El abuso dentro del ámbito deportivo no siempre fue visto como un problema; de hecho, no tomó mucha importancia hasta hace unos años con una ola de denuncias por parte de deportistas que develaron abusos que sufrieron tanto dentro como fuera del entorno. Si bien no todas las denuncias lograron tener el desenlace buscado, sí captaron la atención de diferentes organismos, e incluso la Secretaría Nacional de Deporte (SND) desarrolló y publicó la Guía para la protección del deportista con el fin de educar a los funcionarios e informar a los deportistas sobre qué prácticas son perjudiciales para ellos y cuáles significan un abuso.

Por más que algunas prácticas empezaron a ser repudiadas dentro de este ámbito y los abusos sexuales han sido señalados, existen otras que no son vistas como tales y que son llevadas a cabo libremente. Las iniciaciones, bautismos, rituales de pasaje o novatadas también pueden significar un problema. Estos rituales de iniciación son muy comunes en países como Estados Unidos y Argentina, lugares donde son normalizados, sobre todo en deportes como rugby, fútbol americano y hockey. Esta práctica representa el inicio de una nueva etapa y es una costumbre muy importante para muchas culturas. En algunas de estas comunidades representa el paso de niño a hombre; en el deporte, la aceptación por parte del equipo a un novato o recién ascendido. Estos rituales no se aplican y estructuran siempre de la misma forma, porque cada equipo tiene su propia tradición, aunque en la mayoría de los casos se pone a prueba o se humilla al iniciado.

Al estudiar este fenómeno, la Universidad de Alfred de Nueva York confirmó que tanto hombres como mujeres son propensos a pasar por rituales de iniciación y que de un total de 255.637 deportistas relevados, 79% participó en alguno de estos. Si bien los equipos femeninos también los adaptan a sus costumbres, estas no son del todo equivalentes a las de los equipos masculinos. Entre las mujeres los rituales más comunes son aquellos que incluyen hacer juramentos, el trabajo voluntario, viajes en equipo y circuitos de retos físicos, mientras que en los equipos masculinos los más populares son aquellos que incorporan el consumo de bebidas alcohólicas. Existen otras categorías en las que se diferencian, pero en rituales en que se simulan o realizan actos sexuales la incidencia tanto en los equipos femeninos como en los masculinos está por debajo de 6%. Es posible que esa cifra sea más alta si se toma en cuenta que estos rituales son los que suelen ocurrir en secreto y a los deportistas más les cuesta denunciar debido al grado de abuso y humillación que significan.

Al plantear el tema se suele creer que esto sólo sucede por voluntad propia, en primeras divisiones y entre deportistas mayores de edad; pero esto no es del todo cierto. La psicóloga y sexóloga argentina Cecilia Ce convocó en sus redes sociales a sus seguidores a denunciar los rituales que hacen los rugbiers cuando un jugador debuta en primera. Si bien ese era el objetivo inicial, las experiencias que sus seguidores enviaron variaban tanto en la edad como en el tipo de disciplina. Entre golpizas y humillaciones se encontraban muchas historias que incluían algún tipo de abuso sexual por parte de un entrenador, compañero o funcionario, y en la gran mayoría quien sufría estos abusos era un menor de edad. En muchas otras se expresaba que quienes se negaban a pasar por alguno de estos rituales eran estigmatizados como débiles, calificados con términos homofóbicos y excluidos del grupo. Participar no siempre es elección del deportista, ya que negarse podría afectar de forma negativa la relación e interacción entre los deportistas o agravar el ritual inicial.

Diego Martínez, psicólogo especializado en deporte, sostiene que estas prácticas se permiten, se avalan y no se cuestionan dentro de los espacios deportivos. También afirma que conoce a un solo entrenador que prohíbe que se lleven a cabo en su equipo. Para Martínez es importante empezar a hablar de los problemas que sufren los deportistas que el ambiente deportivo propicia constantemente: “Los deportistas están sometidos todo el tiempo a niveles de violencia y violencia simbólica muy altos, están en la palestra todo el tiempo para ser juzgados y ejecutados”.

Rituales y género

Martina Pastorino, licenciada en Educación Física y técnica en gimnasia artística, dice que es imposible pensar el deporte sin pensar en las lógicas de género. Esta diferenciación dentro de los rituales de iniciación no es lo único atravesado por las estructuras de género, sino que está presente en todo el proceso en que el cuerpo se tiene que moldear y preparar. Durante este proceso, tanto el cuerpo del hombre como el de la mujer son preparados de formas muy distintas y a cada uno de ellos se les exigen características diferentes. Muchas veces esto sucede porque los reglamentos son distintos para varones y mujeres, de modo que esa exigencia reglamentaria los obliga a tener que prepararse de diversas maneras. En algunos casos, como el fútbol o la natación, estas exigencias son las mismas para ambos; sin embargo, la preparación física específica de cada deporte es distinta y se trata diferente a los cuerpos.

Pastorino afirma que también existe una carga mítica que dificulta y potencia aún más estas diferencias; mitos vinculados con la delicadeza del cuerpo femenino, el ciclo menstrual y el embarazo son algunos de los que fomentan esta discrepancia entre un entrenamiento y otro. Asimismo, esto afecta la manera en que los rituales de iniciación son aplicados. Pastorino sostiene que comienzan a entrar en juego creencias como “a las mujeres no les podés pegar” o “queda feo que las mujeres se peguen o se rapen”. “Entonces siempre se asume ese rol de delicadeza de las mujeres, que son más débiles y más sensibles, igual que en cualquier práctica social”, resaltó. En los espacios masculinos se tiende a replicar una masculinidad hegemónica, y eso tiene que reforzarse y mostrarse para que otros lo acepten. Parte del ritual de iniciación tiene que ver con eso: en su esencia es una prueba de masculinidad.

Cada disciplina, un mundo

Bruno Mora, docente del Departamento de Educación Física y Deporte de Instituto Superior de Educación Física y profesor de judo, ha estudiado este fenómeno en el marco de las artes marciales. En el judo la formación pasa de generación en generación, el cinturón negro les enseña a los otros hasta que forma otros cinturones negros que reproducen su escuela. En este proceso existen muchos pasos para llegar a ser maestro, y en cada uno de ellos existen reglamentos y rituales que marcan ese avance. En el judo el ritual de pasaje se da cuando se pasa de cinturón y uno de los más populares dentro de las artes marciales es la faixada, donde se forman dos filas de personas por las cuales el iniciado tiene que caminar mientras es golpeado por sus compañeros con cinturones.

Mora plantea que “es un espacio en el cual hay que estar preparado, hay que tener determinado conocimiento, el cuerpo tiene que estar curtido de determinada manera”. “No se trata sólo de las marcas externas en la piel, la forma de caminar y de posicionarse, sino que también es algo que sucede del orden biológico, de lo no visible, simbólico”, afirma.

En cuanto a deportes como la gimnasia artística, Pastorino explica que las iniciaciones no están establecidas de manera explícita, sino que existen ciertos “momentos claves para la vida del deportista como cuando te abrís un callo por primera vez en las manos y te dicen que te transformaste en gimnasta. Pero es algo que te pasa, no te lo hacen”.

Barrera de ingreso

Tanto la antropología como la psicología han intentado estudiar este fenómeno, incluso existen decenas de estudios al respecto, pero ninguno que se acerque lo suficiente como para afirmar alguna de las teorías planteadas. Una de las dificultades que presenta estudiar los rituales de iniciación, sobre todo desde una perspectiva psicológica, es el acercamiento a estos, ya que es muy difícil hacerlo sin cruzar una línea ética. Algunos estudios psicológicos llegaron a la conclusión de que las iniciaciones que suponen un alto impacto en el iniciado producen una disonancia cognitiva en el individuo. La disonancia cognitiva es un conflicto que ocurre dentro de nuestras mentes cuando nuestras creencias y valores no son compatibles con lo que hacemos. Este fenómeno causa un estrés en el individuo que este intenta superar al autoengañarse para justificar su accionar. Es decir, el iniciado debe exagerar las características positivas que le otorga el pasaje por el ritual, o minimizar los aspectos negativos. Mientras más grave es la iniciación, menos puede la persona convencerse, teniendo que exagerar incluso más las características positivas.

Pese a que los rituales pueden llegar a afectar al deportista negativamente, no son prohibidos o vistos como algo hostil porque ayudan a que la dinámica dentro del deporte fluya y funcione. La revista académica Journal Group Dynamics define en rasgos generales cuáles son las ventajas y desventajas de los rituales cuando se aplican en equipos deportivos: la baja autoestima, depender demasiado del grupo y el rechazo a estar solo son algunas de estas. Además, se comienza a crear una mentalidad de un “nosotros” vs “ellos” que genera que los iniciados dependan del grupo cognitiva, social y emocionalmente.

Mientras que la iniciación puede ser desagradable e incluso peligrosa, logra exactamente lo que se plantea como objetivo: refuerza los vínculos entre los miembros del equipo, los convence, en los casos más graves, de que no fueron abusados e incrementa el prestigio del equipo al imponer esa barrera entre los que pertenecen y los que no.

Por estas razones comienzan a ser imprescindibles en ámbitos competitivos y deportivos porque afectan positivamente el funcionamiento y rendimiento del equipo. Son tan comunes estas prácticas que en la Guía para la protección del deportista de la SND se menciona que son toleradas por la organización deportiva con frecuencia. Dicha guía menciona y define a los bautismos como un posible abuso, pero esto ocupa una pequeña parte en proporción a otros elementos y sólo se los considera como un potencial abuso sexual, sin evidenciar la vasta cantidad de abusos y consecuencias negativas que pueden causar. En el documento también se afirma que en general “ocurren en ausencia de supervisión de un adulto”, afirmación incomprobable y no del todo cierta, ya que muchas veces entrenadores y directivos fomentan este tipo de comportamientos o son conscientes de su existencia.

El futuro de esta tradición

Bruno Mora considera que la solución es clara: es necesario que existan más personas estudiando el deporte y que haya más financiamiento para que sea estudiado. Además, para Mora es fundamental el diálogo con los medios de comunicación, pero también con los organismos y la interna del deporte: “Los estudios sociales del deporte no se ven como algo importante, es una cuestión de perspectiva, no requeriría para aumentar el diálogo más presupuesto, sino que abran la puerta para tener más intercambio, como sí estamos teniendo con algunas instituciones”.

La realidad es que estas prácticas datan de hace más de 100 años y están muy entrelazadas con la cultura del deporte. El antropólogo Aldo Cimino afirma con certeza que estas prácticas nunca serán erradicadas debido a la profunda historia y universalidad intercultural que tienen. También advierte que bajo ningún término deben ser consideradas aceptables y que los equipos deportivos no deberían caer bajo ese tipo de falacias naturalistas, porque los beneficios que las iniciaciones demuestran traer se pueden encontrar en prácticas mucho menos nocivas, incluso en algunas tan simples como las celebraciones.