Marruecos está escribiendo la historia, y al vencer en el estadio Al Thumama a Portugal 1-0 con anotación de En-Nesyri de cabeza al final del primer tiempo, se ha convertido en el primer equipo africano después de 21 mundiales en meterse en semifinales y por tanto ya definitivamente ser uno de los cuatro mejores.

Una maravilla la victoria marroquí, la gesta de la representación magrebí, que desde la desconsideración de la cátedra avanza y avanza, ante los supuestamente más poderosos que van quedando por el camino. Fue imponente la forma como Marruecos llegó a las semifinales, esta vez con muchísimo sufrimiento, y una postura tan defensiva en la última media hora del partido, que pareció no aguantaría, y menos aún cuando terminó jugando casi diez minutos con un futbolista menos por la expulsión por doble amarilla de Cheddira.

La oncena africana, también la primera del mundo musulmán que llega a tan avanzada instancia en el Mundial, desarrolló como en otros partidos una férrea y exitosa acción defensiva –sólo ha recibido un gol en todo el campeonato y fue en contra- y sobre todo en la primera parte tuvo ese maravilloso desdoble ofensivo con la pelota, siempre bajo control y mucha velocidad y verticalidad.

Para adelante como un tren

No sé si ustedes han estado frente a una locomotora que va llegando a la estación y han sentido física y emocionalmente esa conmoción de ruido y potencia que genera advertir la llegada de la máquina.

Eso es lo que ha pasado en cada partido de Marruecos en esta Copa Mundial de Qatar 2022. Ante la instancia única de pelear por llegar a semifinales el estadio está colmado de magrebíes que, como pueden, dado el alto costo de las entradas que se distancia tanto de las posibilidades de los miles que viven en Qatar, acompañan desde las tribunas a su selección.

El espectáculo global es tan impresionante que por momentos trasciende la maravilla del juego sobre el tapete verde y los desarrollos impensados del elenco africano en el Mundial.

Cada vez que Marruecos tiene la pelota parece que el estadio se moviera y que generará un movimiento sonoro y hasta virtual de su gente empujando a los esforzadísimos y sorprendentes futbolistas, que una vez que han dominado las primeras fuerzas del rival empiezan a cargar sobre el arco contrario.

En los primeros minutos del partido, tal como se dio en el encuentro de octavos de final ante España, era Portugal el que parecía dominar la escena mientras los marroquíes esperaban con cierta cautela en su campo.

Badr Benoun, de Marruecos, Cristiano Ronaldo, de Portugal y Jawad El Yamiq, de Marruecos, el 10 de diciembre, en Doha.

Badr Benoun, de Marruecos, Cristiano Ronaldo, de Portugal y Jawad El Yamiq, de Marruecos, el 10 de diciembre, en Doha.

Foto: Juan Mabromata, AFP

Así, así, así juega el marroquí

Como si fuese un proceso natural y pensado con el correr de los primeros minutos, Marruecos empieza a soltarse con enorme verticalidad y con una producción de juego directa y rápida que avanza sobre el campo de los portugueses. Cuando evaluamos los primeros 20 minutos de la parte inicial podemos llegar a sentir que Marruecos ha estado un poquitito por encima de los portugueses, que no obstante intentan gestionar la potencial preeminencia de su juego por sus jugadores y por su competencia de élite europea.

Cuando los portugueses atacan los marroquíes están todos en su campo, hay una referencia visual que refiere a las camisetas rojas todas de un lado, pero además hay una auditiva que se desprende de la enorme silbatina cada vez que un jugador portugués tiene posesión o toca la pelota.

Los marroquíes siguen generando admiración propia y ajena cuando recuperan la pelota en su campo y arriesgadamente, pero con enorme jerarquía y eficiencia salen jugando en combinaciones tan eficaces como suntuosas.

A los 42 minutos explotó el estadio con una sensación de emoción inconmensurable de los marroquíes en cancha y tribuna, porque después de una jugada en combinación que terminó con centro desde la izquierda llegó el enorme cabezazo de En-Nesyri, que con gran salto ganó de manera limpia a Diego Costa, el arquero, que intentaba salir a quedarse con la pelota, y mandó el balón a las redes.

Después hay que saber sufrir

Ya más adelante, en el arranque del segundo tiempo, otra vez la misma historia con Portugal en campo marroquí por el natural protagonismo que se autogenera y además, y fundamentalmente, por estar abajo en el marcador.

Los portugueses atacaban pero de inmediato aparecía el increíble esfuerzo en la presión de los africanos, que presionaban sobre la pelota con ferocidad y enorme dinamismo y la mayoría de las veces la recuperaban y salían disparados en ataque.

En sólo cinco minutos el director técnico de Portugal ya definió el rápido ingreso de Cristiano Ronaldo, que entró junto con Cancelo. Ronaldo en la primera ya desbordó, pero no hubo buen control de su centro. La salida por lesión de su capitán y defensa central Saiss generó un importante descontrol en la última línea marroquí, muy acosada por el reiterado ataque de la selección portuguesa. Entró Dari y los rojos quedaron con sus centrales de relevo en cancha.

Cristiano Ronaldo, de Portugal, durante el encuentro ante Marruecos por cuartos de final, el 10 de diciembre, en Doha.

Cristiano Ronaldo, de Portugal, durante el encuentro ante Marruecos por cuartos de final, el 10 de diciembre, en Doha.

Foto: Manan Vatsyayana, AFP

Porque debo seguir adelante

Marruecos ya no era ni cerca el de la primera parte y se veía muy desbordado por Portugal, que atacaba por todos lados y parecía que se acercaba al gol del empate. Le costaba mucho recuperar la pelota y no podía salir jugando como lo había hecho en lo que iba del campeonato; la perdía casi de inmediato y los portugueses volvían a atacar.

El elenco magrebí empezaba a mostrar una fragilidad que hasta ese momento nunca se había dejado ver. Ya se jugaba sólo en campo de Marruecos, y por si fuera poco Fernando Santos redobló su cambio de ofensiva y colocó en el campo a Rafael Leão y Vitinha.

Fue exagerada y hasta imprudente la doble muralla defensiva que muy cerca de su arquero Bono armó Marruecos con seis futbolistas en la última línea y cuatro por delante de ellos, lo que hacía que Portugal jugara una y otra vez casi a la altura del área africana. La multiplicación de ataques de Portugal no generaba más que repetido peligro para el arco de Bono, que a falta de diez minutos para llegar al tiempo reglamentario hizo un atajada extraordinaria frente a un remate cruzado de Joao Félix.

Peor todavía se puso cuando a falta de diez para el final se fue expulsado por doble amarilla Cheddira, y entonces el sufrimiento en campo de los africanos fue muchísimo y la intensidad emocional de campo y tribuna algo increíble.

Al final se dio la más maravillosa victoria de toda la historia de África en los mundiales, que ubica a Marruecos -primer equipo musulmán- entre los cuatro mejores del Mundial. Algo inolvidable y único para los marroquíes, que representan lo que es el fútbol, el juego y la ilusión.