La entrevista con Charlone se puede leer aquí. Lo que sigue es la conversación con Meirelles.

¿Cómo funciona la dupla creativa con Charlone?

Llevamos tanto tiempo trabajando juntos que hemos creado una relación natural y una forma de trabajar. Comenzamos cualquier proceso con muchos días de trabajo de mesa, durante los cuales pasamos el guion escena por escena. Esta conversación nos ayuda a comprender la película que ambos estamos viendo, y es entonces cuando surgen el concepto de narrativa y las ideas de cómo aplicarla. En las visitas al sitio imaginamos la puesta en escena y cómo usar cada espacio. En una segunda visita trato de definir el movimiento de los actores y se nos ocurre un plan más preciso sobre cómo mostrarlo. Elegimos puntos de vista, hacemos un borrador del recorte. Regresamos por tercera vez con el equipo para contarles a todos la idea de cómo se filmará cada lugar. A lo último, cuando es posible, tomamos a los actores y hacemos una grabación de ensayo con un teléfono o una cámara pequeña, y escribimos todo el trabajo. El día de la filmación llegamos con todo en mente, pero siempre abiertos a cambiar todo, y eso pasa todo el tiempo.

¿Ves alguna relación entre algunas de tus películas y Los dos papas (2019)? Porque en Jorge Bergoglio se puede ver esa exploración social que tanto marcó Ciudad de Dios (2002), o, con otras variantes, El jardinero fiel (2005).

Desde el punto de vista de la fotografía, Los dos papas es muy diferente. La luz plana, que puede parecer una opción conservadora, en realidad es bastante audaz. La idea era utilizar los frescos como referencia, ya que gran parte de la historia tiene lugar dentro de la Capilla Sixtina. La luz más equilibrada no sombrea las caras de los actores, y sabíamos que cuanto más viéramos las reacciones de los actores, mejor sería para la película. Buscamos una paleta de colores cercana a la de El juicio final, el fresco central de la capilla creada por Miguel Ángel. Pero con respecto a la temática, creo que las otras películas que hice con César van en la misma dirección. Ambos estamos muy conmovidos por la desigualdad social y la exclusión, por eso estos temas aparecen en las tres películas que mencionás.

Cuando hablé con Charlone por 3% (2016), él decía que, al trabajar con Netflix, también debía responder a las expectativas de un productor creativo. ¿Cómo fue en este caso?

Tuvimos una productora creativa de Netflix, Sarah Bremner, y la relación con ella fue muy buena, porque ayudó mucho en la construcción del guion y después en el montaje hasta que llegamos a la versión final. Muchas veces es difícil tratar con una voz externa, pero, a pesar de la dificultad, el resultado siempre termina siendo positivo.

Algunos actores dicen que ensayás mucho. ¿Siempre es así? ¿Dirías que esos ensayos te permiten llegar a otras zonas de interpretación?

¿En serio? Y eso que en esta película no ensayamos casi nada. Leí el guion con los actores un par de veces y fuimos al set. En general, no ensayo mucho para actuar, siempre y cuando los actores sepan qué hacer y hayan sido elegidos para eso, pero me gusta ensayar para mí mismo. Los ensayos me ayudan a entender el tono y cómo rodar cada escena, ya que no hay presión de tiempo y es cuando surgen muchas ideas.

A priori, ¿te interesaba trabajar determinados aspectos de Francisco durante la dictadura argentina?

Era importante mostrar lo brutal que fue la dictadura en Argentina para que entendiéramos por qué el cardenal Bergoglio era tan mal visto en su país por no haberse opuesto frontalmente a ella. Principalmente, la idea de toda la secuencia fue mostrar el origen de su culpa: Los dos papas es una película sobre la culpa y el perdón.

¿Qué te interesa del poder cuando se lo explora desde la intimidad?

En este caso, quería ver a los hombres detrás de sus cargos y de sus responsabilidades. La intimidad de quien tiene el poder, que, en definitiva, no es diferente de cualquier otra.