Joseph Blatter tenía un sueño: ganar un Nobel de la Paz. Blatter tenía un plan para hacerlo: llevar la Copa del Mundo a países de continentes que nunca la habían organizado. Primero fue Sudáfrica 2010 con Nelson Mandela aún vivo. Fue un pésimo negocio, era un país pobre en un continente pobre, así que la mayoría de los gastos corrieron por cuenta de FIFA. Pero fue una gran movida de posicionamiento, con el primer Mundial en el continente africano, en un país que superó su largo historial de racismo jugando al fútbol, como lo afirma el historiador Sean Jacobs: “El hecho significativo en la disputa racial en Sudáfrica no es el rugby, es el fútbol”. Mandela, que en sus años preso en Robben Island organizó la Makana Football Association para pasar el tiempo encerrado jugando y pensando en fútbol, pudo sostener la Copa del Mundo entrando a una cancha.

El plan de Blatter continuaba con Brasil 2014 (que ya estaba decidido desde 2010), que Rusia organizara el Mundial 2018, Estados Unidos 2022 y China 2026, y de esta manera dar la vuelta al mundo pateando una pelota. Fue así que en el congreso de FIFA del 2 de diciembre de 2010 se jugó con cartas marcadas. Se votó la sede de 2018 y salió Rusia, el plan funcionaba. Pero cuando se tenía que decidir la sede de 2022 la cosa se torció: la candidatura mejor evaluada era la de Estados Unidos, y además Blatter le había dado su palabra al propio Bill Clinton. Sin embargo, la elegida fue Qatar. La mejor explicación de por qué ganó Qatar se la dio Julio Grondona al periodista Ernesto Cherquis Bialo: “Van a ir todos presos” (lo cuenta el periodista en el documental FIFA Gate, que estuvo a cargo de Ezequiel Fernández Moore y que se encuentra fácilmente en Youtube).

Un Mundial en Qatar tenía su punto de marketing: sería/será el primer Mundial en un país árabe, el primero en un país musulmán y también el primero en Medio Oriente. Pero eso no convenció a absolutamente nadie. El informe de evaluación de la candidatura firmado por el chileno Harold Mayne-Nicolls marcaba como “riesgo alto” la infraestructura existente. En el año 2010 Qatar debía construir nueve de los 12 estadios que había presentado, prácticamente no tenía infraestructura para el entrenamiento de las 32 selecciones, además de que al jugar en verano (ese era el plan original) se habían comprometido a desarrollar tecnología de refrigeración para todo el estadio, algo ni siquiera testeado aún.

Qatar ganó igual. No era la primera vez que la elección de la sede mundialista traía polémica. A fin de cuentas, ya le habían dado el Mundial a la Italia fascista en 1934 y a la Argentina en dictadura de 1978. Pero está vez hubo algo diferente: el perdedor fue Estados Unidos, que hizo salir al FBI a la cancha. El final de la película lo conocemos: compra de votos comprobados, escuchas telefónicas, delatores y dirigentes que parecían eternos saliendo entre sábanas del exclusivo hotel suizo Baur au Lac. Curioso: en ese hotel Bertha von Suttner escribió una carta a su amigo Alfred Nobel para convencerlo de la importancia del movimiento para la paz, considerada génesis del Premio Nobel de la Paz. En ese mismo hotel nació el premio y murieron las aspiraciones de Blatter.

En la cancha de la geopolítica

No tenía estadios, pero lo que sí tenía Qatar era una billetera casi infinita y ninguna oposición en cómo gastarlo. Así que, si las autoridades decían que se iba a invertir, se invertiría. Para el país del golfo era una cuestión de posicionamiento regional, así lo dejó claro el hermano del jeque actual y encargado de presentar la candidatura catarí: “El planeta se sentirá orgulloso de Medio Oriente”.

En la geopolítica del golfo se pueden identificar a grandes rasgos dos ejes: de un lado está Qatar, del otro Arabia Saudita y Emiratos Árabes. En general la convivencia es pacífica, pero con chispazos diplomáticos. El último es muy reciente y todavía deja alguna secuela. Cuando en esta zona del mundo estalló la primavera árabe, esas manifestaciones en búsqueda de más democracia en países acostumbrados a generales o monarcas, Qatar fue acusado por sus vecinos de propiciar la inestabilidad política financiando a la oposición en Egipto, Arabia Saudita y los rebeldes hutíes en Yemen. En 2017 esto desencadenó en un bloqueo diplomático y comercial por parte de Egipto, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Baréin, llamado Bloque Contrarrevolucionario.

Los egipcios acusan a Doha de financiar a los Hermanos Musulmanes, organización considerada terrorista por el régimen del general Abdelfatah al Sisi, y había un hecho particular que molestaba a Egipto: el exilio en Qatar de Mohamed Aboutrika, considerado el mejor jugador egipcio de la historia. Aboutrika era jugador del Al Ahly en tiempos de las manifestaciones en la plaza Tahrir que derrocaron a Mubarak en 2011. No sólo jugaba, era el capitán de un equipo cuyos hinchas habían estado en primera línea en esas manifestaciones. En un partido de liga contra Al Masry, disputado en la ciudad de Port Said, hinchas locales con la complicidad de la policía cometieron una masacre que culminó con 79 personas muertas, la mayoría hinchas de Al Ahly. El propio Aboutrika vio morir en sus brazos a un adolescente.

El jugador decidió retirarse como futbolista, aunque luego daría un paso atrás para jugar en 2013. La democracia en Egipto duró un suspiro y Mohamed Morsi, primer presidente elegido por votación en la historia del país, fue destituido por un golpe de Estado que acusó a Aboutrika de colaborar con los Hermanos Musulmanes y lo puso en una lista de terroristas. El jugador ahora convertido en comentarista de Bein Sport, la señal deportiva del medio catarí Al Jazeera, no puede volver a su país y Qatar se niega a extraditarlo.

En pleno bloqueo diplomático y comercial se jugó la última Copa Asia, la de 2019. La sede fue Emiratos Árabes Unidos y Qatar quedó emparejado en el grupo E junto a Arabia Saudita. Vencieron los cataríes 2-0. Pero lo más significativo vendría en la semifinales, en las que se encontraron Qatar con Emiratos. El bloqueo hizo que ningún catarí pudiera viajar a Abu Dhabi; además, para ese partido la federación emiratí compró todas las entradas que no fueron vendidas y las obsequió a quien quisiera ir. Así que sin ninguna hinchada a favor Qatar salió a jugar contra los locales. Les fue muy bien, ganaron 4-0 y ante cada gol el público local les arrojó sandalias, uno de los peores insultos en el mundo árabe.

Finalmente, Qatar se consagró campeón de la Copa Asia 2019 por primera vez en la historia. Además, lo hizo en el patio de juegos de su enemigo. El bloqueo duraría hasta 2021 con consecuencias económicas para todas las partes y un recelo que continúa hasta el día de hoy. Desde ese momento los países del golfo siguen líneas diplomáticas diferentes: Qatar se muestra dialoguista con el régimen iraní, es el principal interlocutor de los talibanes en Afganistán, y aliado del movimiento palestino. Por el otro lado, los saudíes no tienen relaciones diplomáticas con Irán y Emiratos recién vuelve a mandar un embajador a Teherán luego de seis años. Además, saudíes y emiratíes se han acercado a los israelíes al punto de abrir oficinas comerciales.

El hábito del fútbol

Una de las principales críticas que recibió la FIFA a la hora de elegir la sede de 2022 fue la poca cultura futbolística del país. En 2010 su selección se encontraba en el puesto 112° del ranking FIFA, nunca se habían clasificado a un Mundial, y su palmarés se limitaba a dos copas del golfo. Además, sus clubes no logran buenas participaciones en la Liga de Campeones de Asia.

Las autoridades tenían un plan para mejorar esa situación. En 2004 habían fundado una academia deportiva que denominaron Aspire. Buscaban detectar y desarrollar talento deportivo propio. El fútbol se sumó poco después y para eso los cataríes fueron a buscar a los profesionales de la mejor cantera del mundo: La Masía. Así fue que llegó Josep Colomer, director del fútbol base de Barcelona entre 2003 y 2005. También el actual técnico de la selección, Félix Sánchez, que cuando se inauguró Aspire vino como entrenador de un equipo juvenil de Barcelona para disputar un amistoso, y allí mismo lo captaron para dirigir las juveniles cataríes.

Cuando en 2010 Qatar se aseguró la organización del Mundial, las autoridades contrataron al encargado de la planificación estratégica de Real Madrid, Iván Bravo. Junto con él llegó Roberto Olabe (Real Sociedad) para ser el director deportivo y con la misión de desarrollar el programa de juveniles con miras al Mundial. Olabe contaba en una entrevista a Marca con qué se encontró al llegar: “Tenemos el problema de la cultura deportiva y del esfuerzo. Hay más talento que hábito. A los chicos les cuesta venir a entrenarse. Hemos hecho encuestas entre los niños cataríes y el fútbol no está entre las cinco profesiones más deseadas por ellos. Prefieren ser arquitectos, abogados, empresarios”. Y sobre el Mundial decía: “Nunca un país había organizado un Mundial con tan poca cultura futbolística detrás. Pero estoy seguro que sí habrá un equipo competitivo en 2022”.

El primer paso estaba dado: infraestructura de primera, tecnología de punta y entrenadores de trayectoria mundial. Lo siguiente era un poco más difícil de conseguir: ser competitivos. Para eso tuvieron esperanza. Así le pusieron al programa que tenía por objetivo que los jóvenes futbolistas cataríes salieran a competir a Europa. HOPE: Habituating Overseas Professional Experience (Acostumbramiento a la experiencia profesional en el extranjero).

El objetivo de este proyecto era que jugadores mayores de 18 años que hubieran sido formados en la academia Aspire pudieran vivir la experiencia de entrenar en equipos europeos, con los cuales se habían firmado acuerdos. Pero visto que era muy difícil que alguno de esos equipos realmente contratara a uno de los chicos cataríes, Aspire dio un paso más. En junio del 2012, compró el KAS Eupen, un equipo belga de la segunda división. Luego también adquirió al Cultural y Deportiva Leonesa de España.

Con la base de esos juveniles jugando en España y Bélgica, Félix Sánchez llevó por primera vez en la historia a una selección sub 20 de Qatar a un Mundial. En ese plantel estaba Almoez Ali, que jugó en el Eupen, también pasó por el LASK Linz (equipo austríaco con el cual Aspire tiene convenio) y el Cultural Leonesa. Ali fue el goleador de la Copa Asia 2019 y además es el único jugador en la historia que convirtió goles en tres torneos continentales diferentes: Copa Asia, Copa América y Copa Oro.

En resumen, desde hace 12 años que Qatar se viene preparando para este Mundial, fuera y dentro de la cancha.

Ranking FIFA

Mejor posición: 48° (2021)
Peor posición: 112° (2010)
Actual posición: 50°