“Si el entorno es accesible, la discapacidad se minimiza y la persona se puede manejar con mayor autonomía”, dice María Mónica del Campo, cofundadora de la consultora y agencia de accesibilidad Umuntu. Esa frase condensa más de un problema, porque sabe que las actuales condiciones de comunicación virtual, exacerbadas por la pandemia, “también pueden constituir una brecha digital” que trasciende la limitante motriz.
El proyecto que vienen de presentar es el resultado de una alianza entre Clever, productora de streaming de eventos, con Umuntu. “Es el primer sistema de accesibilidad integral de eventos virtuales. Permite que las diferentes instancias virtuales (eventos, charlas, conferencias, reuniones de trabajo, entrevistas y cursos, entre otros) cuenten con las herramientas de accesibilidad necesarias”, resume. El servicio contempla accesibilidad digital, subtitulado e intérprete de lengua de señas en diferentes idiomas y un canal de audiodescripción para personas con discapacidad visual, así como accesibilidad de otros contenidos.
Adecuar el entorno
“Frente a esta situación de pandemia, nos fuimos replegando del mundo físico y nos desplegamos en el mundo virtual, y de alguna manera esto viene para quedarse. Entonces empezamos a tener, como nunca, reuniones, webinars, capacitaciones, seminarios, todo online”, agrega Del Campo. Hace más de dos años que la empresa promueve derribar barreras en diferentes ámbitos, subraya, y si algo buscaban era que la virtualiad fuera inclusiva: “lo que no queríamos es que esta ´nueva normalidad` trajera aparejadas nuevas barreras. Increíblemente, al primer evento que hicimos de capacitación, Marketers, fueron casi veinte personas con discapacidad y fue la primera vez que hubo intérpretes de lengua de señas”.
Del Campo citó otras instancias, como la Tercera Cumbre Iberoamericana de Turismo Accesible, organizada el año pasado. “Cuando ponías el traductor de idioma, elegías el canal y tenías el audiodescriptor, mostrando la información visual relevante. Si te la perdés, perdés datos, y de verdad que no nos damos cuenta, pero es mucho”.
Umuntu cuenta además con un socio en España, Ilunion, que es parte de Fundación Once, grupo experto en accesibilidad tecnológica para apps y webs. “Venimos desde diferentes carriles trabajando para que las personas con discapacidad puedan compartir las mismas experiencias que los demás, siendo parte: hicimos desde una cata de vinos hasta la inauguración del Antel Arena. ¿Qué pasa en una empresa si llega una persona con TEA, cómo debe ser atendido? Trabajamos con arquitectos pero también apuntamos a que el entorno digital sea accesible. Hemos tratado en casi tres años de ser solucionadores, porque se desconoce el tema”, apunta la consultada.
Umuntu interviene con este nuevo sistema “en este caso, en el que la digitalización ya no es una opción sino el único canal, viendo qué permite a las personas con discapacidad. Si es el área visual, puede recurrir a los lectores de pantalla para que le transmita en un audio lo que aparece. Nos ha pasado con alguien de nuestro equipo que no pudo ni siquiera poner el ID de un webinar. Además la intérprete de lengua de señas está siempre en un tamaño acorde, eso es importante porque en alguna plataformas, cuando las pasás por el video de una red social, te elige una pantalla, y el intérprete se pierde. Aquí detrás hay un operador de cámara que va a estar eligiendo qué toma tener. De la misma forma se puede adaptar el subtitulado en vivo. Es importante, por ejemplo, para un hipoacúsico que no conoce la lengua de señas, o personas con déficit atencional o alguien que haya quedado sordo de adulto, que no domina la lengua de señas”.
Tender puentes
¿Es igualador el mundo digital o es una falsa premisa? “Para algún tipo de discapacidad, sí lo es. Para la motriz mayoritariamente. Si la discapacidad es severa y tiene dificultades para el uso del mouse, ya estamos en otra dimensión”. Por otro lado está lo que se supone accesible pero en los hechos no lo es. “Hay eventos a los que la gente no se anima a ir porque no tiene garantizada la accesibilidad a los baños, el estacionamiento, la entrada, el ancho de los pasillos. Hay muchas cosas que hay que tener en cuenta”, dice Del Campo. “Normalmente la gente te dice 'acá no vienen personas con discapacidad' y la verdad es que están generando profecías autocumplidas, porque no se prevén los elementos de accesibilidad necesarios para garantizar que la persona pueda hacer uso de ese espacio o de esa experiencia en iguales condiciones que el resto. Si no te sentís invitado a un lugar, no vas. Entonces quedan invisibilizados. Tenemos la responsabilidad de empezar a cambiar esa realidad, porque hay un 15% de la población uruguaya que tiene algún tipo de discapacidad”.
La organización utiliza a menudo la metáfora de la “rampa digital”. Hay que considerar que el público puede ser heterogéneo y ver qué se puede hacer para que más allá de sus capacidades puedan acceder a la información. “Así como en el mundo físico la rampa hace que el impacto de tu discapacidad sea menor, en el virtual hay determinados elementos de accesibilidad que hay que considerar”, apunta Del Campo.