Si bien se radicó en Nueva York a partir de 1964, fundó un centro de grabado en Luca (Italia) y ocupa un destacadísimo lugar en la corriente del arte conceptual (a la vez que su obra es parte de la colección permanente de centros de referencia como el Museo Nacional Británico de Arte Moderno o el Museo de Arte Moderno de Nueva York), el reconocido artista, docente, ensayista y curador Luis Camnitzer continúa realizando muestras en Uruguay y mantiene una constante producción teórica en distintas publicaciones.

Ayer, el museo Reina Sofía de Madrid le dedicó una retrospectiva con más de 90 obras entre videos, fotografías, collages, grabados e instalaciones. Bajo el título Luis Camnitzer. Hospicio de utopías fallidas, una de las figuras clave del arte conceptual latinoamericano contará con una nueva muestra, esta vez centrada en la capacidad transformadora del arte, al que considera un “producto de la reflexión”. La exposición propone una revisión de su carrera a través de los trabajos más emblemáticos, que pone énfasis en los conceptos centrales sobre los que ha trabajado: la desmitificación del papel del artista en la sociedad de consumo, la capacidad artística del lenguaje, la desmaterialización del objeto artístico, el poder evocador de las imágenes y la implicación activa del espectador.

La curaduría explica que, con estos insumos, Camnitzer se propone despertar la participación activa del público y su involucramiento en el proceso artístico: “Si, por un lado, nos permite tener una visión global y contextualizada de su multifacética propuesta desarrollada a lo largo de casi 60 años, por otro, la exposición se despliega en torno a tres ejes temáticos abiertos en el transcurso de sus prácticas artísticas”. El primero sería el “conceptualismo de Camnitzer, que toma como puntapié inicial a la desmaterialización del objeto artístico y a la relación del arte”, que plantea procesos de pensamiento sobre la realidad política y social; el segundo se identifica como un “desenlace natural” del anterior, presenta obras en las que los elementos visuales adquieren mayor protagonismo y se identifican como el “arte político”; y el último eje se dedica a la labor educativa de Camnitzer y a su defensa de un arte y una educación que funcionen como un todo indivisible. Con respecto a esto, el artista admite que su utopía es “una sociedad igualitaria, justa, sin clases, creativa y con el poder equitativamente distribuido. Para entrar en el proceso de esa utopía necesito que la educación sea creativa y ayude a crear, y que lo que llamamos arte sea educativo y genere aprendizaje. El acento en la educación entonces ya no está en transferir información, sino en aprender a accederla”. Así, en paralelo a la exposición, el museo creó el proyecto “Escuela perturbable”, un programa extendido de estudios, residencias y producciones culturales que no apuntan a un programa pedagógico, sino a una experiencia de aprendizaje.