de acceder a material suelto y próximo al lugar, y colocar una bandeja sanitaria para que redirija su interés hacia ella.

Una vez barajadas las alternativas, podemos hacer las zonas donde elimina poco interesantes cubriéndolas con papel aluminio, poniendo cinta adhesiva con la superficie pegajosa hacia arriba o colocando el plato de comida allí.

Cuando el problema se debe a situaciones provocadas por estrés o ansiedad, los cambios ambientales deben ir acompañados de tratamiento médico. Por lo tanto, cualquiera sea la causa, la consulta veterinaria es necesaria.