A partir de una comedia se puede construir una feroz crítica a la generación 2.0, a la posverdad y a los medios de comunicación masivos y su forma de actuar sobre las personas. Justamente de eso trata Don’t Look Up, último gran estreno en Netflix, que cuenta con un elenco con lo mejor de Hollywood: Leonardo DiCaprio, Jennifer Lawrence, Meryl Streep, Jonah Hill, Timothée Chalamet y Cate Blanchett, entre otros. Dirigida y guionada por el también comediante Adam McKay, nos plantea un simple y complejo cuestionamiento: ¿qué tan ridículo y aterrador creés que es el mundo en este momento?, y ¿cuán ridículo y aterrador es realmente el mundo en este momento? Y es el mismo director quien la describió como “una película de desastres en la que la gente no necesariamente cree que el desastre está cerca”. Es notablemente profética y parece una parábola sobre la pandemia, a pesar de que se anunció en los medios mucho antes del surgimiento de la covid-19 y originalmente estaba programada para presentarse en abril de 2020.

La historia se narra a través de Kate Dibiasky (Lawrence) y Randall Mindy (DiCaprio), que interpretan a un par de astrónomos de la Universidad de Michigan que intentan advertir a las autoridades estadounidenses sobre un “enorme asteroide asesino” con trayectoria de colisión con la Tierra en tan sólo seis meses. Asumen que esa certeza científica tan contundente impulsará al gobierno a tomar medidas de emergencia, pero asumen mal. Resulta que la presidenta es una demagoga incompetente (brillantemente interpretada por Meryl Streep) y su hijo (Jonah Hill) un completo idiota pedante, que también es su jefe de gabinete; un caso de nepotismo que genera gracia y bronca por partes iguales.

Los dos científicos saben con exactitud que el mundo se va a acabar, pero no pueden acceder a suficientes personas en el poder para hacer algo al respecto. Después de intentar, sin éxito, que la Casa Blanca les crea y entienda la gravedad de lo que está por pasar, y desesperados porque se sepa la verdad, deciden acudir a la prensa y a la divulgación masiva de la noticia. Y ahí es donde se enfrentan al mundo de hoy: el de la desinformación, las campañas de cancelación, memes y burlas y la desconfianza en la comunidad científica. La película es una sátira que tiene como objetivo a los anticiencia y antilógica que combinan ignorancia con consumo de fake news. Esos que son capaces de armar campañas en contra o a favor de algo sin ningún tipo de rigurosidad o información científica fundamentada. 

Al verla queda la sensación de que esto podría perfectamente suceder un día no muy lejano, y ese es uno de los grandes aciertos del director. Es tan directa como factible: “Basada en posibles hechos reales” dice su eslogan.

Además de los protagonistas, McKay suma una galería de personajes acertados y buenísimos: un excéntrico director ejecutivo multimillonario parecido a Elon Musk (Mark Rylance) con su propia solución privada a la catástrofe, unos presentadores de televisión que banalizan cualquier noticia (Cate Blanchett y Tyler Perry), y un exmilitar tan fascista como idolatrado (Ron Perlman).

El monólogo de DiCaprio en el programa de noticias está al nivel de los grandes monólogos en la historia del cine, y él siempre es perfecto (seguramente sea nominado al Oscar). Don’t Look Up es una excelente película que entretiene y cumple la función del humor bien escrito: se ríe de la tragedia. Es, además, una satira de humor negro acerca del fin del mundo y una mordaz crítica al negacionismo, que lleva a algunas personas a preferir la muerte antes de admitir que estaban equivocadas.

Detalle de color: verla hasta después de los créditos.

Don't look up. 138 minutos. En Netflix.