Algunos de los vecinos y vecinas más antiguos de la Unión se sumaron a la iniciativa que los invitaba a reconstruir juntos la historia de uno de los barrios más importantes de la ciudad y participaron de los talleres donde integrantes de distintos colectivos y entidades barriales sumaron sus vivencias para dar forma a un testimonio vivo de una de las zonas más emblemáticas de Montevideo.
La actividad forma parte del proyecto “Cuenta la ciudad desde tu barrio” que se lleva adelante en conmemoración por los 300 años de la capital uruguaya. Durante el año pasado se realizaron tres talleres que contaron con la presencia de representantes de los Concejos Vecinales 6, 9 y 11, además del Colectivo Ecoparque Idea Vilariño, el Centro Comunal Zonal 6, Instituto de Historia y Urbanismo de la Unión, Concejo Municipal D, así como personas que se sumaron espontáneamente.
El aporte de cada uno de ellos fue fundamental para construir una visión comunitaria de la historia y el presente de La Unión, una de las zonas comerciales, industriales, culturales y deportivas que más marcaron el desarrollo social y productivo de Montevideo.
Una de las protagonistas de esa historia es Carmen Cambón, quien a sus 70 años recuerda con orgullo la historia del lugar en el que se forjó su familia.
Para Carmen, “es muy valiosa” la oportunidad de que la comunidad del barrio pueda construir de manera conjunta el relato de la identidad del lugar. “Saludo especialmente que vecinas y vecinos, institución pública, y a la vez la academia, están sistematizando estas historias nuestras. Ha sido muy importante el resultado logrado, porque aunque siempre uno aspira a más, han surgido hermosos testimonios de gente que nos cuenta sus vivencias, algo querido, algo que marcó mucho su historia personal y familiar”, comentó.
Fábricas y comercios
Carmen, quien es una activa militante social, integrante de la Comisión de Fomento de la Unión y de la Junta local 6, dijo a la diaria que uno de los aspectos más significativos del barrio en sus orígenes fue el desarrollo de emprendimientos comerciales y empresariales.
“Aquí tuvimos algunos de los comercios más importantes de la ciudad que marcaron una época. Estaba Casa Soler, Yaffe, Casa San Francisco, el Banco República tuvo una sede. Esta era una zona de mucha actividad comercial y social, existían bancos, había cinco cines, que después con la piqueta fatal del progreso, desaparecieron. También teníamos instituciones que nucleaban a toda la actividad sociocultural de la zona como una gran confitería, donde se desarrollaban los grandes eventos y festejos familiares, como cumpleaños, casamientos”, agregó.
La historia familiar de Carmen está íntimamente ligada al barrio. “Tengo 70 años, mis hijos y mis nietos viven acá, siguen viviendo en la Unión y se han desarrollado, tienen sus profesiones y siempre siguieron viviendo en el barrio”, dijo.
“Otro de los temas a destacar es que en la zona teníamos muchas industrias y fábricas muy importantes. Una fue Funsa, que producía artículos muy importantes para todo el desarrollo productivo del Uruguay. Teníamos fábricas textiles, que también estaban a pocas cuadras de aquí, lo que generaba que se instalaran grandes talleres de confección de vestimenta en la zona. Las principales zapaterías estaban ubicadas en el barrio y de confección de calzados inclusive”, dijo Cambón, quien actualmente es concejal del municipio D.
Todo este movimiento comercial generaba múltiples oportunidades laborales para vecinos y vecinas y para mucha más gente que llegaba desde diferentes lugares a trabajar, aprovechando las oportunidades del sector y la gran cantidad de líneas de ómnibus que convergían en el barrio.
Era una zona que daba trabajo a muchos hombres y mujeres pero “lamentablemente” eso fue perdiéndose con el tiempo porque muchos emprendimientos fueron cerrando, explicó Cambón.
“La fábrica Funsa, por ejemplo, pasó de tener dos mil y pico de trabajadores a sólo 100. Todo eso ha impactado en la zona y los pobladores hemos tenido que cambiar de vida porque se fueron perdiendo poco a poco las oportunidades laborales y las familias tenían que adaptarse a una nueva circunstancia y salir a buscar una nueva forma de supervivencia”, dijo.
Liceos, cooperativas y cultura
Otro de los temas importantes que se destacaron entre los vecinos son las instituciones educativas de la zona.
“Han tenido mucho que ver con el desarrollo de nosotras y nosotros aquí en la zona. Contamos con dos grandes liceos, como son el 19 y el 14. Luego se fundó el liceo Dámaso, que hoy es el único lugar donde se hace bachillerato con distintas orientaciones”, agregó Carmen.
Consideró que las líneas de transporte en la Unión son “sumamente importantes” y también la consolidación de las cooperativas.
En lo deportivo, se desarrollaron dos clubes de básquetbol y se fomentó el ciclismo.
“La zona tiene expresiones culturales muy importantes: murgas, comparsas, revistas, clubes de patines”, agregó Cambón.
Asentamientos y el parque Idea Vilariño
Con el paso de los años, la zona se fue poblando también de “lo que antes llamábamos cantegriles” en torno a esa gran zona comercial que perdura. “Tuvimos asentamientos a pocas cuadras de 8 de Octubre. Aquí se instaló el asentamiento más viejo de todo Montevideo, como fue el de la Cantera de los Presos, como se le decía a la Isla de Gaspar, y que hoy por suerte es un hermoso espacio público que es el parque Idea Vilariño”, dijo.
Este pulmón verde fue inaugurado por la Intendencia de Montevideo el 18 de agosto del 2021, en el marco de los 101 años del natalicio de la gran poeta uruguaya. Se trata de uno de los espacios públicos más grandes de la ciudad que abarca un área de 68.500 metros cuadrados.
Carlos: Es “crucial” para preservar la “memoria colectiva”
El vecino de la Unión Carlos Pereira, integrante del colectivo Idea Vilariño, dijo a la diaria que este proyecto fue “crucial” para mantener viva la memoria colectiva de las generaciones pasadas ya que en la actualidad, la tecnología puede provocar aislamiento y falta de comunicación en el hogar.
“Llegaba el 6 de enero y salíamos todos a correr en la calle mostrando nuestros juguetes, orgullosos o jugábamos al voleibol, al fútbol, descalzos, y ahora nuestros nietos quizás tienen mejores regalos, pero no tienen esa comunión, eso de compartir, al tener tanta tecnología, están más encerrados y quizás a veces estamos en el comedor, uno está enganchado en la televisión y los más jóvenes están con el teléfono y los demás en la computadora, podemos estar cuatro o seis personas en un lugar cerrado y estar todos aislados, entonces es importante contarles que antes esa convivencia era vivida”, reflexionó.
Consideró que la memoria de los ciudadanos es parte de la historia, pero que si no se llega a plasmar en papel, puede ser perdida.
“Es un proyecto ambicioso porque en la zona tiene una riqueza muy importante. Muestra el pasar de cada uno en el barrio y los cambios que han existido. El proyecto consiste en contar historias de cómo ha cambiado el barrio. En el caso mío, yo estoy sobre la zona donde estaba el primer asentamiento de Isla Gaspar, que como punto de referencia, tiene una historia y una memoria importante”, afirmó.
“La mayoría de todos nosotros somos de la escuela pública donde los cuadernos eran repartidos. Casi la mayoría de los estudiantes tenían esos cuadernos grises, los lápices, las carteras de cuero, que, por lo general, se compraban cuando tú empezabas primero. Y si la familia, económicamente, tenía quizás una solvencia más, en cuarto o quinto te la podían cambiar. Muchas madres, que ya eran jefas de hogar, te cosían esa cartera”, recordó.
Laura: “Fue una invitación a encontrarnos”
Por su parte, Laura, vecina de la Unión, que forma parte de un colectivo que trabaja en La Galponera junto a otras seis mujeres, contó a la diaria que creció en el barrio, fue a la escuela, liceo y plazas de deportes de esa localidad. Su historia siempre estuvo vinculada a ese lugar, ya que luego de estudiar educación física, trabajó en la plaza de deportes.
“Este proyecto de contar la ciudad desde nuestro barrio fue una gran invitación a encontrarnos, a generar espacios de encuentro entre vecinos y vecinas, para reconstruir la memoria colectiva, revalorizar algunos espacios que tenemos en el barrio, plazas de deporte, callecitas, y poder transmitir también esos relatos a las nuevas generaciones”, afirmó.
Vecinos y estudiantes de historia y de antropología de la Universidad de la República comenzaron a trabajar el año pasado para sistematizar nuevos relatos, fotos, mapeo del barrio, marcando los lugares más importantes de la localidad.
Laura explicó que los vecinos seleccionaron el Club Social y Deportivo Cabrera, el Club Social de Funsa, la biblioteca y La Galponera.
“En setiembre empezamos a conversar sobre los límites del barrio de lo que considerábamos que era la Unión en el pasado, en el presente, sobre lugares importantes, que nucleaba personas como clubes deportivos, espacios de entretenimiento, los comercios, la avenida 8 de Octubre, hospitales, lugares donde hubo cines y ahora hay locales comerciales. En cada uno de los espacios que se iba nombrando había un montón de anécdotas y vivencias bastante conmovedoras, porque hablaban de la infancia de muchas de las personas que estaban ahí y el presente de muchas otras”, afirmó.
Los encuentros permitieron recordar hechos que no estaban tan presentes, como fiestas de carnaval, cursos y desfiles, afirmó Laura.
“El cruce generacional en esas instancias fue súper rico también, como los recuerdos de un niño y de los adultos que estaban generando esas instancias para la comunidad barrial, hoy se encuentran y comparten esa memoria, eso fue muy lindo”, dijo.
Los vecinos también hicieron trabajos con recortes de diario, se encontraron objetos, adoquines, fotografías, y cada uno de ellos tuvo que ser acompañarlo con una historia.
“Con relación a las anécdotas o historias que conversamos, estuvimos haciendo memoria desde mi generación, recordando espacios que habitamos, como la plaza de deportes, el parque Cesar Díaz, donde jugábamos a la escondida, a la mancha, a la rayuela (...) se armaban barras de gurises, de 15, 20 que salían a la calle y compartían, y todos los vecinos sabían que estábamos jugando en tal lugar y se avisaban entre los padres. De esas juntadas entre niños, adolescentes, jóvenes, salió una anécdota que ahora es como una tradición que se hace en la calle Humachiri, que es la convergencia de cuatro esquinas, todos los años, a fin de año, los niños, los jóvenes de esas calles juntan dinero para comprar pólvora y arman como una instalación con fueguitos y escriben el número del año que va a comenzar, despiden el que estamos transitando, y le dan la bienvenida al que comienza”, relató.
Estudiantes: la identidad barrial se sostiene con las historias cotidianas
Los estudiantes universitarios Marcos Rodríguez y Priscila Fripp, quienes se encargaron de realizar los talleres con los vecinos, dijeron a la diaria que la identidad del barrio no sólo se crea a partir de las acciones de los grandes líderes políticos, sino que a partir de las historias de los ciudadanos.
“Una de las conclusiones más claras a las que llegamos todos, tanto pasantes como vecinos que participamos de los talleres, es que la identidad barrial, en términos históricos, no sólo se sostiene sobre las acciones de las grandes figuras de la historia política, de la historia tradicional, sino que tiene un pilar muy importante en los relatos cotidianos de las personas de a pie que habitan los barrios”, afirmó Rodríguez.
En la misma sintonía, Fripp dijo que es importante pensar en la forma en que se dan este tipo de interacciones con los vecinos.
“Al principio del proyecto muchos de los vecinos manifestaron, y con razón, varias inquietudes sobre cómo la Intendencia y la Universidad planeaban acercarse al barrio para llevar adelante esta instancia de intercambio. Es muy importante que el acercamiento de la academia y del gobierno municipal en este tipo de actividades no sea vertical, que no lleguemos nosotros para contarles a los vecinos la historia de su propio barrio o para recabar información y luego volcar ese conocimiento en una vertiente a la que quizás los vecinos y vecinas nunca tengan acceso. Y también por eso el planteo de este proyecto fue intercambiar antes de informar (...) ya que el protagonismo desde el inicio se concibió en manos de los vecinos”, afirmó.
Los ciudadanos decidieron las fechas, los locales de los talleres y pautaron cuáles serían los contenidos principales, explicó.
Asimismo, son claves las instancias colectivas y abiertas, ya que las percepciones sobre lo que significa el barrio varían entre los vecinos, afirmó Rodríguez.
“Incluso algunos recuerdos sobre un mismo hecho o un mismo lugar no coincidían. Y todo eso permitió ver que este tipo de instancias posibilitan complementar las nociones sobre el barrio de cada uno y de esa manera evidenciar que hay tantas identidades barriales como vecinos que lo habitan”, agregó.
Rodríguez consideró que durante los encuentros surgieron algunas narrativas que se consideran como “fundamentales”. Entre ellas el carnaval, los cines del barrio, los clubes deportivos y sociales que se convirtieron en puntos de encuentro claves entre vecinos.