Tentada por la convocatoria anual A Escena del Centro Cultural España (CCE), en la que se suelen proponer una decena de textos de autores españoles, la directora Laura Báez empezó a imaginar un proyecto. Para decidirse por una historia, aplicó un primer filtro, de acuerdo a la disponibilidad de autoras: “Me fijé qué obras de mujeres había y traté de usar cierto sexto sentido, no sé cómo llamarlo, para ver qué me decía el título, y de ahí seleccioné tres”. El primero que leyó fue El peso de un cuerpo, de la argentina radicada en Barcelona Victoria Szpunberg. 

“Es intenso, me dejó una sensación muy clara”, recuerda Báez. Aunque continuó revisando las otras piezas que había pedido, no podía sacarse de la cabeza aquella primera impresión. “Definitivamente me llegó y además también hay cosas que yo me planteo muchas veces. En ese texto estaba todo; estaba mi punto de vista, de una forma maravillosa, porque ella vivió una situación parecida: se hizo cargo de su padre durante unos cuantos años, después de que tuvo un ACV. Entonces fue como que vomitó este texto. Te llega desde ese lugar, de que no es nada descabellado lo que sucede”. 

Igualmente, aclara que no se trata de una autoficción, si bien está basada en la experiencia de la dramaturga, que se hace cargo de su padre, un exiliado argentino en España, a través de una historia que habla de la realidad de los adultos mayores y del sistema de salud en Barcelona. “Pero eso se traduce a todo el mundo, porque acá no hay una diferencia. El planteo que ella hace es de una llegada muy grande. Por eso me parece un texto que es necesario poner en escena”, argumenta Báez.

A medida que las generaciones de escritores maduran, ciertos temas, como la autonomía, la pérdida de facultades, el sostén emocional y económico, van ganando lugar en la cartelera. En este caso se estructura con cuatro intérpretes, dos actores y dos actrices (Andrea Macarena Hernández, Mateo Silva, Mariana Maeso, Gerónimo Pizzanelli). En el rol protagónico, Olga, la hija de un adulto mayor, prácticamente está en escena durante toda la obra; luego está el personaje de Iván, y los otros dos actores interpretan varios personajes que aparecen en la obra, como la directora de un residencial de ancianos, el médico y el ruso, un empleado de una casa de empeño. 

El proceso de ensayos fue acorde a la densidad del asunto, porque, además, el personaje de Olga tiene muchos parlamentos y, como explica la directora, no basta con memorizarlos. “Siempre consideré que para que un texto empiece a fluir, tiene que tener mucha práctica”, dice, y a raíz de eso viene reuniéndose con los protagónicos desde fines de marzo, en tanto que los dos restantes se sumaron a ensayar en julio. 

Aflojar y entender

El elenco logró, según confía la directora, un estado de compatibilidad que los hace hinchar por el espectáculo. Por eso aspiran a ofrecer algunas funciones más, después de presentarse en el Solís esta semana, ya que tienen los derechos de la pieza por 2024. 

Ante la pregunta sobre si considera que el público debe prepararse para ver una obra dura, Báez observa: “Dentro de la experiencia de la autora, que vivió todo esto, tiene puntos de fuga que no la hacen sentir tan pesada; tiene zonas de humor, tiene incluso música en vivo y tiene también algunas escenas que son bastante bizarras. Creo que eso también complementa la tragedia que está viviendo el personaje; la hace más llevadera”. 

“Es una obra que tiene que ser vista, porque tiene que haber algo que quede en el público. Tiene que generar esas preguntas necesarias para poder cambiar o por lo menos para tener el intento de empezar a cambiar esta situación de que, en la medida que vamos creciendo, vamos perdiendo beneficios, hasta que llegó un punto en que estamos del otro lado. Vamos perdiendo derechos, ya sea en el trato en un hospital o en un residencial. No es justo que un residencial te cobre por mes 90.000 pesos cuando una jubilación mínima no llega a la octava parte, y también hay que ver cómo eso afecta al universo de la familia”, apunta, “porque tener una persona en esas condiciones es totalmente absorbente”. 

La obra fue premiada por la convocatoria del CCE en convenio con la Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático Margarita Xirgu y el Teatro Solís. La puesta en escena cuenta con el apoyo de la Comisión del Fondo Nacional de Teatro.

El peso de un cuerpo. 1º, 2 y 3 de octubre a las 20.30 en la sala Zavala Muniz (teatro Solís). Diseño y producción: Claudia Sánchez. Entradas $ 600 en Tickantel. 2x1 para la diaria.