Mezcla de esfuerzo, talento y –sobre todo– humildad, Brian García se vestirá por primera vez de celeste tras ser citado por Rubén Magnano para los partidos con Brasil y Chile a disputarse el 25 y 28 de febrero por las Eliminatorias rumbo al Mundial 2023.

Un pibe de barrio, nacido en el viejo conventillo ubicado en Fernández Crespo y Cerro Largo, que empezó a jugar al básquetbol de casualidad. Fue a ver una práctica de su tío y Juan Carlos Werstein lo metió a picar una pelota naranja, mucho más grande y pesada que la que él estaba acostumbrado a patear.

Aquel buen zaguero que pintaba con un futuro prometedor en el fútbol se encontró debutando con la camiseta de Cordón en la cancha de Olimpia en un partido de formativas. Metió 30 puntos. Tranqui y sin tener mucha idea de lo que estaba haciendo. Ese día jugó con unos championes “de andar” que eran los únicos que tenía. Se divirtió y fue feliz. Ya habría tiempo de pensar en el cuidado de sus tobillos.

El escolta de 31 años reconoció públicamente en más de una ocasión que el deporte y su familia no lo dejaron desviarse en el camino y que su abuelo materno fue una figura muy importante en su vida. En su brazo lleva tatuada la frase: “Me enseñaron a luchar hasta lo último, a entregar todo por los que quiero y nunca olvidar de donde vengo, lo que soy y lo que siempre seré”. No hay mejor presentación: ese es Brian García.

¿Cómo te enteraste de la citación?

Por redes sociales. Sabía que estaba en una lista de reserva de 24 jugadores. Si bien estoy en un momento justo y bueno para ayudar en lo que sea, me sorprendió porque los chicos que están jugando lo vienen haciendo muy bien. Sin dudas van a ser los dos partidos más importantes de mi carrera. Entreno para estar con los mejores. Estoy pasando por un buen momento, y que se dé esta oportunidad ahora es ideal.

Foto del artículo 'Brian García: “Mis primeras botas de básquetbol me las regaló Jayson Granger”'

Foto: Federico Gutiérrez

¿Qué sentiste al ver tu nombre en la lista definitiva?

Es un orgullo. Un sueño que tengo desde chico. Espero estar a la altura. Tengo un poco de ansiedad, no lo voy a negar. He ido al Centro de Entrenamiento de la FUBB [Federación Uruguaya de Basketball] a conocer la pelota, que es bastante diferente. Estoy entusiasmado con todo lo que está por venir. Practicar con mis compañeros, conocer a Magnano, que es un técnico clase A. Para alguien de mi edad es una locura. Lo miraba dirigir a Argentina con Manu Ginobili en mi puesto. Que hoy me elija para integrar la selección es increíble. Voy a tratar de exprimirlo, aprender mucho de él por más que es poco tiempo, y hay que dar más de lo que pueda recibir. Voy a estar con las orejas paradas todo el tiempo. Es un empujón más para crecer en mi carrera.

¿Qué méritos creés que tuviste para llegar a la selección?

Soy un tipo muy laburador que intenta mejorar algo todos los años. En el tiro estoy siendo más regular que cuando arranqué a jugar. Más allá de mi esencia, creo que mejoré en la toma de decisiones. Ahora voy a mano izquierda, que generalmente los defensas me mandan para ahí. Creo que soy constante y hago un poco de todo en la cancha para adaptarme al rol que me pida el entrenador.

¿Cómo fuiste identificando los aspectos en los cuales debías evolucionar?

Año a año te vas dando cuenta. Los rivales te van scouteando, sacando cosas que hacés bien y obligando a aprender otras para mantenerse a nivel. Para crecer hay que mejorar. En Olimpia encontré un cuerpo técnico que me ayudó mucho, aprendo un montonazo con Gerardo Jauri, Mario Enrich y Gervasio Heinzen. En las charlas con ellos, en detectar falencias y en el tiempo que dedicaron a ayudarme para que trabajara y evolucionara.

¿Qué rol creés que vas a tener en este equipo?

Me lo va a asignar Magnano. Creo que le puedo dar intensidad defensiva. Eso no lo tiene que perder nunca Uruguay. En ataque está Lucho [Parodi] que genera mucho, es el hombre en ofensiva y va a ser muy importante para nosotros. Estuve viendo que por momentos el perímetro juega con tres chicos y hay que fajarse con aleros grandes; si es lo que la selección necesita, me puedo adaptar a eso.

¿Sentís que llegás para quedarte?

Sé que hay bajas importantes en mi puesto, pero uno siempre tiene la expectativa de poder dejar algo necesario para la selección. Tengo que identificar que puede faltar para ver donde puedo ser útil y sumarlo a lo que me pide el entrenador. Lo tomo como una oportunidad y voy a vaciarme para pelear un lugar entre los 12 que se cambian y permanecer en el grupo a futuro.

¿Qué sabés de los rivales y del momento de Uruguay en el torneo?

Venía siguiendo a la selección como hincha, como todo uruguayo al que le gusta el básquet. Son partidos importantes. Con Brasil es muy duro pero vamos a ir a ganarlo igual, y con Chile no se puede escapar porque se arrastran los puntos para la siguiente fase. Vi el partido donde se enfrentaron entre ellos en la ventana anterior. Ya no es el mismo Chile de años atrás, donde se le ganaba fácil. Juegan muy bien y se apoyan mucho en su base. Brasil es un cuadrazo, con muchos jugadores de calidad, tienen gol por todos lados. A este nivel hay que ser intensos y salir a dar pelea.

¿Qué repercusión tuviste de tu entorno?

Me escribió un montón de gente. Es muy lindo. Por ejemplo, Fernando Martínez, que me marcó mucho en mi carrera y me ayudó a crecer, me mandó un audio largo pero hermoso. Personas muy importantes para mí en el básquetbol y en mi familia, que me mimaron y aconsejaron mucho. Son cosas que voy a guardar para toda la vida.

¿Es verdad que entraste de casualidad al básquetbol?

Sí, arranqué a los 14 años, ya era grande. Había ido a ver una práctica de mi tío, y Juan Carlos Werstein me dio una pelota y me invitó a entrenar en Cordón. Pensar en todo lo que pasó desde ese primer día a estar jugando por la selección es algo muy lindo. En ese entonces no lo visualizaba como algo posible.

¿Qué recordás de esos inicios?

Mi primer partido, casualmente, fue contra Olimpia. Yo venía con unos championes Topper bajos, para andar. Eran los únicos que tenía. Con esos jugaba, iba al liceo, todo. Ese día hice más de 30 puntos. Mis primeras botas de básquetbol me las regaló Jayson Granger, que era unas categorías más grande en Cordón. Haber pasado todo eso dimensiona mi presente mucho más. Ahora que me lo trajiste a la memoria, me voy a acordar de eso cada vez que me toque entrar, para que sea un empujoncito más de todo el esfuerzo que hice para llegar a donde estoy.

Varias veces declaraste públicamente que, de no ser por el básquetbol, podrías haber terminado preso. ¿Por qué?

La verdad es que el básquetbol fue muy importante en mi vida. Me ayudó a enderezarme y a saber qué es lo que tengo que hacer y qué quiero para mi vida. Formé una familia hermosa que la valoro. A mi señora la conocí jugando en Goes. El básquetbol siempre me dio guiños que me marcaron el camino. De chico el barrio era complicado, me crie en un momento en que la zona de Cordón no estaba muy bien. Pasaban un montón de cosas. Andaba demasiado en la calle y estaba a nada de mandarme macanas. Si bien tuve muchas cosas que me faltaron, también hubo amigos y familiares que me guiaron para no desviarme. Todo eso me ayudó a ser lo que soy.

¿Qué te diría tu abuelo si se enterara de que vas a jugar por Uruguay?

Conociéndolo, me felicitaría y no me diría mucha cosa más. Él me resaltaba más lo malo que lo bueno para que no me agrandara, me pasaba diciendo que no quería que se me “llenara el culo de papelitos”. Pero sé que internamente estaría más contento que yo, aunque no me lo dijera.