Según los conocedores, el estilo del boxeador mexicano se distingue por una ofensiva constante: no retrocede, siempre va hacia adelante y plantea el combate a corta distancia de su oponente, aprovechando cada apertura para golpear. Aquellos que usan esta técnica son conocidos por su resistencia y capacidad para soportar golpes.

Aunque en La Máquina, la miniserie que acaba de llegar a Disney+ protagonizada por Gael García Bernal y Diego Luna, el boxeador protagonista no está en su mejor momento, bien se pueden reconocer estas mismas características en la propia narrativa de la serie, dado que avanza de manera constante y pareja, sin vacilar nunca en su relato; propone giros y situaciones en cada episodio, como un rápido uno-dos sobre el adversario. Sus personajes, sin importar lo mal que lo pasen, van a seguir allí, de pie, hasta que suena la campana.

La Máquina del título es el apodo del boxeador Esteban Osuna (Bernal), un campeón ya veterano que se juega el título en la que sin duda debería ser su última pelea. Muy venido a menos físicamente, paga el costo de una vida de excesos de droga y alcohol. En los primeros minutos de esta serie, La Máquina pelea y pierde, para gran desgracia de su mánager y mejor amigo, Andy Luján (Luna).

Todo aparenta ser el fin para ambos, boxeador y representante, y cabe decir que la idea no termina de desagradar a Esteban, quien ya está en paz con eso de dejar atrás la vida arriba del ring (de la que sufre variadas consecuencias, entre ellas una serie de alucinaciones que será más y más problemática). Su exesposa y amiga Irasema (Eiza González) trata de hacerle entender que mejor así, que bien está lo que bien termina, pero Andy utiliza todas sus artes y mañas para conseguir una revancha relámpago, que nadie −incluido Esteban− piensa que puede ganar. Sin embargo, hay fuerzas operando más allá del conocimiento de nuestros protagonistas, lo que no tardará en sumar problemas al relato y volver todo este asunto algo muy peligroso.

Con ambición, La Máquina se propone como un circo que funciona en simultáneo en varias pistas. Por un lado, es una historia deportiva: la última oportunidad para el boxeador campeón de triunfar o, por lo menos, irse con la frente en alto. En paralelo, es el relato de una amistad tan fuerte e intensa como complicada entre Esteban y Andy. Luego, es tanto un drama como una comedia, en un balance muy funcional que entrega tensión y risas parejamente.

Para que todo lo anterior funcione, hay que tener bien firmes las manos en todos los botones, lo cual se logra, ante todo, gracias a la labor entregadísima de la dupla protagónica, con un Bernal contenido (al que por momentos cuesta creerle que sea ese boxeador, aunque esté venido a menos; todo hay que decirlo) y un magistral Luna, en un personaje arrollador. Andy, con la cara toda hinchada por el bótox, con la respuesta rápida en la punta de la lengua, con la mirada desbordada y por momentos perdida frente todo lo que pasa, es una criatura tremendamente lograda y quizás sea la mejor actuación del actor en lo que va de su carrera. Un gran personaje.

El guion de Marco Ramírez y Fernanda Coppel (sobre una historia original de Bernal, Luna, Julián Hevert y Mónika Revilla) es aprovechado por el director Gabriel Ripstein para generar un vértigo, una adrenalina, que se sostienen en cada capítulo. Es tanto lo que ocurre que da la impresión de que cada episodio tiene más de los 50 minutos que marca. A los sucesos de las tramas principales hay que sumarles los del nutrido y talentoso elenco secundario (destacan el cubano Jorge Perugorría con el mejor personaje de la serie, Karina Gidi y Raúl Briones). Además, la cierra con mucha altura.

Esta ficción les permite a Bernal y Luna volver a actuar juntos y, además –dicho esto como valor agregado–, es muy mexicana. Encima, aprovecha una increíble banda sonora pop que dan ganas de dejar en repeat. Es una gran sorpresa esta Máquina, que cumple todo aquello que propone: boxeo, amistad, drama y mucha comedia.

La Máquina. Seis episodios de 50 minutos. En Disney+.