Hemos visto muchas veces a Adriana Ardoguein y Marcel Sawchick trabajar juntos, y seguramente en 2018 unas cuantas personas hayan quedado extasiadas ante la puesta en escena de Lúcido, la obra de Rafael Spregelburd, en el teatro Victoria. Allí convivían lo onírico con la comedia, el surrealismo y el realismo de manera magistral. Tratándose de investigadores tan arriesgados como apasionados, su amalgama en La parede medianera es una garantía de calidad.
Marcel Sawchik Monegal es dramaturgo, actor, director, docente y técnico en comunicación social de UTU. Su formación incluye la Escuela de Acción Teatral Alambique y durante décadas ha participado en diversos talleres nacionales e internacionales de dirección, dramaturgia, maquillaje artístico y clown. Desde 2004 es docente de arte escénico y cofundador de la Escuela Teatro Cero y Kalima Teatro. También ha sido docente en Polizónteatro, en la Escuela Municipal de Arte Escénico de Maldonado y en la Escuela de Acción Artística (antes Escuela de Comedia Musical).
Ardoguein es egresada de la Escuela Teatro Circular de Montevideo. Como actriz ostenta una trayectoria notable de más de 30 años y durante gran parte de esta también se ha desempeñado como vestuarista. Comparte con Sawchick parte de su formación y de su trabajo, pero además ha estudiado largamente en España, Francia y Argentina. Esta no es su primera dirección: la preceden Titanes, El maestro del sueño, Lo Fausto, Los últimos días del Lucero Oriental y El cordero y el mar. Completa el elenco de La pared medianera Nicolás Suárez, egresado de la Escuela Teatral Puerto Luna y formado en clown en la Universidad de Bellas Artes – Tucumán. Ha participado en más de una docena de obras teatrales junto con Gabriel Calderón, María Dodera y Nelson Flores.
En esta oportunidad los tres abordan un texto de Nut Monegal, una escritora uruguaya radicada en París desde hace varias décadas, autora de las novelas Para un jardín en otoño y Sosías. Tía de Sawchik y prima del crítico Emir Rodríguez Monegal, la escritora crea atmósferas magnéticas que ahora son potenciadas por el trabajo teatral en una pequeña habitación cargada de intensidad, en una bienvenida promiscuidad con el público.
Si bien sus inicios estuvieron vinculados a la novela y la poesía, Nat Monegal incursionó en la dramaturgia con Combate a puerta cerrada. La obra profundizaba en la situación de la inmigración forzada en paralelo con el resurgimiento y ascenso de los movimientos de ultraderecha en Europa, con impacto en países del Tercer Mundo. Ardoguein fue parte de ese montaje y desde entonces siguió vinculada a la autora.
En La pared medianera se buscó atravesar las distintas capas presentes en la obra a través de un proceso de investigación. La directora cuenta que abordaron las situaciones escénicas desde la generación de atmósferas emanadas por cada persona-personaje, investigaron los rituales cotidianos que los definen y distinguen, las materialidades alternas surgidas de la observación de un animal asociado a cada personaje e incluso entrenaron una nueva materialidad: la surgida del residuo que ese pasaje por un animal no humano fue dejando en cada personaje. A nivel conceptual, dice Ardoguein, fue central trabajar la figura del doble.
En la obra, “el equipo quiso tocar dos tópicos de enorme valor: cómo nos posicionamos frente a una realidad que excede todos los límites del respeto por la vida y cómo nos relacionamos en un mundo enfermo de incomunicación en parte por la imposibilidad de escucharnos y en parte como resultado de un sistema que hace todo lo posible por distraernos de lo verdaderamente importante”, explica la directora.
Para ello eligieron una sala prácticamente desconocida dentro del circuito teatral: el escenario de la Escuela Nacional de Declamación. Según Ardoguein, “la arquitectura del lugar refuerza y potencia las atmósferas” en que buscaron sumergir al público, a la vez que permite que la obra “sea vista desde un ejercicio de voyeurismo en el que cada persona que asista será parte del espacio privado de esos personajes, no sólo por conocer sus pensamientos y secretos, sino por invadir su lugar de residencia, instalándose dentro de su casa. Entonces, la proximidad entre público y personajes y la proximidad entre la historia contada y el presente que habitamos probablemente generen la identificación de cada persona con algo o alguien; algo que le resuene, algo con lo que se identifique o alguna capa que lo represente”.
La pared medianera. Sábado a las 21.00 en la Escuela Nacional de Declamación (Rodó 1112). Entradas $ 600 en Redtickets. 2x1 para la diaria