La Liga Femenina de Básquetbol se creó en 2017; anteriormente, los equipos montevideanos disputaban el Torneo Metropolitano Femenino Uruguayo y en el resto del país solamente había torneos regionales. Defensor Sporting, Cordón, Deportivo Paysandú, Goes, Nacional, Malvín, Capurro y Albatros fueron los primeros equipos participantes. Malvín se coronó campeón tras disputar la final con Defensor Sporting. Al siguiente año se sumaron Aguada, Atenas, Bohemios y Hebraica Macabi. Bohemios le ganó la final a Malvín.

En 2019 también participaron Aguada, Atenas, Bohemios y Hebraica Macabi, mientras que no se presentaron Goes, Albatros ni Nacional. Para 2019 volvió Albatros, no estuvo Deportivo Paysandú y sí se presentaron Olivol Mundial y Remeros, el único equipo del interior. Nuevamente la copa quedó en Malvín, tras disputar la final con Defensor.

El Torneo Cebiñé Pereyra de 2020 lo disputan Capurro, Yale, Montevideo, Malvín, Remeros, Bohemios, 25 de Agosto, Defensor, Deportivo Paysandú, Aguada y Hebraica. El Centro de Entrenamiento de la Federación Uruguaya de Basquetbol (CEFUBB) y Remeros de Mercedes son las dos canchas habilitadas para disputar el torneo que se organizó dividiendo a los 11 equipos en dos grupos, con partidos todos contra todos en dos rondas de local y de visitante. Los tres mejores de cada serie clasificarán a la ronda por el título, y los cinco restantes disputarán un reclasificatorio. En la segunda ronda se tomará en cuenta el puntaje obtenido en la primera y sólo se enfrentarán los equipos que estaban en grupos distintos. Los cuatro mejores de la ronda clasifican a los playoffs para la Copa de Oro y los otros dos a la Copa de Plata junto con los dos mejores del reclasificatorio. Los tres de menor puntaje quedarán en la de Plata.

Entrenamiento del equipo de basquetbol femenino en el club 25 de agosto.

Entrenamiento del equipo de basquetbol femenino en el club 25 de agosto.

Foto: Natalia Rovira

Caras nuevas

Juan Loureiro como entrenador, Patricia Navarrete como profesora y Quique Berhouet como auxiliar conforman el cuerpo técnico de 25 de Agosto, que se sumó este año a la competencia.

Con diversas actividades han logrado que las chicas del interior no paguen la cuota social y algunas tengan viáticos para los pasajes. “A pesar de no ser profesionales queremos que no sea un gasto para ellas jugar al básquetbol, para que no dejen y se lo tomen lo más profesional posible”, explica Berhouet.

Entrenamiento del equipo de basquetbol femenino en el club 25 de agosto.

Entrenamiento del equipo de basquetbol femenino en el club 25 de agosto.

Foto: Natalia Rovira

El principal objetivo es consolidar al equipo en las dos categorías federadas y que el año siguiente se completen todas las categorías, desde minibásquet a mayores; el otro objetivo es deportivo, a pesar de ser el primer año del plantel: “No nos tenemos que marear, el año que viene tiene que estar consolidado el equipo, tenemos que lograr que las chicas se quieran quedar porque disfrutaron y el club las atendió bien, pero no hay que tener miedo de decir que este equipo quiere llegar a una final de liga uruguaya”, sostiene Berhouet, quien agrega que “las niñas ya conocen el básquetbol, les gusta y quieren jugar. Con eso hay que trabajar. Queremos presentarles algo lindo, que la cancha esté en condiciones y tener un vestuario sólo para las mujeres, que ya está haciendo el club”.

Durante todo setiembre, 25 de Agosto jugará con un distintivo en la camiseta con los colores de la diversidad, una iniciativa de las deportistas.

De la vieja escuela

Daniela Larrosa es la capitana de Aguada. Empezó jugando de niña hasta los 18 años, cuando comenzó sus estudios, y 20 años después volvió, porque para ella el basquetbol es “el deporte que más te une. Trabajar en equipo es lo que te ayuda a salir adelante, porque una cabeza sola no puede hacer todo”, dice, y recomienda: “Si les gusta, denle prioridad, se puede entrenar y estudiar a la vez, el deporte te ayuda en la salud y en la vida misma”.

De su primera época en las canchas, la capitana recuerda que sólo cinco clubes competían, y reflexiona: “Cada vez me doy más cuenta de que los prejuicios se están yendo. Lo que ha crecido es impresionante. Era impensable el nivel con el que hoy llegan las chicas, es muy alto”, considera.

Larrosa es la líder de de un grupo que se está terminando de formar. Se fueron siete compañeras y hubo ocho incorporaciones. La pandemia, que tanto supo alejar, en este caso unió: “Hacíamos las prácticas por Zoom. Muchas no nos conocíamos las caras porque recién habíamos empezado, pero estuvimos más unidas que nunca”.

El básquetbol de mujeres funcionaba dentro las formativas de Aguada –incluidas las mayores–, pero eso ya no sucede. Como consecuencia, las aguateras se hicieron cargo de lo contable y lo administrativo. Por eso, más allá de los resultados en lo deportivo, valoran el esfuerzo que están haciendo. “Queremos ganar, pero la unión que se está logrando este año es cien veces más valorable que ganar un campeonato”, afirma Larrosa. Como en todos los demás equipos, abonan una cuota para poder jugar. Paralelo a eso, hacen movidas –como una campaña de venta de pizzas– para sustentarse. Además, buscan patrocinadores para mantener los gastos de las dos incorporaciones extranjeras: la argentina Luciana Chagas y la estadounidense Diamond Richardson.

Entrenamiento del equipo de basquetbol femenino en Aguada.

Entrenamiento del equipo de basquetbol femenino en Aguada.

Foto: Natalia Rovira

“Que tengamos que seguir pagando para jugar le saca un poco la importancia a lo que estamos creciendo, pero se están dando pasos gigantes: ni pensábamos en traer extranjeras y los dirigentes apostaron a nosotras, la federación está trabajando muy bien, lo que denota que se está apostando al básquet femenino; algunas no tienen la mayoría de edad y el nivel es imponente, son el futuro”.

Del interior, Remeros de Mercedes

El año pasado, por ser la primera experiencia y para amortiguar los costos de viaje, Remeros de Mercedes ingresó en la segunda parte del año. No le fue mal: salió campeón de la Copa de Plata. Este año, intentando crecer, han tenido incorporaciones de Fray Bentos, Dolores, Paysandú y Salto. “Eso hace que Remeros sea el representante del interior, más que nada del litoral”, explica la jugadora Paola Giovio.

El club aceptó el proyecto ofreciendo la infraestructura, pero de lo económico se encarga una subcomisión de básquetbol femenino conformada por las jugadoras, que buscan patrocinadores y venden rifas para competir todo el año. Con estos fondos lograron conseguir viajar en micro: “Era un desgaste físico muy grande manejar, jugar, volver, llegar de madrugada. Ahora estamos descansadas y a la vuelta venís haciendo grupo. Te da un valor agregado que los demás equipos no tienen, el grupo se va afianzando en otras cuestiones”, sostiene Giovio.

Actualmente hay 75 niñas y mujeres jugando desde los siete u ocho años hasta las mayores. El cuerpo técnico está formado por Christian Hourcade y el profesor Gustavo Hugo. “Mercedes es una ciudad muy basquetbolera y, como no empezó la actividad local de varones, están poniendo foco en el femenino”, explica Giovio.

En lo deportivo buscan estar entre los cuatro de arriba y jugar los play off de oro. Pero “el objetivo principal de Remeros es ser competitivo, respetado, que le dé pelea a todo, con mucho carácter y actitud; también promover el básquet de las niñas en la ciudad, que se sumen a jugar desde muy chicas formándose en el club, y que otro clubes se contagien de lo mismo, porque acá el deporte se vive mucho, pero a la mujer le cuesta un poco más tener ese espacio”, finaliza la pivot.

Ocupar todos los espacios

Gloria Daners es micropaleontóloga y nadadora profesional. Desde este año es la presidenta del básquetbol femenino. Su padre fue jugador de Welcome y creció yendo a verlo. En 2014 volvió a las canchas para llevar a su hijo al mismo equipo.

“Aprendí de mis padres que la forma de comprometerse con el deporte de los hijos es involucrarse”, explica, por lo que colaboró siempre en la comisión de formativas de Welcome, donde trabajó seis años como delegada. Cuando dejó este voluntariado le ofrecieron la presidencia del femenino y recibió la oportunidad “con compromiso y esfuerzo para que las cosas salgan bien; es un camino de aprendizaje total, porque no conocía al femenino”.

Daners considera que el trabajo a desarrollar en esta nueva etapa es difundir y visibilizar, mostrar que el producto es interesante para que haya demanda y sea fácil conseguir patrocinadores. “Es una realidad que el nivel es bueno porque hay jugadoras uruguayas en la B de España e Italia. Técnicamente tenemos potencial”, dice.

En los últimos años se transmitieron por televisión las finales, hoy también se dan las estadísticas en vivo y se graban todos los partidos, que se suben a un canal de Youtube abierto. “Hay que cuidar el producto. Hoy tenemos 11 equipos participantes, entre ellos algunos tienen muchos años y están muy establecidos con un gran nivel, y otros están empezando. Entre unos y otros hay un escalón muy grande desde el punto de vista deportivo, y eso genera que haya partidos que no son los que van a captar a las personas ni a los patrocinadores. Está genial que esa plataforma esté para ellas, pero a la hora de televisar no te puede jugar en contra. Cuando el producto tome jerarquía y se establezca en el mercado la gente se va a interesar”, concluye sobre la posibilidad de transmisión de encuentros.

A diferencia del fútbol, los equipos de basquetbol uruguayo no están obligados a tener divisional femenina. “Es un tema que está en el tapete, pero la realidad es que no hay jugadoras suficientes al día de hoy. Tiene que ser un proceso, desde las formativas, para tener todas las categorías, y buscar alternativas; por ejemplo, que si no tienen femenino apadrinen a uno y le den apoyo”, argumenta la presidenta.

Su sueño es lograr una liga nacional. “Lo que hoy tenemos es un torneo metropolitano con Mercedes”, comenta, y sabe que, aunque sea en muchos años, llegará ese momento en que haya el doble de equipos compitiendo y de más departamentos, porque el básquetbol es de mujeres y varones, y las niñas pueden, deben y quieren jugar a cualquier deporte.