Mientras que Arbolado Central organiza la poda en avenidas, cada uno de los ocho municipios capitalinos administra el mantenimiento de los árboles de su zona. En general, el período de poda en veredas se extiende entre abril y agosto, de acuerdo a la caída de las hojas, y se van marcando áreas de trabajo por barrios. “Dentro del municipio D, donde tenemos muchas subzonas, la idea es pasar aproximadamente cada cuatro años por el mismo lugar”, explica Gabriela Grille, la ingeniera agrónoma a cargo de esa jurisdicción.

No es cuestión de que la cuadrilla repita la visita anualmente. “Primero, el árbol no lo necesita, y si quisiéramos hacer eso, tampoco tendríamos el presupuesto”, enfatizó. El tratamiento que recibe cada ejemplar depende de su especie y de cómo se lo observe. Lo habitual, indicó la experta, es hacer una poda correctiva, liviana, que apunta a despejar la base, el follaje medio, manteniendo la altura, de forma de evitar que el árbol interfiera, por ejemplo, con cables, luces de alumbrado, cercas eléctricas o azoteas. Otros cortes, ya en altura, se aplican a árboles que cobraron gran dimensión. Estos servicios suelen ser licitados entre empresas del rubro, a quienes se les entregan planillas con la información relevada (poda, poda correctiva, poda de formación, tala, extracción).

“En general, en los árboles de especies caducas, que es lo que más tenemos en las calles, se hace en ese período”, continúa explicando Grille. “Hay otro tipo de árboles, las tipas, que se podan en setiembre-octubre, porque pierden la hoja en ese momento, en alrededor de un mes, y después están con hojas prácticamente todo el año. La gente a veces no lo entiende, porque no sabe que el árbol tiene ese característica, es semipersistente”. Por eso las calles con alineación de tipas tienden a ser sombrías.

En ese sentido, las actitudes de los vecinos son diversas, detalla la técnica: “Es muy común que la gente no quiera tener un árbol en la puerta, porque le genera follaje, y hay otra que prácticamente no quiere que se lo toquen. Hay una variedad de opiniones, y cuando se hace la poda, que hay gente que no la comparte, es porque el árbol tiene un porte muy grande y es una forma de achicar la copa”.

“No es que el árbol, por su fisiología, necesite poda, sino que se realiza para resolver problemas que se generan en su convivencia en la ciudad”, aclaró Grille. “Si estuvieran en espacios más amplios, como parques, tal vez la poda no sería necesaria porque no ocasionaría ningún problema, o tal vez de vez en cuando sólo habría que sacar ramas secas o en mal estado”.

Especies frecuentes y adecuadas

En el caso del municipio D predominan los paraísos, los fresnos, los arces, los plátanos y las tipas. En total hay aproximadamente 2.500 árboles y este año las tareas abarcarán Cerrito de la Victoria y Aires Puros, correspondientes al CCZ 11 y Piedras Blancas en el CCZ 10.

En promedio, se trata de árboles con muchos años, en el entorno de los 70 o más. Un árbol viejo puede presentar problemas sanitarios, como el llamado taladro, una clase de coleóptero cuya larva construye galerías dentro de la madera, lo que debilita al ejemplar. El fresno, un árbol que no tiene ese trastorno, es sin embargo sensible a los cortes y a los temporales: su madera, que no es demasiado dura, se empieza a pudrir y se ahueca. “Y los plátanos, que la gente no los quiere por la pelusa, son árboles con muy pocos problemas sanitarios. Es una especie con uno de los mejores desempeños en las calles. No tiene caída de ramas, no tiene problemas en el fuste, además de la belleza. Tiene excelentes condiciones para la ciudad, que es un medio bastante hostil para los árboles”, señaló la ingeniera agrónoma.

Por eso, al mismo tiempo se han ido buscando otras especies para obtener una mayor diversidad en el arbolado, dentro de las cuales hay exóticas y nativas, que se plantan en calles que nunca fueron plantadas o con poco arbolado y en lugares donde se extrajeron árboles en poda masiva. En avenida Garzón, a la altura de Lezica y Colón, puede detectarse una de las nuevas, la Koelreuteria paniculata, una especie de un porte similar al paraíso, y con la ventaja de dar una flor como peñachos amarillos (se lo conoce como “árbol de los farolitos”), además de una fructificación que se ve en el otoño, dentro de un mes, como cápsulas rosadas.


Artistes

Lxs artistas no hacemos obras. Inventamos prácticas, una nueva publicación de Silvio Lang “sobre la práctica artística como potencia de atravesamiento, disputa y sublevación a las formas de vida capitalistas y neoliberales contemporáneas”, será presentado hoy a las 19.00 en Casa O, Galería Internacional (Plaza Cagancha 1387, local 1). El lanzamiento será acompañado por lecturas a cargo de Rodolfo Opazo, Vera Garat y Santiago Turenne, entre otros.

Ilustrados

Mañana a partir de las 18.00 vuelve a abrir sus puertas el Mercadito de Ilustración (Tomás Giribaldi 2278), esta vez con una exposición de Daniela Beracochea, Lobas. Esta muestra de originales y procesos servirá para conocer de cerca la obra de esta talentosa ilustradora uruguaya, entre otros objetos para curiosear y comprar.

Guiados

El sábado de 16.00 a 18.00 habrá un nuevo encuentro con el artista Fernando Sicco, en el museo Blanes (Millán 4015), para recorrer su exposición El vientre del escarabajo/cuestión de escalas en la sala María Freire. La intención es explicarle al público la construcción de este proyecto iniciado en 2014 con el uso de un quitapelusas doméstico y la fascinación por las capas textiles generadas en su interior, con el deseo de hacer arte a partir del desecho, de rescatar belleza inadvertida. Tras dos versiones anteriores con desarrollos conceptuales diferentes, ahora la muestra se despliega utilizando fotografía, video, sublimación en tela y apropiación de vestuario de personajes de obras de Blanes.