Estambul tiene una historia bastante movidita: el propio Napoleón Bonaparte alguna vez dijo que si la Tierra fuese un solo Estado, Estambul sería su capital. Es que ha sido parte de imperios como el romano, el bizantino, el latino y el otomano. Por si fuera poco, tiene la cualidad de ser una urbe transcontinental con más de 15 millones de habitantes. Pero si ponemos en contexto esta ciudad es porque en ella hay una estatua que dista bastante de ese arraigado perfil.

En el barrio de Ziverbey, un gato apodado Tombili –término utilizado para referirse a las mascotas con sobrepeso– diariamente vagaba por las calles y de tanto ir y venir se fue ganando el cariño de los vecinos. Aunque contaba con un responsable, Yakup Yükseler, rápidamente llamaba la atención de los que intentaban interactuar con él, ya que, en vez de demostrar algún comportamiento agresivo, simplemente los miraba de costado y se echaba en poses que indicaban no sólo cierto relax, sino goce.

Con el tiempo, el gato comenzó a vivir en la calle durante el día gracias a que la gente regularmente le ofrecía ofrendas culinarias muy variadas, y de noche volvía a descansar a su casa. Tal rutina hizo que el animal comenzara a exhibir un aspecto un tanto robusto, que sería fundamental para su salto a la fama. Durante varios años la rutina de Tombili fue básicamente la misma. Pero un día su responsable decidió retratar la peculiar forma que utilizaba para descansar: se apoyaba en la vereda, como cualquier cristiano en la barra de un bar, contemplando la rutina citadina sin alterarse en lo más mínimo. Tras publicar aquella imagen en las redes, el gato se convirtió en una estrella que trascendió su zona de influencia: en toda la ciudad, desde entonces, pasó a ser conocido como el gato callejero más vago del mundo.

En agosto de 2016 Tombili murió, según parece, producto de una extraña enfermedad, y su deceso fue rápidamente anunciado con carteles colocados en los postes de la calle Güleç Çıkmazı, área que frecuentaba el felino. En estos se informaba lo sucedido, y junto a una foto suya podía leerse “vivirás en nuestros corazones”.

Pero el famoso gato canchero merecía su reconocimiento, ya que gracias a las inusuales fotos que se hicieron virales el barrio se colocó en la agenda turística de residentes y extranjeros, que comenzaron a concurrir a la calle donde este valor pasaba las tardes. No es un mérito menor, si hablamos de la inmensidad de sitios históricos y culturales que la ciudad tiene para ofrecer.

Así, Anadolu Kedisi, una página de Facebook que publica videos, historias y demás cuestiones sobre el mundo felino que cuenta con más de 32 millones de seguidores, abrió, a pedido de los vecinos, una petición en Change.org para solicitar la construcción de una estatua en honor a Tombili. En pocos días se logró reunir más de 17.000 firmas, y se logró el objetivo.

La asociación de animales Anatolian Cat y su dueño contrataron los servicios del escultor turco Seval Sahin para confeccionar una estatua de bronce, tamaño real, emulando su clásica postura: acodado al cordón de la vereda. Fue ubicada en el mismo lugar donde se tomó la foto original que catapultó a la fama al peculiar gato turco.

Con la presencia del alcalde del distrito de Kadikoy y bajo la atenta mirada de miles de personas, la estatua fue inaugurada el 4 de octubre, Día del Animal. “La mascota de nuestra calle, el querido Tombili, perdió su lucha después de un mes y cerró los ojos en agosto. Para nosotros sigue vivo”, sostiene la placa.

A partir de entonces, turistas y vecinos se arriman diariamente a conocer la historia y honrar su memoria dejando junto a la estatua bebidas y comida a modo de ofrenda, y además, también hay que decirlo, el lugar se ha convertido en un punto de reunión, más o menos como pasa en Montevideo con la Torre de los Homenajes del estadio Centenario.