La historia podría ser la de un thriller del montón. June tiene 18 años y, habiendo perdido a su padre cuando niña, su único pariente es su madre. Esta se va de vacaciones a Cartagena junto a su nuevo novio, pero no regresa en la fecha prevista. June verifica que la pareja ni siquiera hizo check-out en el hotel en el que estaban alojados y no hay rastro de ellos. Además de hacer la denuncia, la muchacha investiga por cuenta propia. La historia va tomando rumbos inesperados, sorpresivos, y la secuencia final tiene mucho suspenso.
Lo que distingue a Desconectada es el formato “pantalla de dispositivo informático”. Algunos lo describen como found footage, pero el término es inexacto, porque footage (metraje) implica material fijado en algún tipo de soporte, y no es propiamente el caso. Todo lo que vemos son pantallas de dispositivos, sea que el material haya sido grabado o que se esté materializando únicamente en ese tiempo presente. No es para nada algo único de esta película: viene siendo toda una modalidad. Recuerdo una película de terror muy buena ya de 2014 y que usaba ese recurso (Eliminar amigo, de Levan Gabriadze). Desconectada integra un universo común con dos otras películas de la misma onda, Buscando... (2018) y Run (2020), ambas dirigidas por Aneesh Chaganty y montadas por Nicholas D Johnson y Will Merrick. En Desconectada Chaganty es coguionista, mientras que Johnson y Merrick asumieron la dirección. Quienes vieron esos dos antecedentes pueden reconocer, en comentarios laterales, referencias a ellos en la película nueva, pero son guiñadas nomás, que no modifican demasiado la experiencia.
Ese formato puede tomarse como una versión audiovisual y agiornada de lo que supieron ser las novelas epistolares, en las que cada palabra tenía que justificarse como habiendo sido escrita por alguien de la diégesis, y el libro como un todo tenía la apariencia de una compilación de fragmentos de documentos, cartas, diarios, esquelas, etcétera. En este formato cinematográfico relativamente nuevo es como que el relato se autorrestringe a lo que estuvo alguna vez en la pantalla de un dispositivo, algo bastante significativo de la manera en que una creciente cantidad de personas encara el mundo y otorga un sentido de autenticidad a las cosas.
Es un formato cinematográfico que presupone en el espectador cierta familiaridad con distintos programas informáticos y redes sociales, o la facilidad para entenderlos a partir de la práctica con otros. Me imagino que un analfabeto digital tendrá mucha dificultad para seguir lo que está ocurriendo, en forma inversamente proporcional a cómo resultará natural para los jóvenes nativos del mundo digitalizado. Por algo es que la protagonista tiene 18 y constantemente está tomándole el pelo a la madre cuarentona, que maneja la computadora, pero en forma mucho menos ágil y dúctil.
Ese formato de película es relativamente económico. Al fin de cuentas, no es necesaria una cámara de altísima calidad ya que las imágenes de los personajes emulan las que pueden captar celulares, computadoras y cámaras de vigilancia; buena parte de lo que vemos son capturas de pantalla; no se requiere gran cosa en cuanto a iluminación y dirección de fotografía. Dentro de lo barato, esta no es una de esas películas hechas “con nada”. Hubo locaciones en Estados Unidos y en Colombia, y además el trabajo visual, simplificado en algunas de sus dimensiones, es sofisticado en otras. Hay varios recursos para ayudar a mantener el interés del espectador e incrementar la agilidad y legibilidad de la narrativa. Por ejemplo, no hay ninguna restricción con respecto a que lo que estamos viendo sea la totalidad de la pantalla en cuestión: vemos en una ventana el video de June niña con su papá, y ese video ocupa toda la pantalla del cine, pero cuando termina, el encuadre se traslada a la ventana contigua de FaceTime, en la que vemos a June compungida con el recuerdo. Hay acercamientos y apartamientos a detalles de la pantalla. También hay secuencias de montaje, indicadores varios y creativos para indicar el paso del tiempo o para construir sentido con respecto a las inferencias que va haciendo la protagonista. También hay música incidental para incrementar la emoción, generar climas y potenciar el involucramiento del espectador con June. Las incursiones de June en distintos recursos informáticos, a su vez, contribuyen a generar secuencias diferenciadas que articulan la película y le dan variedad.
La película forcejea con la verosimilitud de distintas maneras. Las revelaciones inesperadas nos van distrayendo del hecho de que el plan general de los villanos tiene poco sentido, es decir, se trata de una cosa carísima y complejísima armada para un objetivo de tipo “pasional”, con un cómplice que termina perdiendo la vida y no se entiende a cambio de qué. Capaz que estoy desactualizado, pero me parece que las habilidades informáticas de June son exageradas, o en todo caso serían las de una superdotada, sobre todo al estar acopladas a una capacidad sherlockiana de hacer inferencias. La premisa de que todo lo que vemos se tiene que justificar como estando en la pantalla de algún dispositivo queda medio forzada en el showdown, que transcurre en un ambiente totalmente cubierto por cámaras de seguridad.
Como no es en absoluto el tipo de película a la que uno entra con grandes expectativas, supongo que la mayoría de los espectadores podrán pasar por alto esos defectos y simplemente surfear por las vueltas de tuerca y las emociones. La película tiene además unos cuantos rasgos simpáticos. La perspectiva tiene un basamento feminista (heroínas mujeres, villano abusador violento). La protagonista es una joven negra, y no de esas “negras que parecen blancas” preferidas por Hollywood, sino una de un tipo físico que, hace tres o cuatro décadas, hubiera quedado restringida a roles cómicos o villanescos, y que acá se ostenta en forma totalmente naturalizada y simpática para una muchacha especialmente inteligente, quizá bella. Está la moraleja: no seas impaciente con tus viejos, y dales pelota cuando te piden que escuches sus mensajes de voz. Y todo es un gran mimo para el público juvenil, como enfatizando que su vida frente a la virtualidad no deja de ser una gran aventura.
Desconectada (Missing). Dirigida por Nicholas D Johnson y Will Merrick. Estados Unidos, 2023. Con Storm Reid, Nia Long, Tim Griffin. En Movie Montevideo, Portones y Nuevocentro.