Esta semana se llevó a cabo una audiencia pública sobre el inventario patrimonial del Centro y áreas de proximidad. La Unidad de Patrimonio de la Intendencia de Montevideo (IM) relevó cerca de 9.000 padrones con el fin de otorgar un grado de valor patrimonial a cada inmueble y permitir a propietarios, inquilinos, vendedores y compradores saber qué tipos de acciones pueden ejecutar en la edificación según su categorización. En grados altos de protección, los mecanismos vigentes comprenden la exoneración de la contribución inmobiliaria anual, así como préstamos blandos para la mejora de fachadas, por citar dos. Se está trabajando en otros mecanismos que estimulen su debido mantenimiento.

La instancia que sigue es elevar el inventario patrimonial Centro-Cordón a la Junta Departamental. Hasta el momento no existía un recuento de este tipo en esos barrios; había eventualmente una identificación de ciertos bienes de valor.

Para conocer los antecedentes de este proceso hay que remontarse a 2019, cuando hubo una serie de protestas referidas a demoliciones de edificios, en particular en el Centro. El director del Departamento de Planificación de la IM, Luis Oreggioni, repasa para la diaria aquella situación: “En ese momento el intendente era Christian Di Candia y desde el Departamento de Planificación se promovió un régimen cautelar sobre un área muy grande de la ciudad, como es sobre todo la que comprende el Centro y el Cordón. Se proponía así tener un inventario de protección patrimonial y algunas reglas urbanísticas nuevas”.

Durante esa “puesta en pausa”, es decir, en vigencia de la cautela (2019-2021), se realizó el trabajo, que llevó dos años, y a fines de 2021 se puso de manifiesto la primera versión de documentos. A partir de entonces, se le dio difusión y hubo una serie de interacciones con actores de la sociedad civil, concejos vecinales, concejo municipal y diferentes figuras vinculadas al tema urbano para recibir devoluciones que derivaron en un último conjunto de documentos. Cumpliendo los pasos que establece la Ley de Ordenamiento Territorial, como última instancia, se llevó a cabo una audiencia pública el martes pasado, proceso que finaliza al remitir a consideración de la Junta Departamental el inventario.

“Es imposible que la ciudad esté completamente protegida”, señala Oreggioni, en referencia a las distintas sensibilidades. “La protección patrimonial se genera a partir de acuerdos que tienen que ver con la cultura urbanística, la disciplina y la academia ven aquellas cuestiones que han de protegerse y se encuentran ámbitos donde realizarlo, ya sea que haya un edificio significativo que tiene una protección, en el caso del régimen nacional, de monumento histórico, o en el caso del régimen departamental, de interés departamental. Es muy frecuente en Montevideo. El proceso empezó en la Ciudad Vieja a comienzos de la década de 1980, luego se hicieron varias ediciones de inventario patrimonial. Ahora estamos en proceso de formular una nueva edición, y hay un conjunto de áreas patrimoniales en la ciudad. Después de la Ciudad Vieja se fueron agregando Pocitos, Prado, Carrasco-Punta Gorda, Peñarol, Colón..., y ahora el Centro y el Cordón, que es la zona mayor. Se estudiaron cerca de 9.000 padrones, de los cuales en el entorno de la mitad cuenta con algún tipo de protección patrimonial”. La lista incluye monumentos históricos, edificios públicos y viviendas, así como propiedades horizontales.

Escalas e instrumentos

Como indica el arquitecto, los modos de protección son cada vez más sofisticados: “En la época del primer inventario de la Ciudad Vieja y en algunos posteriores, se valoraban exclusivamente las construcciones; una a una, se consideraba desde el grado cero –de ningún interés– al grado cuatro –protección integral–. Luego se incorporaron especies vegetales, jardines y conjuntos de ese tipo, y actualmente hay una serie de figuras que tiene que ver no sólo con mirar los edificios individualmente sino, por ejemplo, con encontrar un tramo, una calle a lo largo de unas cuadras, o un pequeño sector que tiene que ser protegido porque presenta valores singulares”. Junto a esas nuevas consideraciones aparecen otras reglas urbanísticas que tienden al cuidado y al desarrollo de la ciudad.

“Acá hay una política pública, que es la protección de los intereses de todos los ciudadanos y ciudadanas a partir de una visión urbana que la IM se plantea y va plasmando en criterios de valoración patrimonial y de cuidado. Y hay una serie de particulares que tienen visiones encontradas. Por ejemplo, si pensamos en el ámbito de lo vecinal, de las organizaciones sociales barriales, hay cierta preocupación porque en el área está habiendo procesos de transformación fuertes –edificios que sustituyen casas antiguas–; en buena parte de esta zona rige la Ley de Vivienda Promovida y es un sector donde ha habido muchos proyectos de ese tipo. Eso ha consolidado una tendencia. Generó la presión de demoliciones, y la protección tiende a decir que siga habiendo edificios pero en lugares donde hay construcciones de baja calidad, que tienen baja valoración, y no donde hay edificios o conjuntos urbanos relevantes. O sí, donde los hay, pero también sustituyendo edificios de poco interés”. En ese sentido, Oreggioni expone un par de ejemplos que apuntan a mejorar además la calidad de los espacios comunes: “En general, en la mayor parte de la zona, la altura que estaba permitida para edificar era de 27 metros (nueve niveles); hay algunos tramos singulares donde se procura mantener una escala distinta, como la calle Uruguay, desde Avenida del Libertador hacia la Ciudad Vieja. Ahí la altura permitida bajó. Otro lugar interesante donde cambian los criterios vigentes es el triángulo que comprende Rodó y Constituyente hasta la calle Jackson, aproximadamente, donde las calles se estrechan y tienen un ancho similar al de la Ciudad Vieja. Allí nos propusimos disminuir significativamente la altura de la edificación a 11 metros”. Más adelante se intentará trabajar sobre la circulación vehicular en esa zona en concreto y mejorar el dominio peatonal con el ensanchamiento de veredas.

“Tenemos una hermosa herencia que tenemos que cuidar”, señala Oreggioni. “Cuando se hace un inventario, se hacen guías y se difunde la arquitectura, se ayuda a entender y a valorar la ciudad que tenemos, que no sólo sea una carga. Nos interesa también aprender a convivir con eso”.