Como suele ocurrir alrededor de estas fechas, la cartelera de cine de nuestro país recibió una inyección de nuevos títulos, además de alguna reposición. Se trata de películas que competirán por alguno de los 23 premios Oscar que se entregarán el 12 de marzo, y siempre es más ganchero ir a ver a una potencial ganadora que a una recientemente ignorada.
Entre las nominadas hay películas de las temáticas más diversas, desde dramas familiares en el multiverso hasta aventuras familiares en otro planeta, pasando por homenajes al cine, al rey del rock y al complejo industrial-militar de Estados Unidos. Si bien es difícil encontrar grandes similitudes, hay dos títulos que juntos acumulan cinco nominaciones, que tienen la característica de concentrar la mayor parte de la acción en un único espacio.
La ballena
Ningún espectador que haya visto La ballena se sorprendería al enterarse de que la película de Darren Aronofsky es la adaptación de una obra de teatro. Exceptuando algún flashback muy corto, todo transcurre dentro de un apartamento de dos habitaciones y (un poco) en su zaguán. Esto tiene un motivo narrativo, ya que cuenta la historia de un hombre que pesa más de 250 kilos y ya no está en condiciones de moverse fuera de su hogar.
Charlie (Brendan Fraser, nominado por este papel) trabaja como profesor de talleres online, mientras ve cómo su estado físico se sigue deteriorando desde que sufrió una pérdida dolorosa. Su pronóstico reservado será la excusa para intentar recuperar la relación con su hija adolescente (Sadie Sink, de Stranger Things), que no quiere saber nada del hombre que la abandonó cuando tenía ocho años.
Aronofsky no se limita a filmar lo que está delante de la cámara. Todo está fríamente calculado, desde el formato 4:3 que hace que Charlie parezca acaparar la pantalla, hasta la manera en que convierte al apartamento en un personaje más, logrando que nuestra mente forme una idea de su tridimensionalidad. La construcción del exterior también es destacable, con siluetas que aparecen en la ventana como indicador de la llegada de un nuevo personaje.
Claro que lo que consigue desde lo técnico se pierde con un guion que cuenta demasiado y nos da toda la información necesaria en cómodas entregas de diálogos entre los personajes. Samuel D Hunter, autor de la obra original, es también el escritor del guion, y parece no haber aprovechado las nuevas posibilidades que le permitía el cambio de plataforma.
La ballena pasa sus casi dos horas haciendo equilibrio entre el drama y el panfleto. Algunas de las escenas de Charlie (cuyo maquillaje pelea por el Oscar) buscan la empatía, incluso cuando lo vemos darse una ducha, pero cuando llegan los atracones parece que estuviéramos frente a golpes de efecto. La denuncia contra el sistema de salud estadounidense, que podría haberle dado al protagonista una mejor calidad de vida, se pierde entre griteríos y pataletas adolescentes. La que casi siempre está bien es Hong Chau (también nominada) en el papel de Liz, enfermera y amiga de Charlie, cuyo equilibrio es entre el consentimiento y el apoyo a la autodestrucción. El elenco es corto y está formado por ovejas negras. O ballenas blancas.
Ellas hablan
Nominada a mejor película y mejor guion adaptado, Ellas hablan es la adaptación que hizo Sarah Polley (guionista y directora) de una novela de 2018, inspirada a su vez en las mujeres de una colonia menonita que sufrieron decenas de ataques sexuales después de haber sido sedadas con anestesia para animales. Los hechos, al principio, habían sido tomados como actos de locura, o hasta como ataques demoníacos.
La historia comienza con el horror consumado, uno de los responsables detenido, y los hombres de la colonia viajando para conseguir la libertad condicional de los abusadores. Ese momento es aprovechado por las mujeres de la colonia para decidir cuáles serán los pasos a seguir. El empate en un plebiscito obliga a una suerte de balotaje de referentes, que serán las que decidirán si se inclinan por la opción “quedarse y pelear” o por la opción “huir”.
A Polley no le importa tanto mostrarnos el granero en el que se lleva a cabo la conversación, sino los rostros y los movimientos de las mujeres que argumentan, discuten y cambian de opinión después de cada testimonio. Por momentos salimos de ese espacio (no tan) cerrado, pero el peso narrativo vuelve a esas mujeres, que finalmente pueden hacer lo que dice el título.
Entre las actuaciones más destacadas se encuentran las de la siempre impecable Jessie Buckley, que interpreta a Mariche, y la de Michelle McLeod en el papel de Mejal, aunque hay una fortaleza en el conjunto que se forma cuando se suman a Rooney Mara, Claire Foy, Sheila McCarthy o Judith Ivey.
Ellas hablan es la hipérbole de una realidad de escala mundial, pero también es trágicamente verosímil. Quizás por eso las conversaciones sobre género, derechos y hasta sobre teología estén alejadas de la sutileza con la que al comienzo se describen los ataques. Polley sabe que con sutilezas se ha conseguido poco.
La ballena. De Darren Aronofsky. Estados Unidos, 2022. Con Brendan Fraser y Hong Chau. Ellas hablan. De Sarah Polley. Estados Unidos, 2022. Con Rooney Mara y Claire Foy. Ambas en varias salas.