Los Tiny Desk Concerts (algo así como “conciertos en el escritorio chico”) surgieron en 2008 cuando Bob Boilen y Stephen Thompson, presentador y productor de la National Public Radio (NPR), fueron a ver a la cantautora indie Laura Gibson a un bar de Austin en el marco del festival South by Southwest. Al parecer, el resto de los parroquianos del establecimiento no estaban en plan contemplación silenciosa y el show se frustró por el barullo. Entonces Thompson, para animar a la compungida Laura, la invitó en broma a que fuera a cantar al escritorio de Boilen en los estudios de la radio, en Washington, sin imaginar que estaban a punto de inaugurar uno de los ciclos musicales más exitosos e influyentes de la actualidad.

Desde entonces, cientos de artistas pasaron por el set más atiborrado del planeta, empezando por buena parte de la escena emergente del país norteamericano hasta estrellas del calibre de Sting, Adele, Taylor Swift, Alicia Keys, C Tangana, Café Tacvba o Dua Lipa. La premisa es siempre la misma: el escenario es la icónica oficina de la emisora, la presentación se graba en una toma y luego se publica en el canal de Youtube de NPR Music, que por estas fechas acumula más de 12 millones de suscriptores y supera los 4.000 millones de visitas.

En 2021, y en el marco del “mes de la herencia hispana”, la serie inauguró El Tiny, un especial anual dedicado a artistas de América Latina, “destacando la riqueza, diversidad e influencia global” de nuestra música. Ca7riel y Paco Amoroso explotaron en 2024 tras su presentación en el pequeño escritorio y algo similar sucedió hace unas semanas con los títeres chilenos de 31 Minutos.

Detrás de la curaduría de estos dos fenómenos virales está Anamaria Sayre, una joven periodista californiana hija de padres mexicanos, quien conduce junto con Félix Contreras el programa Alt.Latino. En 2024, cuando fue elegida por la revista Forbes como una de las 30 personas menores de 30 años más destacadas de los medios, tenía 24 años y era la presentadora a tiempo completo más joven en la historia de la NPR.

“Cuando llegó esta noticia fue como: ‘¿saben quién soy?’. Estaba acá bailando en mi escritorio, disfrutando mi trabajo”, cuenta la colega periodista desde el otro lado del continente en conversación con la diaria, luego de “unas semanas locas”. “Lo que me ayudó este premio fue a sentirme más cómoda con mi edad. Porque es difícil ser mujer y joven, hay estereotipos de cómo tienes que ser, cómo te tienes que vestir. La gente llega al desk y espera que se acerque alguien más grande y yo: ‘Aquí estoy, yo estoy produciendo esto’”.

Contame primero qué es la NPR.

Es parecido al medio que originalmente sacó lo de 31 Minutos [TVN, la cadena de televisión pública de Chile]. Somos una radio pública y fuimos en parte financiados por el gobierno de Estados Unidos, pero ya somos completamente independientes, todo el dinero viene de la gente que nos escucha. Nuestra misión es hacer servicio público, intentar contar historias y de nuestro lado llevar artistas que representan diferentes partes de Estados Unidos. Personalmente tomé esta misión, porque es muy importante que representemos a todo el mundo. Al final la música toca a todo el mundo, a todos nosotros como humanos.

Hay una gran comunidad latina en Estados Unidos. ¿Tienen medido cuál es el peso de esta audiencia en los Tiny Desk?

Más del 50% de nuestro público son latinos, africanos americanos, etcétera. Y esto es de verdad muy distinto al público que escucha la radio, súper distinto. Por eso mismo creo que el Tiny Desk es el futuro, porque Estados Unidos va cambiando muchísimo, sigue cambiando.

¿Y fuera de Estados Unidos?

En el mundo, el top 5 de países es: Estados Unidos, Argentina, Brasil, México y España, y yo creo que en este momento estaría Chile también. Los latinos se sienten muy representados por esto. El de 31 Minutos no ha llegado mucho en Estados Unidos, creo que se ha quedado en Sudamérica y México. Pienso muchísimo en esto. Obviamente, ser latino en Estados Unidos es bien distinto que ser de Chile, de México, de cualquier parte de Latinoamérica. No sé si hay tanta conversación entre estas comunidades, pero creo que la música es una manera de empezar a conversar y a entender. Esto es para mí lo que más impacta de esta plataforma, tener un espacio para que gente que tiene las mismas raíces, pero crecieron en lugares, épocas y circunstancias muy distintas, pueda mirar el mismo show y llorar juntos.

¿En qué momento se les ocurrió que podía funcionar lo de 31 Minutos?

Somos un equipo de productores, no somos muchos, todos nosotros tenemos nuestros propios estilos. Cuando la gente dice “esta es una tiny desk banda”, para mí es como que ya la hemos visto, ya sabemos qué va a pasar. Lo que me interesa más es buscar bandas, artistas, que puedan mostrar algo distinto. Lo que pasó es que en enero empezamos a pensar qué podíamos hacer, pero no buscando otro Ca7riel y Paco, ya lo tuvimos. Quería pensar en otras partes de Latinoamérica, en otros países que no han sido representados todavía. Entonces, llegó un correo con un vimeo de 31 Minutos y pensé: “Títeres en el escritorio, podría funcionar”. Enseguida pedí videos de ellos tocando en vivo. No fue parte de mi infancia, no lo hice como fan, pero parte de mi trabajo es entender, intentar entender algo de la cultura de diferentes partes de los dos continentes; cómo se siente la gente, qué le importa a la gente. El punto es que al final yo estaba convencida de que podíamos hacerlo; hablé con el equipo y fue como: “pum, ya, vamos”.

Foto del artículo 'En la cocina del Tiny Desk: con Anamaria Sayre, periodista de la National Public Radio'

Supongo que fue todo un desafío montar este show detrás del pequeño escritorio.

Si llevas una tiny desk banda, nomás tienes que decir: “Chido, vente ya, lo hacemos, lo grabamos y cool”. En este caso, claro, fue mucho como back and forth. Cómo vamos a hacer esto, cómo van a acabar todos ustedes atrás del desk. Tenemos líneas limitadas de audio y todo el mundo está de verdad ahí cantando, entonces cómo vamos a hacer eso. Siempre es una práctica ver cómo podemos hacer todo sin bajar la calidad del producto. Es muy importante tener todos los micros, tener todas las cámaras, todo visible, todo grabado para tener control de la mezcla, porque nos importa mucho cómo suena. Al final, somos la radio pública, por eso estamos medio obsesionados con el audio, no podemos tener a todo el mundo cantando y no tenerlo clarísimo en la mezcla.

Más allá de que el ciclo está consolidado, ¿imaginaban este impacto?

Llevo cinco años haciendo el Tiny Desk y cada año va creciendo. Hemos tenido éxitos súper grandes, por ejemplo, Ca7riel y Paco. Creo que el año pasado algo cambió con esto, la gente no sólo está mirando estos conciertos, mirándolos normal, sino que está mirando todo el mes con expectativa, especialmente en Latinoamérica. Entonces, este año hice la selección, como siempre, pensando en representar a los dos continentes, pensando en nueva música, en leyendas, en artistas que deben tocar ahí, que tengan algo muy distinto que el mundo no puede dejar de verlos tocar en el Tiny, pero esto no lo esperaba; obviamente nadie esperaba la explosión de 31 Minutos. Para parte del equipo fue “vas a traer unos títeres de Chile, qué random”. No tenían ningún punto de referencia de lo que era.

Hace unos días MTV anunció que va a apagar definitivamente algunas de sus señales. Por ahí decías que los Tiny Desk son parte del futuro. ¿Están ocupando ese espacio?

Hay mucha gente que dice que el Tiny Desk es como el MTV Unplugged moderno. Claro, cuando hablamos de periodismo de medios en Estados Unidos mucho va cambiando, no es una época fácil. No puedo decirte lo que va a pasar y de verdad no intento pensar mucho en esto porque, hasta que cierren las puertas, vamos a seguir con este trabajo. Lo que me interesa pensar es que ya llevamos muchos años de muchos medios de Estados Unidos siendo súper impactantes en diferentes partes del mundo; yo pienso mucho en Latinoamérica, y no sé si estos medios han pensado en este público. Y esto es algo que me importa mucho como programadora: si ustedes son impactados por estos conciertos, se merecen tener sus artistas, su cultura ahí representada.

En ese sentido debe ser cada vez más desafiante hacer la selección.

La gente debe estar imaginando un proceso súper complejo. No es ciencia, es un proceso de corazón. Mucho es mi corazón y el de mi compañero Félix Contreras. Como te dije, no soy de Chile, ni de Uruguay, ni de Argentina. Parte del trabajo es ser periodista y pensar qué le importa a la gente, qué toca a la gente. Me importa muchísimo llevar artistas que dicen algo de dónde son o de sus experiencias o de a dónde vamos. Es más eso el proceso. Y a veces también decir “bueno, a ver qué pasa”.

En los Tiny Desk no hay un cachet para el artista y tampoco ustedes cobran por esta producción. Más allá de que son evidentes los beneficios para ambas partes, no deja de ser muy simbólico en estos tiempos ese modelo colaborativo.

Tengo un amigo chef chileno, estuve comiendo con él y le preguntaba: “Ricardo, ¿por qué no sos un superchef?”. Y me dice: “Porque yo hago la comida como lo hace tu abuela. Siempre estoy súper emocionado de hacerlo por cariño, por amor y nunca pienso en el dinero”. Creo que de alguna manera es parecido a esto. Nos importa mucho que todo el mundo se sienta súper cómodo, como en casa, en familia, que pueda ser la casa de la abuela, y creo que este ambiente no sería posible si hubiera dinero ahí. Hoy en día el dinero es parte de la música, pero la música no viene del dinero. La música es una de las cosas más integrales que tenemos, de lo más puro, todo el mundo tiene música dentro de sus cuerpos, dentro de sus corazones. Pero claro, en este momento es un supernegocio. Los artistas cuando llegan al Tiny es como, “guau, nadie me está pagando, yo no estoy pagando nada y llego aquí nomás por el amor de la música, por el amor de mi arte y ya me siento súper en casa, en familia”.

Eso se transmite en la pantalla. ¿Cómo es el rodaje, se ensaya, hacen muchas tomas?

Es una toma. Esto les da miedo a los artistas, pero a mí me encanta. Lo hacemos así porque sale súper natural, a la gente le encanta cuando hay mistakes, se ven muy humanos. Esto es muy importante; ahora mismo que tenemos todas las redes y los filtros del mundo, ver a un artista ahí siendo un humano lo vale todo.

Por el momento, el único músico uruguayo en tener su Tiny Desk es Jorge Drexler. ¿Qué podés destacar de su show?

El de Jorge fue la primera vez que pusimos subtítulos en los videos. Ahora los ponemos en todos los videos, pero fue como “no podemos sacar un Tiny Desk de Jorge Drexler sin poner captions, no tiene sentido”. Así que ha sido un mojón importante.

¿Tenés algún artista en especial que te encantaría convocar?

Juan Luis Guerra es uno de ellos.

Hace unos meses Donald Trump firmó una orden ejecutiva para suspender la financiación federal a la NPR y a la cadena de televisión PBS argumentando que no eran imparciales. ¿Qué reflexión te merece?

Esta es una opinión personal, es súper complicado todo lo que está pasando con la financiación federal, pero nosotros ya somos independientes, trabajamos sin pensar en ellos, sin pensar en lo que quiere el gobierno. De verdad, estamos súper libres. Para mi trabajo fue como seguir igual, hasta que cierren las puertas [risas].

¿Sentís que tu trabajo pueda ser perseguido por estar vinculado a la comunidad latina?

Soy periodista, no puedo tener ninguna opinión de las políticas, pero ser latino en este momento en este país, objetivamente, es algo al final muy político. Lo que está pasando con Benito en el Super Bowl [la Liga de Fútbol Americano anunció como espectáculo central de la final 2026 al artista puertorriqueño Bad Bunny, y esto generó críticas de Trump], todo lo que les está pasando a los latinos en este país, y claro, ser presentes, ser visibles, publicar arte, sentir arte y ser latino a la vez, en este momento, es algo súper político. Pero yo, como periodista, no siento que esté haciendo política. De verdad, están moviendo la línea y yo voy a quedarme donde estoy, no me voy a mudar con ellos para darles el espacio. Todos nosotros tenemos que seguir viviendo como somos; si es político, pues así es.