El chiste se transformó en la confirmación. Uruguay llevaba 11 cuartos de 0-0 en el marcador cuando este jueves comenzó el cuarto y último período de la semifinal contra Estados Unidos. El relator chileno advertía entre risas que los goles les eran esquivos a los partidos en los que la celeste se presentaba.

Los empates sin goles contra Canadá y Argentina les dieron a las cimarroncitas la clasificación a esta instancia, cuando, luego de eso, Canadá derrotó a Argentina 1-0, eliminando a las jóvenes leonas del torneo. Estamos hablando del Panamericano Junior de hockey que se está disputando en Santiago de Chile, competencia en la que se otorgan tres plazas para el Mundial de la categoría, que se disputará en Sudáfrica del 5 al 16 de diciembre.

En su sitio web oficial, la Federación Panamericana de Hockey establece el límite de edad para torneos continentales junior de selecciones en 2021. “Todas las jugadoras serán menores de 21 años de edad a partir del 31 de diciembre de 2019, es decir, todas las jugadoras nacerán a partir del 1º de enero de 1999, independientemente del mes que tenga lugar el evento en este año”.

En ese contexto, Uruguay podía llegar a la final incluso empatando nuevamente sin goles, y pasando por los penales australianos. No fue así. Las uruguayas defendieron uno tras otro los ataques estadounidenses. Las norteamericanas habían ganado en sus dos presentaciones previas, 2-1 a Chile y 15-0 a Trinidad y Tobago, pero con Uruguay no podían. No había forma de convertir uno de esos tantos córneres cortos en gol. Y no hubo.

Un grito de gol

El grito de desahogo cuando Belén Barreiro anotó el primer gol de las celestes en el torneo fue un grito de esperanza, de ilusión. ¡Ahora sí! Imbatibles atrás y con un gol de ventaja, el primer mundial de la historia para el hockey sobre césped de este país estaba a nueve minutos de ser cierto. Y qué nueve minutos.

Supieron sufrir las gurisas, supo sufrir la arquera Victoria Bate, un córner corto atrás de otro en los segundos finales del partido, hasta que ¡pum! Como un baldazo de agua fría la bocha sonó contra las tablas del arco. Gol de Estados Unidos. ¿Cómo explicar lo que habrá sentido cada una de ellas cuando vio que esa no la paraba nadie? Se metía y se metió, pero ahí apareció el silbato salvador para hacerles acordar de tantas veces en las que una sanción arbitral las habrá alejado del triunfo. Esta vez no, esta vez la falta sancionada contra las del norte les permitió a las del sur exhalar en un suspiro de alivio.

Esto sigue

“Nada más lindo que representar a Uruguay”, dijo Bate tras el partido, en la transmisión televisiva. Y qué más lindo que hacerlo ese día, cuando se consigue un objetivo tan grande. Hay veces que las palabras son las mismas de siempre y se corre el riesgo de poner el casete, de repetir la fórmula. Para que eso no suceda, hay que sentir lo que se dice, saborearlo en el propio paladar.

“Se dejó la vida en la cancha”, dijo Bate, como habrán dicho tantos y tantas otras uruguayas antes. Lo que pasa es que cuando venís de 60 minutos de ver a un equipo dejar la vida en la cancha, esas palabras están llenas. Cargadas del sentido que ellas mismas le dieron. Persiguieron un sueño cada mañana llegando antes del amanecer a entrenar a una cancha nuevita, recién estrenada cerquita del encuentro de la rambla con el arroyo Carrasco, e hicieron valer cada esfuerzo en donde contaba.

Durante tres partidos defendieron con uñas y dientes para alimentar el sueño. Lo consiguieron. El primer y único gol en contra llegó recién el sábado, en la final del Panamericano contra Canadá, que perdieron 1-0. La medalla de plata se festeja como lo que es, un logro trascendente para la categoría y para la disciplina. Ahora tienen un desafío mucho más grande por delante: el primer Mundial de la historia uruguaya.