Noviembre trajo a Uruguay las finales de las copas Sudamericana, Libertadores y Libertadores femenina. Se trata de tres eventos muy importantes en el mundo del fútbol, las principales competencias de clubes del continente, de esas que dejan a miles de espectadores pendientes. Sin embargo, una de estas tres instancias no recibió los niveles de audiencia que tuvieron las otras dos.

La popularidad del fútbol de mujeres ha crecido a nivel regional y mundial, y ese crecimiento se corresponde con la lucha que las personas vinculadas a esta rama de la disciplina desarrollan a diario, desde sus inicios, como reclamar lo básico para la práctica deportiva, lugares para entrenar, acceso a indumentaria y transportes. En general, a las mujeres se les permitía jugar bajo el nombre de la institución correspondiente, pero no se les otorgaba un espacio adecuado. Ellas mismas debían gestionar sus equipos, así como generar instancias de recaudación para costear insumos y otros gastos, entre tantas otras circunstancias que dan cuenta de las carencias con las que ha debido lidiar la práctica del fútbol femenino y que, en algunos casos, continúan hasta la actualidad.

La instauración del VAR en la final de la Copa Libertadores femenina llegó con retraso respecto de la implementación de esta misma tecnología en competencias masculinas de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol). Este es sólo un ejemplo de que la inversión de recursos no está acompasada entre la realidad del fútbol jugado por varones y el que juegan las mujeres.

La realidad es que, persiguiendo la equidad, podemos comparar el fútbol femenino con el fútbol masculino, cuyo desarrollo y avances tienen un techo más alto, por la inversión que recibe y marca los tiempos de todo el fútbol.

Nos siguen pegando abajo

Nacional fue el único equipo uruguayo que participó en esta Copa Libertadores. Las uruguayas hicieron historia al llegar a las semifinales de la máxima competencia regional, pero en nuestro país, que albergó además la final de esta competencia, la institucionalidad del fútbol no ofreció la relevancia suficiente a esta campaña. Mientras las tricolores participaban en este torneo, la Asociación Uruguaya de Fútbol fijaba los partidos del Torneo Clausura del Campeonato Uruguayo en horarios similares a los partidos de Nacional femenino, desprestigiando así el valor que conlleva que un equipo uruguayo pelee en la máxima competencia sudamericana y quitándoles potenciales televidentes a los partidos.

Nacional debutó el jueves 4 de noviembre frente a Deportivo Capiatá. Las tricolores vencieron 3-0 y el partido se disputó a las 19.45. En el fútbol masculino uruguayo corría la fecha 10 y dos partidos se jugaron en paralelo a este encuentro: Sud América y Plaza Colonia se midieron a las 18.45 y Cerrito y Peñarol a las 21.30.

Tres días más tarde, las bolsilludas se vieron las caras con las campeonas, Corinthians, que ganaron 5-1, a las 17.30, hora en que en Uruguay se podía mirar Cerrito contra Torque, que comenzó a las 16.30, y Peñarol contra Liverpool, que inició a las 19.00.

Luego de dar pelea con San Lorenzo, equipo al que las bolsilludas le ganaron 2-0, Nacional enfrentó a Deportivo Cali el sábado 13 a las 17.30: venció 2-1 e igualó a Colón FC, semifinalista en 2016; ese hecho histórico se dio mientras muchos futboleros estaban prestando atención a otro asunto: a las 16.30 había comenzado River Plate-Peñarol en el Saroldi.

Tres días después, el martes 16, las albas cayeron 8-0 contra Corinthians, a la hora en que Uruguay jugaba por Eliminatorias, una desatención por parte de la Conmebol. Dos días más tarde el rival fue Ferroviária. El partido terminó 1-1 y las brasileñas quedaron en tercer lugar en la definición por penales.

Te vengo a ver

Días antes de las finales, el gobierno anunció que los aforos para espectáculos públicos pasarían a ser de 100%, pensando seguramente en esos espectáculos que se disputaron en Montevideo.

El Gran Parque Central tuvo una buena concurrencia, con más de 5.000 invitaciones otorgadas y planteles enteros de equipos femeninos locales que pudieron ir juntos a ver la gran final de la Libertadores femenina.

Además de los hinchas de Corinthians, que no pararon de alentar, la Atilio García se llenó de jugadoras de fútbol, de niñas que recién comienzan a vivir su pasión en el baby, en su mayoría vestidas con la indumentaria del equipo en el que juegan, y también de las juveniles que sueñan con llegar a ser profesionales y de las referentes que ya hicieron carrera y son las ídolas de las más chicas. Mujeres de todas partes del país, de todos los equipos.

“La pelota siempre a la 10”, decía un cartel dedicado a Esperanza Pizarro, que así como Valeria Colman, Juliana Castro y Belén Aquino, entre otras jugadoras destacadas, fueron las encargadas de otorgar autógrafos y fotos a sus fans.

La pasión de las mujeres ya traspasó las fronteras. Estuvieron frente a estrellas como Catalina Usme, la colombiana que es la máxima goleadora histórica de este torneo, que entregó la copa. Una leyenda en la pancarta de Emilia, una pequeña niña, decía: “Tamires, te admiro mucho y estás despegadísima, quiero tu camiseta”. La figura brasileña le otorgó su prenda a la uruguaya, quien ahora atesora un gran recuerdo y, sobre todo, lleva consigo las ganas de llegar a pelotear como su ídola. El impacto de la final en Montevideo seguramente dejará huella en la memoria de muchas futbolistas y muchos curiosos que tuvieron la oportunidad de disfrutar dicha final.

Para prestar atención en futuras ocasiones: el fútbol femenino debe ser jerarquizado y sería ideal que los partidos más importantes de clubes y la selección uruguaya no deban disputarles la pantalla a los encuentros del fútbol masculino, históricamente más difundido y consumido.