El Parque Capurro y su vista privilegiada. En el agua, el barco con su desconsuelo herrumbrado mientras le navegan cerca. Al fondo el Palacio Salvo estira el pescuezo para ver qué onda con la bahía de Montevideo. La fortaleza del Cerro, con la certeza de que controla todo desde hace años. En el medio, el puerto que labura fuerte, pero ojo que hay compañeros que están en asamblea permanente. Arriba los que luchan, siempre. En los edificios de al lado varios miraron de bandido. La pelota y sus romances, a la hora señalada.

Adentro, el fútbol, con Fénix y Liverpool por puntos que servían para estar arriba. Los locales, con la intención renovada en el Clausura; los visitantes, prendidos en la Tabla Anual. El buen fútbol de ambos que se neutralizó para cerrarse en empate 1-1.

Para hablar de justicia es necesario señalar que los negriazules jugaron un muy buen primer tiempo y por eso terminaron ganando. Mucho antes de que llegara el gol de Santiago Viera, Liverpool mostró que lo suyo es la pelota, la cancha estirada, la posesión para un lado y para el otro hasta que ve el hueco para ser vertical. La línea de cinco defensas hizo que los laterales jugaran como dos volantes más. El que siempre fue arriba fue el carrilero derecho Gastón Martirena. Hizo roncha por su costado asociándose con Fabricio Díaz, con Thomás Chacón o con el compañero que se le arrimara.

Sin embargo, el gol vino por la izquierda. Sucedió porque Liverpool defiende atacando, es decir, con presión alta. No pudo salir Fénix. Viera la pescó cerca del área grande y se mandó. Definió impecable, arriba, imposible para Manotas Mejía. Y Liverpool podría haber ampliado, pero Fede Martínez pateó un penal al tejido.

Para cambiar la pisada Fénix metió tres cambios en el arranque del segundo tiempo: Rodrigo Amaral, Ignacio Pereira y Maureen Franco. Tridente nuevo para el ataque albivioleta, que no había generado mucho en los primeros 45 minutos. Como contrapartida de ajedrez, Hernán Figueredo fue el cambio en Liverpool.

Atacó más Fénix, es cierto; también que cambió la cara y pudo jugar más cerca del arco negriazul porque las triangulaciones en la mitad de la cancha surtieron efecto –y eso que jugó con diez desde que Maureen se fue expulsado–. Pero también es cierto que los de Capurro sufrieron atrás, obviamente por exponerse adelante, y Liverpool podría haber ganado el partido si no hubiera sido una tarde errática. La más clara fue de Alan Medina, que se sacó de encima hasta al arquero rival, pero al zurdazo le faltó dirección.

Y como dice aquel viejo axioma, lo que se erra en un arco se paga en el otro. Gustavo Viera hizo cumplir la ley del ex: marcó el pase, se filtró en el área y la tocó con calidad para empatar el juego y no gritar el gol por su pasado en Liverpool.

En el final, la escaramuza que se llevó dos expulsados, los bombazos desesperados que no llevan a ninguna parte, los barcos como estampados, los del edificio que descolgaron la ropa y cerraron las ventanas en la tarde de fútbol.

Detalles

Estadio: Parque Capurro
Árbitros: Gustavo Tejera, Agustín Berisso y Julián Pérez

Fénix (1): Luis Mejía; Juan Álvez, Ángel Rodríguez, Jonathan Toledo y Agustín Alfaro (46’ Rodrigo Amaral); Pumita Rodríguez, Richard Núñez, Andrés Schetino (72’ Fabián Estoyanoff) y Gonzalo Vega (81’ Gustavo Viera); Nicolás Machado (46’ Ignacio Pereira) y Mariano Nichele (46’ Maureen Franco). Entrenador: Ignacio Pallas.

Liverpool (1): Sebastián Lentinelly; Gastón Martirena (72’ Jean P Rosso), Emiliano García, Gonzalo Pérez, Gonzalo Chocobar y Mathías Pintos; Fabricio Díaz y Santiago Viera (72’ Martin Fernández); Thomás Chacón (46’ Hernán Figuereda), Federico Martínez (65’ Santiago Mederos) y Sebastián Fernández (65’ Alan Medina). Entrenador: Jorge Bava.

Goles: 30’ Santiago Viera (L), con zurdazo a la carrera; 88’ Gustavo Viera (F), en la hora.

Expulsados: 71’ Maureen Franco (F) por doble amarilla; 89’ Fabricio Díaz (L) y Ángel Rodríguez (F), ambas rojas directas.

Nota: a los 40’ Federico Martínez (L) tiró afuera un penal.