En 2017 un grupo de ciudadanos decidió reeditar una actividad comunitaria que ponía los focos en el agua. Arrancaron con un pato de calesita que encontraron de manera fortuita y que convirtieron en su logo. La organización estima que entonces el carnaval de embarcaciones del río Santa Lucía convocó a unas 300 personas. En 2024, declarado hace tres años de interés por el Ministerio de Turismo, reunió a unos 5.000 asistentes y más de una decena de participantes en embarcaciones de distinto tenor, pero principalmente a remo.

El sábado 22 de febrero celebrarán la novena edición de lo que, al modo de los Juegos Olímpicos, es la etapa moderna de la fiesta, que tuvo su germen en los años 1950, se repitió en la década del 70 y vivió un tímido renacer hacia 1990, sin continuidad en ninguno de esos hitos que la prensa de la época recogió con entusiasmo.

El evento actualmente se realiza en las inmediaciones del puente José Pepe Monzeglio -antiguo Puente Viejo, rebautizado en honor al ideólogo del carnaval de Santa Lucía-, ubicado sobre la ruta 11, km 83.

Como preámbulo, entre las 9.00 y las 11.00, se concretará una “limpieza ciudadana del río”, en la que colaboran escuelas deportivas y público en general.

Si bien la jornada festiva comienza a las 18.00 con el desfile y concurso de embarcaciones alegóricas y mascaritas flotantes, la movida continúa hasta el anochecer, y aseguran que las luces sobre el agua son un show aparte. Luego el festival sigue en tierra desde un escenario artístico con números musicales, que este año estarán a cargo del folclorista canario Julio Valdez, el trío locatario de candombe Naz y La Banda Flotante, de la Costa de Oro, que hará samba para el cierre. Además, como es habitual, se montará una plaza de comidas, juegos infantiles y una feria de artesanos en cabecera del puente, con el debido cierre de ruta, hasta la medianoche.

Reglas y entretenimiento

Cualquiera puede acercarse a disfrutar de la jornada, pero quienes aspiren a sumarse al certamen deben contemplar que la inscripción es gratuita y se recibe hasta las 16.00 del mismo día a través del 099 570 757 (Andrea). Igualmente valoran que los participantes se anoten con antelación para facilitar la logística. Los organizadores tienen en cuenta medidas de seguridad, como la presencia de guardavidas y de un móvil de emergencias, supervizan utilización de chalecos salvavidas y, antes de la largada, mantienen una charla técnica preventiva con los equipos.

Para determinar la clasificación del concurso de embarcaciones alegóricas y mascaritas flotantes se establecerá un ranking general considerando la sumatoria de los puntajes obtenidos en dos instancias: por una parte, se pondera el aplauso de reconocimiento del público, y, por otra, el jurado, integrado por referentes culturales, evalúa una serie de aspectos estético-artísticos. En tal caso se considerará, según la categoría, la originalidad y creatividad así como el grado de producción (ornamentación, iluminación, vestuario, maquillaje).

Igualmente recalcan que ninguno de los que se sumen al desfile se irá con las manos vacías, y que se otorga dinero u órdenes de compra a los primeros cinco clasificados. Adicionalmente, se entrega un premio a la embarcación reconocida como revelación.

Cada año se invita a una institución amiga a coorganizar todo lo que ocurre durante ese día. Este año cursaron el convite al Comité de Jubilados de Santa Lucía. Entonces, lo que se recaude en cantina -aparte habrá carros de comida con otras propuestas- servirá para sostener financieramente las reformas del Club Náutico y el Comité de Jubilados. Este carnaval también se hace gracias al apoyo de la Intendencia de Canelones, así como del Municipio de Santa Lucía, junto con ayudas y auspicios de comerciantes de la ciudad que sirven para engrosar los premios.

Carnaval del río Santa Lucía.

Carnaval del río Santa Lucía.

Foto: Álvaro Briano

Deportes (y artivismo) en el recuerdo

“En otras oportunidades la acción artística ha sido la plataforma de expresión para visibilizar los problemas del río. Fue a partir de la experiencia de acciones performativas, artísticas y participativas que surgió la idea de reflotar un evento histórico que se dio en las décadas del 50, 70 y 90: el Carnaval Veneciano de Santa Lucía. Así nació el Colectivo Reflote, con el propósito de generar un ámbito específico para la producción de este evento y operar desde el arte con relación a los problemas ambientales del río, desde la participación ciudadana y haciendo hincapié en lo cultural e identitario que puede tener este evento para la ciudadanía local”, apunta la investigación Desde el río... El arte participativo y colaborativo en la acción colectiva por el agua en la cuenca del Santa Lucía. Así se titula la tesis de Marcos Umpiérrez para la Maestría en Arte y Cultura Visual de la Facultad de Artes (Universidad de la República), en la que recoge que la actividad “tiene sus raíces en la historia de la ciudad de Santa Lucía”.

De modo que este carnaval de embarcaciones es una versión contemporánea del fundacional carnaval veneciano que había creado el pianista, tanguero y dueño del histórico hotel Biltmore don Pepe Monzeglio a mediados del siglo pasado, inspirándose en los viajes que hizo a Italia como parte de su trabajo como empresario turístico. Umpiérrez, que integra el colectivo Reflote, apunta sobre Monzeglio que siempre llevó la defensa del río Santa Lucía como una verdadera bandera y que su carnaval local no fue otra cosa que una manera de dar visibilidad a las problemáticas del río, al desmonte, a las inundaciones: “Él sufría mucho las inundaciones, porque el hotel está cerca del río. También fue fundador del Club Náutico de Santa Lucía en el año 71, como una forma de vivir el río desde el deporte. Tenía una visión bien clara de lo que quería”.

Cuando empezaron a tomar la posta del evento, los gestores actuales intentaron al mismo tiempo reconstruir aquello que estaba en el imaginario y recuperar documentos para, como subraya Umpiérrez, “tratar de instaurarlo como patrimonio de la ciudad de Santa Lucía”. Una larga aspiración del comité organizador es contar con un escenario flotante, como el que muestran las pocas fotos que se conservan de los comienzos. “Es complicadísimo”, admite el consultado; “en algún momento saldrá, pero, más allá de todo, lo central de la fiesta era el desfile de embarcaciones. Por ahí apareció, de 1971, la reproducción de un avión o había un rancho flotante con un fogón, con los paisanos y un dúo folclórico tocando”, cuenta. Algunos veteranos, dice, todavía tienen memoria de aquellos números acuáticos.

¿Cuál era el espíritu? ¿Quiénes se sumaban al carnaval de Santa Lucía de entonces? “La vecina, el vecino, un grupo de amigos o instituciones como los Rotarios, que es lo mismo a lo que apelamos hoy. Principalmente la gente que iba y decoraba eran dos o tres amigos, o una familia, que se juntaban y armaban una alegoría. Esto se trata de que la gente participe”.

Por supuesto que la mayoría se acerca como espectadores, aunque hay quien se pasa meses decorando una embarcación con un tema específico y quien, contemplado en la categoría mascaritas, se sube a un bote o un kayak con una bandera y un par de chirimbolos. Por eso, en el agua conviven una quincena de contendientes pacíficos que, en no pocas ocasiones, aprovechan para transmitir mensajes de cuidado ambiental en sus carrozas alegóricas. No obstante, “arengamos a que todo el mundo se anote, que venga con una peluca, una máscara, unos globos, lo que quiera”, insiste Umpiérrez. En definitiva, la idea es crear las condiciones para que la gente exprese sus inquietudes artísticamente y, de paso, visibilizar el río que los une.

Es tradición a esta altura que cada edición sea en homenaje a alguna figura de Santa Lucía. La primera se llevó a cabo por Monzeglio, como era de esperar, y en siguientes ocasiones se recordó al médico y senador Ramón Legnani, otro gran defensor del río. El año pasado fue el turno de Darío Pedraza, importante promotor de la cultura de esa ciudad, y este año el tributo será hacia la poeta, docente y defensora de los animales y los derechos humanos Flor Rey. “Nos tomamos un tiempo para ver a quién vamos a homenajear cada año para seguir construyendo el patrimonio cultural, histórico, intangible de Santa Lucía, que es su gente y las cosas que hizo”, apunta Umpiérrez en vísperas de una nueva fiesta acuática.