Cuando el termómetro se obstina en marcar un solo dígito y la alerta de frío polar se repite como un loop, las vacaciones de invierno pueden transformarse en una maratón de “¿y ahora qué hago con las infancias adentro?”. Mi respuesta desde esta columna está impresa en cartón, madera y fichitas: juegos de mesa.
Los juegos de mesa invitan a mirar a otras personas a los ojos, a esperar turno, a festejar o gestionar la frustración, a imaginar y desafiarse a superar obstáculos. En una caja vienen entradas ilimitadas a mundos de piratas, bosques mágicos, torres equilibristas y todo lo que podamos imaginar. Devir y Maldón son dos editoriales con buena distribución en Uruguay y ofrecen un catálogo infantil que vale oro cuando afuera se pone gélido.
De 3 a 5 años: cooperación antes que competencia
En esta franja, la clave es que todas y todos ganen en equipo. Perfecto ejemplo es El frutal, donde la misión consiste en cosechar manzanas, peras y ciruelas antes de que el cuervo llegue al huerto. Colores, conteo sencillo y cero lágrimas. Si la motricidad fina pide pista, tenemos Animal sobre animal, retando a las infancias que anden en la vuelta a montar una pirámide de cocodrilos y pingüinos sin que se derrumbe. Y cuando nos vienen ganas de competir un poquito y desafiar la memoria, Flamencos, de Maldón, se vuelve una de las mejores opciones, evocando los relatos de Horacio Quiroga; hay que recordar qué estampado tienen los flamencos en las medias, aun cuando el agua las está tapando. Para los primeros añitos recomendamos Tiburón, de Maldón, un juego cooperativo con reglas sencillas que trabaja colores y especies marinas proponiendo familiarizarnos con los turnos y los dados.
De 6 a 8 años: velocidad y primeras estrategias
A esta edad las mentes curiosas reclaman decisiones “de grandes”. Carcassonne Junior, la versión infantil del ya clásico juego de DEVIR, permite construir ciudades y caminos mientras entendemos la lógica de colocar losetas; cada partida dura 20 minutos, ideal entre el almuerzo y la merienda. Un juego cooperativo divertido desde su armado es DODO, en el que todo el equipo debe evitar que un huevo gigante que desciende por una colina tridimensional de cartón toque tierra firme. Maldón también pone sobre la mesa Shiki, una carrera de gatos samurái que usa dados-emoji y cartas de poderes, y enseña probabilidad sin que se note. Y si de velocidad de reacción se trata, recomendamos Pescadores, también de Maldón: un timbre y un mazo de cartas nos exigirán la alerta máxima.
De 8 a 11 años: narrar, engañar y hacer trampas legales
Cuando ya saben leer reglamentos, podemos soltarles desafíos con picardía. En La polilla tramposa el objetivo es deshacerse de las cartas, metiéndose algunas en la manga. Sí, se permite hacer trampa, y eso abre un debate familiar delicioso sobre reglas y límites. El laberinto mágico propone memorizar muros invisibles bajo el tablero: cada choque de peón es un “¡ohhh!” colectivo. La línea Devir Pockets acaba de sumar Tinco, un filler de cálculo mental en el que se bajan cartas buscando múltiplos; cabe en un bolsillo y es perfecto para la sala de espera del pediatra.
Para todas las edades: clásicos que no fallan
Hay títulos que funcionan en mesas multigeneracionales. Rhino Hero convierte un mazo de cartas en rascacielos; abuela, sobrina y madre compiten por no tumbar al superrinoceronte. Fantasma Blitz prueba reflejos y vocabulario a la velocidad de un flash fotográfico. Y si buscan una tarde colaborativa maratónica, Catan Junior deja comerciar cocos y espadas de madera en una isla caribeña sin reglas complicadas. The King of Tokio o The King of New York proponen grandes batallas de monstruos mutantes. Trío es un juego invencible que promete tardes familiares interminables, porque genera adicción; se trata de formar tríos numéricos intentando recordar qué cartas tiene en la mano el resto de las personas que participan. Y si queremos relajo y griterío en un grupo numeroso, Sound Box nos sumerge en una sinergia sonora grupal al tener que imitar sonidos para que alguien los identifique con los ojos tapados por unas espectaculares gafas de cartón, y los tiene que emitir todo el grupo al mismo tiempo.
Hay juegos de mesa para todos los gustos y edades. Y lo mejor: los podés pedir sin salir de tu casa, comprando en línea o llamando a Sparta Board Games, Montevideo Gaming House, Enigma Games, X Uruguay, Los Reyes Magos, Active+, Quedate Jugando, Guarida Cop, Bebemi, Mosca, Tienda Inglesa, Géant o Devoto.
Si las vacaciones de invierno son un reto logístico, también son el momento privilegiado para construir recuerdos en cada partida: esa torre imposible que sí resistió, la revancha pedida entre migas de torta, el placer de destroquelar un juego nuevo y el calor de las risas en una tarde fría.