Atlético Bella Vista, de Paysandú, le ganó la final de la Copa Nacional de Clubes de la Organización del Fútbol del Interior (OFI) a Central, de San José, y se consagró como el mejor equipo del país. Los papales sanduceros consiguieron su segunda copa: en 1977 lograron su primer título; en 1981 ganaron la Supercopa de Copas Campeones del Interior, y en 1998 se quedaron con el Torneo de Clubes Campeones del Interior –oficiaba como copa de clubes; hubo dos campeonatos en el interior de 1998 a 2000–. Todo esto es historia de la buena, necesaria para caminar y para llegar al presente en el que Bella Vista volvió a dar una vuelta olímpica. Los sanduceros fueron unos formidables campeones. Ser campeón siempre es por justicia, porque llegaste hasta ahí e hiciste méritos para ser el mejor. Es así. En este caso, Bella Vista concretó con la vuelta olímpica –ese sello del éxito necesario– un campeonato casi perfecto. A su rival de ayer, el durísimo y vigente campeón Central, le ganó las cuatro veces que lo enfrentó en la copa: dos veces en la serie, 1-0 y 2-0, y otras dos veces más en las finales: 1-0 en Paysandú, la semana pasada, y 2-0 ayer, en el estadio Casto Martínez Laguarda, de San José. Para redondear una campaña notable, los sanduceros terminaron la copa de la divisional A con una sola derrota (con Nacional en San José) en 12 partidos; la segunda fase, los mata-mata, la pasó con autoridad: ganó cinco partidos y empató uno (con Ituzaingó de Maldonado).

La vida es bella

En los números ya quedó claro que Bella Vista es el campeón. En la cancha, la diferencia también estuvo marcada a su favor, adentro y en las tribunas, porque viajó muchísima gente hasta San José, pudo besar la copa y emprendió la caravana mágica hacia el pueblo. Los jugadores dieron la talla, empezando por el fondo. El chiquilín de 18 años Luca Giossa fue uno de los puntos altos en el arco: cuando recibió los embates de Central, cuadro guerrero, se las arregló bien para sacarlas, volar y dejar el 0 en su valla. En defensa, fueron un infierno sus compañeros (Juan Bicca y Darío Calabuig, por nombrar un par), en la mitad de la cancha Ricardo Mattiauda y Diego Andrada anduvieron muy bien, y precisamente Andrada marcó el primer golazo de la tarde. A los 22 minutos del segundo tiempo, cuando Central ya empezaba a apilar jugadores en ataque –necesitaba ganar para ir al alargue–, apareció el número 10, que la mató de pecho y la puso en el ángulo derecho del floridense Fabio García, que a pesar de su estirada no la pudo sacar. Los maragatos, ya con el goleador Pablo Cabrera en la cancha acompañando a Michael Fumero y con la inclusión también de Juan Pablo Guardado, se mandaron con toda y dejaron algunos espacios que aprovechó Bella Vista. Y los goleadores aparecen, en este caso, por duplicado. Primero, Juan Tito Andreoli tomó la pelota por el sector derecho, la tiró larga y la fue a buscar, se barrió y se la quedó antes de que se fuera de la cancha, se metió en el área y tiró un centro que cruzó toda el área para encontrar a su compañero de ataque, Gonzalo Ángelo, que adentro del área definió con calidad HD: golazo, 2-0 y vuelta olímpica, porque los últimos momentos fueron de pura entrega y de espera para festejar. Hay un nuevo campeón del interior, y en Paysandú, como reza una bandera, “la vida es Bella”.