La celeste se quedó sin invicto. Lo luchó, pero el básquetbol es un deporte lógico y, a la larga, siempre gana el de mayor potencial. Brasil quebró el trámite en el complemento para escapar en solitario en la cima de la tabla del grupo B.

La parada era ultra compleja, más teniendo en cuenta la cantidad de bajas que tenía Uruguay. Había que apelar a una hazaña deportiva más grande que la de Maracaná, y no todos los días son 16 de julio de 1950.

Por la diferencia de centímetros que tenía Brasil en sus aleros e internos, el entrenador Rubén Magnano planificó ir con Martín Rojas de arranque. Un ala pivot doméstico que a nivel internacional puede fajarse sin drama con un tres de buena contextura física. El pibe de Biguá fue la figura celeste y esa parte de la sorpresiva estrategia funcionó muy bien. Anuló a Meindl cuando coincidieron en cancha, ayudó al cerco reboteador en el aro propio y dio 7 puntitos en ofensiva, tirando para 10.

El cordobés que dirige a Uruguay nos venía acostumbrando a solucionar estas falencias con tres chicos, mucha intensidad y cambios de hombre en las cortinas. Ahora mostró otra variante que tuvo sus conclusiones positivas.

El problema gigante de la celeste estuvo en ataque, salvo en el primer cuarto, cuando Luciano Parodi anotó 10 de los 14 puntos del equipo. De hecho, no hubo anotaciones tras la salida del sanducero a descansar en el chico inicial.

En el resto del encuentro la trancadera ofensiva fue bestial. Al tener un alero grande, hubo menos talento en la generación de ventajas y la mayoría de los tiros tomados fueron forzados. Uruguay dio poca movilidad a la pelota, no hubo caídas profundas en los pick and roll y los tiradores tampoco pudieron salir al pick and pop para lanzar con comodidad.

Cuando la opción fue generar a partir de los posteos de Batista, Brasil decidió doblar de forma automática y quitarle capacidad de maniobra al pivot de Hebraica y Macabi. Hubo pocos cortes hacia el aro del resto para aprovechar las ventajas. No solo para finalizar, sino también para generar pases extras que terminaran en tiros abiertos. Si bien el 9/25 en triples fue correcto, para aspirar a ganar este partido había que elevar ese porcentaje, fundamentalmente generando mejores opciones de tiro que las que se tomaron.

En el segundo cuarto el local presionó en toda la cancha tras anotación o en las salidas de abajo del aro por faltas o pérdidas. Hubo seguridad en el traslado y no se perdieron balones, pero Uruguay perdió tiempo valioso para jugar cómodo en campo antagónico, ya que la llegada a zona de ataque fue entreverada y muchas veces se empezaron a efectivizar los sistemas con poco más de 10 segundos en el reloj.

El flojo encuentro ofensivo fue repercutiendo en otros ítems del juego. Brasil pudo anotar en campo abierto, cargó la pintura con la diferencia de centímetros y sacó faltas. La primera ventaja en el marcador la obtuvo tirando libres durante gran parte del segundo chico. En el complemento también pasó a dominar el rebote ofensivo ya que la resistencia celeste no fue la misma que en el inicio. Tras haber ganado en confianza, una catarata de triples quebró definitivamente el trámite, con Yago y Lucas Dias jugando a nivel superlativo.

Más allá de la derrota, quedaron aspectos positivos para Magnano y su cuerpo técnico. El buen nivel de Rojas que permite una variante defensiva que seguramente será utilizado a futuro, dado la escasa talla del perímetro uruguayo y la falta de aleros naturales en el roster.

Batista, pese a su edad y su forma física, sigue siendo dominante en el poste bajo. Si bien el básquetbol moderno tiende cada vez a jugar menos desde los posteos de un pivot, Esteban se maneja con carpeta y calidad, desafiando las leyes intrínsecas de la evolución del deporte. Y, lo que resulta, hay que aprovecharlo.

Defensivamente el partido de Uruguay fue de correcto a bueno, obviamente sin contar el último cuarto, en el que Brasil anotó 30 puntos, cuando el trámite ya estaba roto y el triunfo era seguro. Eso es un sello de la celeste Magnano. Mucho compromiso, intensidad y buen cerco reboteador.

La lógica primó. El camino sigue y hay que dar vuelta la página. Chile en Valdivia es el desafío del próximo lunes. Será un rival con una calidad inferior, pero la obligación es otra: ganar para arrastrar puntaje de cara a la segunda fase de las Clasificatorias.