Una charla con el Maestro Óscar Washington Tabárez, más que una entrevista puntual, es una oportunidad de escuchar a alguien que ha pensado, proyectado y ejecutado una obra indeleble en la historia del fútbol uruguayo de este siglo. Tabárez, casi recién salido de la inédita situación del seguro de paro, nos recibe en el complejo Uruguay Celeste. Antes de acomodarnos para la entrevista, que tiene tiempo estipulado como única regla porque después de nosotros vendrán otros con su cajón de preguntas, el Maestro sale a la antesala a recibirnos. Es una actitud más emparentada con lo familiar que con lo protocolar. Avanza él hacia nosotros, nos saluda, nos pregunta sobre nuestras vidas.

Es la misma donde, casi 15 años atrás, nos recibió cuando aún la diaria no había pasado por debajo de la puerta de ninguna casa, porque no había salido aún su primer número. Es el mismo lugar que Tabárez estaba conociendo porque, apenas unos días antes, el 8 de marzo de 2006, había firmado el contrato que volvía a vincularlo con las selecciones nacionales para poner a andar el “Proyecto de institucionalización de los procesos de las selecciones nacionales y de la formación de sus futbolistas”.

Desde aquel momento ha pasado mucho tiempo, muchos campeonatos, incluidos tres mundiales consecutivos y más de 150 futbolistas, en su enorme mayoría surgidos de aquella idea que hablaba de establecer políticas de selección y dar permanencia y continuidad a su organización. Hoy, en setiembre de 2020 y ante la eventualidad de una nueva Eliminatoria, Tabárez es claro: “Mientras se logre el objetivo, a mí no me importa si voy a estar o no. No es personal la cosa, lo importante es que se pueda seguir adelante con el proceso”. Aquella mañana de marzo de 2006 colocaba en la cápsula del tiempo de la diaria un mensaje casi idéntico: “Mi principal anhelo es que cuando me tenga que ir, sea por resultados, por dudas, por razones de edad o por lo que sea, esta manera de hacer las cosas sea continuada por otras personas. Si logramos dejar eso, será muy importante para el fútbol, pero fundamentalmente para los cambios culturales que pretendemos”.

Todo no se puede. Cuando uno pretende aprovechar el tiempo para plantear las inquietudes de agenda, más las que tenemos nosotros, más los desarrollos intelectuales y de profesión del entrevistado, sabe que no se logrará, pero aun así lo intenta. Así que hablamos de todo cuanto pudimos, sin saltearnos nada pero poniendo énfasis en lo que nacía de aquella charla.

Hablamos de lo que pasó. “Lo del seguro de paro fue complicado al principio. Cuando eso terminó y empezaron a vislumbrarse posibles fechas de reinicio de la actividad para la selección, mejoró. Sigue habiendo mucha incertidumbre y ha sido un daño muy grande”, confiesa Tabárez acerca de lo que se tuvo que dejar de hacer y del tiempo perdido que ya no se recuperará. Y va más lejos: “Nuestra forma de trabajar y de crecer ha sido con procesos de trabajo que implicaban mucho tiempo. Eso se debió dejar de hacer por la pandemia y ya no se va a recuperar. Da la sensación de que puede pasar algo que no permita hacer las cosas planificadas como hasta ahora. Nosotros pensamos mucho cómo vamos a hacer las cosas con el poco tiempo disponible. Más allá de la pandemia, las Eliminatorias tuvieron cambios incluso en las fechas”, agregó.

También, obviamente, le preguntamos por los jugadores y el futuro inmediato: “No le damos demasiado espacio al drama ni a las preocupaciones excesivas. Hacemos un análisis de la situación y un diagnóstico. Luis Suárez y Diego Godín han tenido participación. Luego fueron a sus vacaciones, eso no me va a preocupar. Ahora deben definir dónde continuarán su carrera deportiva. Pero los dos están entrenando con un grupo, con el equipo. La situación de [Edinson] Cavani ha sido especial. Estuvo lesionado, superó la lesión, reapareció en PSG desde el banco. Pero en este primer semestre no solucionó su situación con PSG, a pesar de tener contrato. No participó y no jugó”, recalca Tabárez.

“¿En qué nos vamos a apoyar? La respuesta es que lo que hicimos es la diferencia”.

Sobre las Eliminatorias con pandemia, el Maestro dice que “hay protocolos establecidos y situaciones, en teoría, casi resueltas. Una cosa es cuando juguemos acá. Pero hay otras preguntas para las que no tengo respuestas. Cuando seamos visitantes los jugadores llegan de distintos lugares. ¿Habrá que ir al aeropuerto? ¿Se harán controles? ¿En el hotel? ¿Cuándo jugamos? ¿Será posible con todo eso este año?”.

Al compás del reloj

“En este panorama de tanta incertidumbre, con pocos días de contacto con los futbolistas, tenemos cosas puntuales que han jugado en contra, como la lesión de jugadores importantes en el plantel; pero la primera pregunta es en qué nos vamos a apoyar. La respuesta es que lo que hicimos es la diferencia. Nos apoyamos en estos jugadores, que son los que han hecho el camino. Uno lo que trajo fue una intención, pero soy consciente, y no me estoy golpeando el pecho ni nada por el estilo, sino que tengo una satisfacción personal con cómo se han dado las cosas, porque esa reserva [de jugadores] tiene que ver con una idea que parte del concepto de vincular el fútbol juvenil con el fútbol mayor en la selección. Son dos partes, hay diferentes fases evolutivas, pero referidas al mismo asunto. Hubo grandes frutos en los trabajos juveniles, que incluso jugaron finales a nivel mundial, y se reafirmó cuando se consiguió un título. Fue lo que pasó en 2017 con la sub 20: había venido una camada importante y era el momento de intentarlo. Así fue, y después seguimos con lo mismo en cada fecha FIFA: jugar muchos partidos y hacer de todo eso un banco de pruebas para tener experiencias nuevas que nos permitieran lo que uno sabe que va a suceder: el recambio. Lo veo con el próximo Mundial, no el de Catar, sino el de 2026. Hay jugadores que dentro de seis años no van a poder estar. Es un dato de la realidad, para este cuerpo técnico también. Entonces, eso: el proceso de recambio lo hemos logrado y es en lo que nos vamos a apoyar”, concluye el Maestro, que a veces elige y otras la clava al ángulo.

Óscar Washington Tabárez en el Complejo Uruguay Celeste.

Óscar Washington Tabárez en el Complejo Uruguay Celeste.

Foto: Federico Gutiérrez

Entre pasado, presente y futuro, Tabárez se entusiasma hablando de los futbolistas que ha visto crecer, luchar y reinventarse. “Cada vez creo más en los jugadores que se reinventan, que salen de las dificultades o de los problemas que se le presentan en el camino y buscan fortaleza anímica, ayuda donde hay que buscarla, apoyándose en personas que realmente los quieren ayudar en ese intento de salir adelante. Cada vez creo más en eso”, asegura.

Si algo no le faltó a Tabárez fue mirar fútbol, en especial los partidos que involucran jugadores elegibles. Dice: “Ahora tenemos la oportunidad, es una de las consecuencias de todo esto que ha pasado, de ver a todos los futbolistas de fútbol profesional uruguayo. Hay muchos que juegan muy bien, y la gente dice: ‘¿Va a citar jugadores del medio?’. Es una Eliminatoria; estos jóvenes no tienen la historia de los demás, aunque posiblemente algunos sí la tengan. En 2019 jugamos un montón de partidos antes y después de la Copa América, y eso permitió que se siguieran consolidando los jugadores más jóvenes, que siguieran dando soporte los históricos, influyendo en el desarrollo de los que tienen menos experiencia, y todo eso nos permitió el debut de jugadores como Matías Viña y Brian Rodríguez, o el regreso de quien ya había estado en la selección, como el caso de Brian Lozano, que vino en una dimensión que yo considero brillante. Entonces, eso lo tenemos nosotros, lo pudimos construir con el tiempo y el proceso de trabajo”.

Las cicatrices

“Nos ha lastimado esto de la pandemia, porque hay cosas que ya no las pudimos hacer. Es una gran pérdida y es irrecuperable”, insiste Tabárez, quien también sostiene que le preocupa mucho lo que ha pasado en la selección juvenil sub 20, que no ha podido trabajar en todo el año.

Cabe la esperanza de que vuelvan a entrenar en el complejo, así como retornó la selección sub 17 días pasados. Las juveniles son centrales para el Maestro, como lo es también el fútbol infantil. “Tenemos un gran tesoro en nuestro país, que es el fútbol infantil. Junta una población que es inédita en cualquier parte del mundo. Es producto de algo masivo y un fenómeno que involucra a mucha gente: 300.000 personas se movilizan cada fin de semana. Hay que darles más oportunidades a los niños de jugar libremente al fútbol. Necesitan canchas, necesitan lugares donde hacerlo, se necesita un estudio demográfico para ver dónde establecer ciertos centros. Tenemos que luchar contra esa característica de este país por la cual, a veces, lo que no es tan tangible, tan concreto, no se visualiza”, dice Tabárez, y va más lejos: “Mucha gente no considera al fútbol lo más importante, cosa con la que estoy de acuerdo. Pero el solo hecho de practicar fútbol, de ilusionarse con el fútbol, de vivir en un país futbolístico, de sentir pasión, es un vehículo enorme de desarrollo de la vida. Por el solo hecho de jugarlo usted pone a prueba la voluntad, la solidaridad, los valores, el respeto, fundamentalmente. Es algo que podría servir no sólo para el desarrollo del fútbol, sino para el del país”.