El quinto título de la colección Gelatina y Plata, que fue creada en 2012 para difundir el acervo histórico del Centro de Fotografía (CdF), está en la calle. Sumando sus distintos títulos, el CdF viene haciendo circular más de 9.000 ejemplares sobre la capital. Llegó el turno de Plazas y parques de Montevideo. Una ciudad diseñada para disfrutar. “En este caso, como hicimos con el número anterior, que fue Montevideo en Carnaval, tratamos de hacer cortes del archivo que nos permitan tener una lectura más transversal de la ciudad que otras temáticas acotadas geográficamente”, explica Gabriel García, encargado de la gestión de los archivos fotográficos del CdF. “El primer libro de la colección fue Ciudad Vieja. Lo perdido, lo conservado y lo transformado, donde nos ceñíamos a ese barrio, y esta última decisión, abordar las plazas y parques de Montevideo, responde, por un lado, a esa línea que nos permita desplegarnos en distintas partes del departamento y, por otro, a que cuando analizamos el contenido de las series contemporáneas, compuesto por más de 30.000 imágenes, en su gran mayoría en placas de gelatina y plata sobre vidrio, plazas, parques y espacios públicos en general están sumamente presentes”. El responsable de los archivos asegura que en ese registro se podría incluir las playas, de las que hay abundante material. Emerge especialmente “toda esa creación de los grandes pulmones verdes de la ciudad, pero también el registro de pequeñas plazas fuera de la zona céntrica”, adelanta. La suma de esas dos líneas hizo que definieran este nuevo volumen.

En cuanto al proceso de trabajo, García indicó que invitaron a esta edición, costumbre ya implementada en proyectos pasados, a una persona que provenga del área registrada. Esta vez convocaron al arquitecto Daniel de León, con quien el CdF organizó previamente otras actividades, quien junto al fotógrafo Andrés Cribari y al propio García acometió la tarea de seleccionar las 124 fotografías que integran esta publicación. Con ese objetivo partieron de la totalidad del acervo; esto significa que visionaron las copias digitales que el CdF viene haciendo de los 87 álbumes que contienen las más de 30.000 imágenes. “Quiere decir que cada vez que nosotros hacemos un libro de la colección Gelatina y Plata volvemos a darle una mirada exhaustiva a la totalidad del grupo de series históricas, en busca de imágenes que por ahí no tuvimos en cuenta en proyectos anteriores, pero que tienen que ver con lo que estamos trabajando”, cuenta el entrevistado.

En términos generales, si bien por una cuestión de practicidad primero revisan las copias positivas, tarde o temprano van a terminar buscando esas placas y digitalizándolas para el libro. Según revela García, la gran mayoría está en muy buen estado de conservación: “Incluimos las últimas imágenes que estamos procesando, así que este libro está bastante a la par de lo nuevo que vamos incorporando a este grupo. Quiere decir que seguimos trabajando en ese acervo y seguimos encontrando material”.

En equipo

De León, Cribari y García hicieron entonces una primera selección de aproximadamente 2.000 fotografías. “Ahí empezamos a tener bastante claro hacia dónde íbamos. Fue decantando finalmente la idea de plazas y parques, en una segunda instancia fuimos bajando ese número a cerca de 500 fotografías y luego eso se redujo a la cantidad final”, repasa. Las 124 fotos seleccionadas muestran la evolución de esos espacios públicos a lo largo de 101 años: la primera fotografía que figura allí retrata la avenida 18 de Julio antes de la construcción de la plaza Cagancha, en una imagen que data de 1865, en tanto que la última en términos cronológicos es una imagen de la actual peatonal Sarandí, en una toma nocturna fechada en 1966.

El texto refleja que a mediados de la década de 1910 la Oficina Municipal de Propaganda e Informaciones, antecesora de la División de Información y Comunicación de la Intendencia de Montevideo contrató en primer lugar a dos fotógrafos: Isidoro Damonte y Carlos Ángel Carmona. Lo interesante es que ellos incorporaron imágenes anteriores a su época, puesto que hicieron reproducciones de copias ajenas, como la que muestra la plaza Cagancha en 1865.

Inauguración del Pabellón de la Música del Parque Rodó, 11 de octubre de 1931.
Foto: Fotógrafos municipales, Centro de Fotografía

Inauguración del Pabellón de la Música del Parque Rodó, 11 de octubre de 1931. Foto: Fotógrafos municipales, Centro de Fotografía

Luego el Grupo de Series Históricas se fue ampliando sobre la base del registro de muchos fotógrafos que siguieron incorporándose a esa repartición. Si bien la lista es larga, por medio del área de investigación del CdF, tomando en cuenta el legajo de personal, entre otros insumos, llegaron a varios nombres. “En la mayoría de los casos no está asignada la autoría de las imágenes. Esa era una práctica bastante habitual en la época. Recién entrada la década de 1940, al menos en nuestro archivo, empiezan a aparecer algunos sobres con los nombres de los fotógrafos”, observa García. Por eso los datos de autor aumentan a medida que se pasan las páginas del libro.

El proyecto involucra a varias áreas del CdF y se nutre además de aportes externos. A eso apuntó justamente la invitación al arquitecto De León, ya que el equipo quería dejar constancia de la utilización del espacio público. En ese sentido, salta a la vista como una curiosidad la publicidad en la Plaza Cagancha de la película El fantasma gris, con un cartel y un par de figuras con túnicas con forma de pico en la cabeza.

Por otro lado, queda en evidencia en este trabajo que más de un siglo atrás, de algún modo, se estaba diseñando a escala de la ciudad del futuro. “Un punto que aprendí en este trabajo es que si miramos estos espacios –me refiero al Prado, al parque Rodó y al parque de los Aliados–, fueron proyectados pensando en un Montevideo mucho más habitado de lo que era en esa época. Fueron construidos en muchos casos cuando la ciudad tenía aproximadamente 300.000 habitantes, pero diseñados para ‘abastecer’ a una población de aproximadamente 1.500.000, como tenemos ahora. Por eso los vemos totalmente vigentes desde el punto de vista del diseño. Siguen cumpliendo esa función: pasar el día, hacer picnic, deporte, jugar... Verlos llenos de gente nos habla de la perspectiva con la que pensaban”.

Paseos de mirar y valorar

Una muestra complementaria continúa en la fotogalería del Prado hasta el 18 de marzo. Por cuestiones inherentes al espacio expositivo, se trata, por supuesto, de una versión reducida del contenido del libro. Sobre el modo en que allí están ordenadas las fotografías, García señala que es distinto, ya que “el libro tiene una lectura que suele ser más lineal, un principio, un desarrollo y un final, mientras que en la fotogalería los recorridos de las personas son un poco más eclécticos”. Para la edición impresa intercambiaron posiciones en torno a un orden cronológico. “Va acompañando el avance y los cambios de la ciudad en el tiempo. Hay lugares que te volvés a cruzar muchas páginas después. Esa lógica, que nos pareció adecuada en el libro, en la fotogalería no iba a funcionar, por eso mismo, porque la gente no mira de una manera tan ordenada en un lugar abierto”.

El libro de 160 páginas está a la venta en la sede del CdF (18 de Julio 885, ex Bazar Mitre) a $ 500. El tiraje es de 1.000 ejemplares. Al mismo tiempo, está disponible para libre consulta a través del sitio https://cdf.montevideo.gub.uy, donde tienen la política de cargar las publicaciones que realizan.

Vale recordar que las imágenes que componen esta colección, así como el acervo que custodia el CdF, se pueden descargar desde el catálogo en línea, ya que pasaron a dominio público en 2020. A propósito de esto, García asegura que hay una frase de Daniel de León que le quedó resonando: “Él dice que el espacio público se construye como tal cuando los usuarios se apropian de él. Me gustó porque tiene que ver con un concepto que viene de la arquitectura, pero lo vinculo con el dominio público, con las imágenes de libre acceso. Me parece que hacer este libro y subir las imágenes en alta resolución para su descarga tiene que ver con eso de que las personas se apropian de esos espacios (en este caso del pasado). También dice Daniel en el libro que los espacio públicos funcionan como memoria, que son en nosotros lo que sabemos o vivimos en ellos. Aparentemente, la arquitectura y la fotografía van por caminos distintos, pero se juntan en este plano conceptual”, concluye.