Para Sebastián Cardozo, lo bueno de ser psicólogo deportivo es que todos los días son diferentes. Las jornadas pueden conjugar el trabajo con deportistas de forma individual, tanto de deportes colectivos e individuales, el trabajo con cuerpos técnicos, la docencia y el “laboratorio”, la forma en que prefiere referirse a las sesiones de consultorio. Como psicólogo deportivo institucional del club Remeros de Mercedes, está al servicio de las más de 20 disciplinas competitivas del club e integra el cuerpo técnico de básquetbol de formativas y de primera. Para hablar de su experiencia personal y la forma en que trabaja un psicólogo deportivo, Cardozo dialogó con la diaria.

Los psicólogos deportivos trabajan con varios deportes, ¿qué importancia tiene absorber las especificidades de cada uno?

En una de las primeras charlas que tuve con [Jesús] Chalela, uno de mis referentes personales, me dijo algo que me quedó grabado: “El psicólogo deportivo tiene que estar embarrado hasta las rodillas del deporte en el que va a trabajar”. Hay que estudiar los deportes, además de la formación en psicología del deporte. Trabajé durante mucho tiempo en remo y al principio sabía poco y nada. A partir de que empecé a trabajar en esta disciplina tuve que agiornarme, estudiar, aprender, tuve muchísimas horas de charla con entrenadores y deportistas. En el caso del básquet fue más fácil porque practiqué el deporte toda mi vida. Eso no te hace mejor psicólogo deportivo en ese deporte, pero te facilita y te permite entenderlo de otra manera.

¿Hay distintas formas de encarar la psicología deportiva dependiendo del deporte?

Hay que diferenciar el deporte colectivo y el individual. En el individual, por lo general, no se prepara solo, hay un cuerpo técnico de profesionales que acompañan al deportista, pero a la hora de competir el deportista está solo. Por otro lado, en el deporte colectivo hay un equipo. Esta es una impronta personal: prefiero trabajar de forma individual por más que sea un deporte colectivo, porque entiendo que el deportista es una persona diferente a otras. No descarto una charla grupal para trabajar algo como la concentración y explicarles a los deportistas el concepto. Pero a la hora de intervenir, prefiero hacerlo de forma individual.

¿Hay algún deporte que sea particularmente desafiante de abordar?

Todos tienen su impronta y exigencia particular, el término desafiante aplica a todos. Pero el deporte individual tiene un plus porque el deportista está solo en el escenario y tiene que resolver por sí mismo. Por ejemplo, si el tenista falla en un punto, el reproche es hacia sí mismo, la responsabilidad es suya. En fútbol o básquet, cuando se comete un error, la interpretación de esa situación no es tan personal, es más colectiva, por eso tiene otro respaldo.

¿Qué obstáculos enfrenta un psicólogo deportivo?

Creo que el desconocimiento sobre la profesión se lleva la medalla de oro. Después, depende mucho del rol y la función que te brinde un entrenador, a mí me ha tocado todo tipo de experiencias. Me tocó integrar cuerpos técnicos en los que mi función se limitaba a ir sólo un día en la semana, como diciéndole al deportista: “si te va a pasar algo, el miércoles viene el psicólogo deportivo, habla con él”. También estuve en otros en los que tenía participación casi diaria en la planificación, en los entrenamientos y en el seguimiento. Ahí la posibilidad de realizar un mejor trabajo es más amplia. Es diferente cuando el deportista acude a vos y es quien te contrata para entrenar el aspecto mental. Ahí planificás cómo es la intervención, si es una vez a la semana en laboratorio o si es un seguimiento de entrenamiento o de competencia.

En tu experiencia trabajando en el interior, ¿ves diferencias en cómo se trabaja con respecto a Montevideo?

Dentro del deporte de alto rendimiento, Montevideo nuclea la gran mayoría de los deportes y los deportistas, el colega que está en la capital tiene otras posibilidades que los que estamos en el interior. Trabajando en remo tenía la ventaja de que uno de los campamentos base es en Mercedes. Ahí está el Club Remeros, con infraestructura, con un río, con un entrenador que es de acá y eso me facilitaba estar a diario. Cuando trabajé en atletismo, los deportistas estaban desparramados por Uruguay, si la pandemia dejó algo positivo fue la virtualidad, en ese caso mis intervenciones eran por zoom. Pero diferencias a la hora de trabajar, no hay.

Mente y cuerpo

¿La psicología deportiva se sigue asociando a problemas más que a un entrenamiento?

Ese estigma es propio de la psicología en general, no sólo la del deporte. Como sociedad se asocia a la psicología a un problema o a la locura. Por suerte, poco a poco, ese concepto ha cambiado, la salud mental y emocional está teniendo otra interpretación. Hablar del concepto de salud estaba vinculado a la salud física, a la ausencia de enfermedades. El tema es que el concepto global de salud implica un equilibrio entre la salud mental, emocional y social porque somos una unidad biopsicosocial. La idea es que haya un equilibrio entre esas tres dimensiones. Por lo tanto, la salud no solamente es la ausencia de enfermedades. Hoy por hoy, en el ámbito deportivo es más conocido el rol del psicólogo deportivo.

¿Qué hace el psicólogo mientras el deportista compite?

La idea es que el deportista pueda reproducir en competencia lo que entrenó en la semana. Conozco colegas que están con el deportista hasta el minuto previo antes de la competencia. Eso también depende mucho del deportista, hay algunos que dicen que pueden solos y otros que dicen “necesito que estés remando conmigo al lado”. Teniendo en cuenta que a la hora de competir el deportista es el que va a estar ahí, la idea es que pueda prepararse y fortalecerse en el entrenamiento para anticiparse a lo que la competencia le va a exigir.

A nivel de psicología clínica pasa mucho que hay pacientes que no toman una decisión si no la consultan con el psicólogo. Hay otros que utilizan la consulta en la semana para poder aplicarla en su vida diaria. Para mí, la idea es que no se genere dependencia, hay que empoderar al deportista para que sea autónomo y mantenga los niveles de rendimiento físico, táctico y psicológico que entrenó en la semana a la hora de competir.

“No sos el mejor cuando ganás ni sos el peor cuando perdés”.

¿Cuáles son las principales dudas que te han planteado los deportistas con los que has trabajado?

Una de las principales es “¿por qué en los entrenamientos rindo bien y en la competencia no puedo repetir el rendimiento?” Eso va vinculado al manejo de la ansiedad, el estrés, la presión. El alto rendimiento tiene eso, el nivel de exigencia por un resultado es intenso. Por lo tanto, aprender a gestionar esas variables, el manejo de la ansiedad y el miedo a equivocarse, son los principales motivos por los que vienen los deportistas. Todos se preparan para ganar, pero gana uno sólo, hay que aprender a aceptarlo.

¿Cómo se trabaja una lesión con un deportista?

Hay tres instancias. Primero, desde la prevención de las lesiones, hay investigaciones que plantean que una de las posibles causas de una lesión puede llegar a ser el factor emocional. Un desgarro o una distensión muscular muchas veces vienen de la mano de que el deportista está estresado por una causa x. Si el deportista se lesiona, se pasa a otra instancia, que es la rehabilitación, que se trabaja en conjunto con el médico, el fisio y el kinesiólogo. Desde lo psicológico se cambia el foco del deportista, está en rehabilitación, no lesionado. Si se enfoca la situación desde “estoy lesionado”, es una actitud pasiva, no se puede hacer nada. Si el enfoque es “estoy en rehabilitación”, estoy haciendo algo para volver.

Se trabaja en el manejo de la ansiedad y la frustración en el caso de que la rehabilitación se haga más lenta de lo que el deportista desea. Si es un desgarro, está comprobado que son 21 días, pero capaz que al décimo día el deportista se siente bien y quiere probar, y no, ahí tenemos que educarlo y ayudarlo en el manejo de la frustración. La tercera etapa es cuando al deportista en rehabilitación le dan el alta y debe volver a la competencia. Ahí se trabaja con el manejo de los miedos, de no volverse a lesionar, de recuperar la potencia o el trabajo físico que fue perdiendo en ese periodo de rehabilitación.

¿Cómo se manejan los errores durante la competencia?

El principal desafío para un deportista es aceptar el error. Nadie quiere equivocarse, pero entender que el error es parte del deporte ayuda a manejar la frustración. Kobe Bryant, en su libro Mentalidad mamba, habla de que para él no existe la equivocación, es parte del aprendizaje, si me equivoco aprendo. Entonces en la próxima situación voy a tener en cuenta el error anterior y lo voy a poder mejorar.

Después hay que entender lo que son variables dependientes e independientes. Las variables dependientes son aquello que puedo manejar, de las independientes no tengo el control. Por ejemplo, puede ser un fallo arbitral o un compañero que se equivoca. No puedo hacer nada con eso, no puedo manejar al árbitro ni a mi compañero. Lo que sí depende de mí es lo que me genera esa situación.

En las redes

¿Cómo se ha relacionado la tecnología con su profesión?

Ha ayudado muchísimo, con el cuerpo técnico de Remeros y en el básquet congeniamos los datos estadísticos con el entrenamiento psicológico. De hecho, tenemos un programa que denominamos scouting emocional. Se entiende scouting como esa recolección de datos, de números y porcentajes fríos, por así decirlo, de un deportista. Por ejemplo, los tiros que erra, los que emboca, los rebotes, las pelotas que pierde. Lo que se agrega desde lo psicológico es lo que hace el jugador cuando pierde la pelota: ¿se queda protestando? ¿Vuelve a marcar? ¿Se queda quieto? ¿Cómo toma ese error? No nos quedamos con el dato puntual, reforzamos con la reacción del deportista. Eso nos ha potenciado en el seguimiento.

Las redes sociales tienen la dinámica de resaltar todo: cuando te va bien sos buenísimo, pero cuando te va mal sos el peor, ¿cómo afecta a los deportistas?

Una de las grandes frases de [Marcelo] Bielsa habla de que el éxito y el fracaso son grandes impostores. No sos el mejor cuando ganás ni sos el peor cuando perdés. Las redes sociales se manejan teniendo en cuenta las variables independientes: no las maneja uno, la libertad de expresión permite que cualquier pueda escribir de lo que quiera. Cómo manejar la frustración en el caso de una crítica se trabaja desde lo psicológico. También hay que aprender a gestionar el éxito, las llamadas emociones positivas: euforia, alegría, confianza. Que también pueden llegar a complicar el rendimiento.