Antes pasaban los días y ahora pasan las semanas. La cuarentena para reducir la famosa curva del coronavirus continúa, e incluso aquellos que mantienen sus ocupaciones van agotando las fuentes de entretenimiento. La gran cantidad de servicios de televisión en streaming ayudan a soportar la sensación de encierro eterno y en esta ocasión combinamos dos propuestas para hacer que cuatro horas de nuestra vida sean más llevaderas. En especial a aquellos núcleos familiares que ya lo han intentado todo.
Pero primero viajemos a 1995, cuando Joe Johnston (director de Querida, encogí a los niños, Rocketeer y Capitán América: El primer vengador) adaptó para la gran pantalla un libro infantil de Chris van Allsburg, en el que un tablero mágico libera toda clase de animales salvajes en el mundo real. Aquella película, titulada Jumanji (como el libro), continuaría con una serie animada y una secuela “espacial”, también basada en una obra de Van Allsburg.
Recién en 2015 volvió a hablarse con seriedad de regresar a la franquicia, después de un guion ambientado en la Casa Blanca que nunca se concretó. El anuncio fue recibido de la peor manera. No solamente quedaba el buen recuerdo de la película original, sino que había pasado poco tiempo desde la muerte de Robin Williams, que había interpretado a Alan Parrish.
Más cejas se arquearon cuando se supo que la nueva aventura no tendría como protagonista a un juego de caja sino a un videojuego (¡herejes!), y luego anunciaron a Dwayne The Rock Johnson como protagonista. Mala tos le sentíamos al gato, mucho antes de que la tos fuera un síntoma de coronavirus.
Y sin embargo...
Tanta desconfianza le tenía a Jumanji: En la selva (Jake Kasdan, 2017), que tuvo que venir una clausura planetaria para que le diera una oportunidad. Aprovechando que esta primera entrega de la nueva saga llegó a Prime Video de Amazon, le di play y le concedí dos horas de mi existencia. Lo que encontré fue un entretenimiento muy efectivo, pero con el ADN de grandes películas de aventuras de los ochenta, como la recordada Los Goonies (Richard Donner, 1985).
Aquí también tenemos a un grupo de jovencitos inmersos en acontecimientos imposibles, con villanos malvados y objetivos que cumplir, por lo que tienen que aprender a funcionar como un equipo. Claro que existe una pequeña pero fundamental diferencia. Cuando Spencer, Martha, Fridge y Bethany quedan atrapados en el mundo digital de Jumanji, son representados por cuatro avatares adultos: el corajudo doctor Bravestone (Johnson), el porteador Mouse Finbar (Kevin Hart), la letal Ruby Roundhouse (Karen Gillan) y el profesor Oberon (Jack Black). Cuatro actores mayores de edad, que deben interpretar a cuatro adolescentes encarnados en cuatro estereotipos. Esto explica el pequeñísimo vestuario de Gillan, que fue criticado cuando se conocieron las primeras imágenes.
Aquí es cuando se evidencian las capacidades actorales del cuarteto protagonista, en especial en The Rock, quien ha sabido tomar la antorcha de “gran héroe carismático del cine”. En esta oportunidad le toca ser la versión gamer de Spencer, un jovencito neurótico e hipocondríaco. Y logra combinar esas características con escenas de acción y una mirada matadora (que es parte de las habilidades de su personaje).
Otro que se destaca es Jack Black interpretando a la superficial Bethany, atrapada en el cuerpo de un hombre veterano. Lejos de una feminidad ridícula, al estilo de Fabián Gianola, le aporta humor a cada participación y logra reducir esa veta fastidiosa de muchos de sus personajes. Y Gillan y Hart también conducen por buen camino las ironías de los chicos que tienen dentro.
Pero a esta entrega les sobra acción y comedia. Se extraña la superabundancia de animales de la original, que aquí se ven suplantados por un feroz villano (interpretado por Bobby Cannavale) y su ejército de bandidos motorizados, poseedores de una gema mágica capaz de controlar a la fauna de aquel mundo en 16 bits.
Hay unos cuantos guiños a cómo funcionan esta clase de videoaventuras, pero en ningún momento dejan fuera al público que jamás levantó un joystick en sus vidas, ya que el énfasis está puesto en los niveles del juego, en los que cada uno de los avatares deberá utilizar sus fortalezas (y esquivar sus debilidades) para acercarse un poco más al fin del juego, y al consiguiente regreso a nuestro mundo. Así, cada uno de los protagonistas tendrá su arco, en el que superará dificultades relacionadas con su vida “de carne y hueso”, incluyendo la obligatoria subtrama romántica.
Con momentos que recuerdan a la saga de Piratas del Caribe, los mencionados Goonies y, por supuesto, la película original, Jumanji: En la selva fue un éxito en el lejanísimo 2017, y eso le valió una secuela.
Se cuela en el televisor
A fines del año pasado, cuando todavía existían aquellas habitaciones llenas de asientos donde se proyectaban films en pantallas enormes, llegó Jumanji: El siguiente nivel, también dirigida por Jake Kasdan. Y siguiendo la nueva tradición de circulación de películas, actualmente puede ser alquilada desde sus casas, y verse en streaming desde diferentes servicios (yo lo hice por NS Now).
Ver una película detrás de la otra permite descubrir que los mejores elementos de la anterior continúan funcionando, como los cuatro avatares principales, la acción trepidante y la comedia. Pero para esta nueva entrega se agrega un elemento que multiplica la risa: dos jugadores de la tercera edad. El abuelo de Spencer y su mejor amigo terminan involucrados en la acción. Los vemos poco en el mundo real, pero las actuaciones de Danny DeVito y Danny Glover como Eddie y Milo son suficientes como para imaginar lo que serían estos dos viejos intentando sobrevivir dentro de un videojuego.
Durante la mayor parte de la película, Eddie está dentro del cuerpo de The Rock, y nuevamente queda de manifiesto el gran timing de comedia que tiene el actor. Y Kevin Hart tampoco se queda atrás como Milo.
Con muchos chistes que recuerdan al “I’m too old for this shit” que Glover recitaba hace 30 años en las entregas de Arma mortal, tendremos nuevos desafíos, un villano temerario y otra joya que devolver a sus legítimos dueños. Ideales para ver una detrás de la otra, con chocolatada y galletitas dulces, o lo que sea que hayan conseguido del mundo exterior, para luego jugar a algún videojuego en la computadora y pensar si hoy es miércoles o jueves y en qué mes estamos viviendo. Pero con una sonrisa.