La fiesta fue villera. Cerro festejó de lo lindo, en una tarde inolvidable y digna de un clásico. Maureen Franco fue la gran figura al clavar dos pepinos que valieron la entrada. El delantero fue una fiera en el ataque; anotó un golazo de tiro libre, hizo otro en posición adelantada y regaló lujos con cada gesto técnico. La mala para los suyos llegó en la zona mixta cuando ya había terminado el partido: Franco anunció que su ciclo con los cerrenses había llegado a su fin. “No tiene nada que ver con el sondeo que hizo Nacional en el anterior período de pases. Les quiero dar la chance a los pibes. Me despido con una victoria y dos goles en un clásico. Ahora voy a disfrutar de mi familia”, tiró.

El día antes, en un hecho lamentable, se ensució la fiesta del barrio con una pintada que amenazaba a Luis Ronco López, que terminó renunciando a su cargo tras la derrota de Rampla. Se tomaron los recaudos necesarios con el refuerzo del operativo de seguridad para que el clásico se pudiera jugar en paz. Fue algo que pasó, pero que claramente influyó en el juego y en el transcurso de un partido trabado y no muy bien jugado.

De arranque, pasó de todo. Una jugada rápida terminó en el gol villero tras un mal despeje. Cuando la guinda bajaba, Nicolás González la cabeceó hacia atrás y dejó solo a Franco en el área. El delantero estaba claramente en offside, algo que no advirtió el línea Carlos Pastorino, pero poco le importó al duraznense, que la bajó con un gran gesto técnico y la pudrió contra el palo. A los pocos minutos llegó la respuesta picapiedra: se escapó Matías Cóccaro y, cuando se iba en el área, Yonathan Irrazábal lo tocó. No pareció falta, pero Esteban Ostojich lo sancionó y fue penal para la visita. Diego Martiñones tuvo la chance de igualar, pero su remate salió al medio y el golero cerrense le adivinó la intención.

Por si fuera poco, unos minutos después se complicó para los dos. Una escaramuza con empujones e insultos decretó la expulsión de un zaguero por bando: Juan Izquierdo en el local y Mauro Brasil en la visita. El 4-1-3-2 que paró Fernando Correa pasó a un 4-3-2 con Richard Pellejero como zaguero. Luis López, que paró un 4-4-2, también pasó a 4-3-2, pero sacó a Santiago Correa del mediocampo y puso a Gonzalo Rizzo.

El complemento arrancó con una gran presión ramplense. Cuando parecía que los del Ronco estaban muy cerca de empatarlo, la tarde se complicó. Primero porque el equipo se quedó con nueve jugadores tras la expulsión de Hugo Dorrego, y luego porque su rival puso el segundo. Quedó un tiro libre servido al borde del área, con perfil ideal para un derecho, pero Franco hizo todo al revés. Se paró con su clásica pose previa a un zurdazo y tomó pocos pasos de carrera. El remate fue perfecto; un misil en diagonal que se coló contra el palo de su coterráneo Odriozola, que no pudo sacarla. Hasta el final se hizo cuesta arriba para la visita y todo fue más fácil para los albicelestes, que pudieron y debieron liquidarlo antes.