Con un gol cuarentón de Ignacio María González, que cerca del epílogo del partido terminó venciendo a Santiago Silva, Danubio derrotó 1-0 en Trinidad a Boston River y se acomodó en la Tabla Anual por la clasificación a copas internacionales, así como en el Clausura, quedando a cinco puntos de los líderes cuando aún debe enfrentar a ambos.

Boston River perdió un partido que, si la definición fuera como en otros deportes, por puntos otorgados por un jurado, no lo hubiese perdido, porque el rojiverde hizo un buen juego siendo levemente superior a su rival. Pero perdió. Perdió porque Nacho González, que había entrado avanzada la segunda parte, repentizó en la jugada. Además, como dijo Ignacio Iturralde, lo hizo porque estaba en la cancha, porque minutos antes González había cometido una durísima falta que con el proceder general del VAR -“raro y confuso”, al decir del director técnico de Boston River- no lo revisó en conjunto con el juez principal, Nacho quedó en la cancha y un par de minutos después definió el juego.

Con estas dos derrotas consecutivas por mínima (ante Nacional el miércoles y frente a Danubio en Trinidad), Boston ha perdido por primera vez en mucho tiempo su posición de clasificación a la Libertadores, ahora ocupada por diferencia de goles por Peñarol.

Parejito

El primer tiempo fue de una esperada paridad, teniendo en cuenta la campaña exitosa que ha desarrollado Boston River en toda la temporada, y el buen momento que atraviesa Danubio en los últimos partidos.

El equipo de Ithurralde pasó el trago de la derrota ante Nacional y volvió a hacer ala de ese buen juego asociado con y sin la pelota, y al igual que en el Parque Central mostró un esplendoroso Cristian Quique Olivera, que se llevó a rastras a cuanto marcador se le quisiera cruzar.

Danubio también llevó peligro sobre el arco del joven salteño Santiago Silva como el argumento de la presión sobre la última línea rojiverde, apoyándose en el buen momento de Sebastián Papelito Fernández y de Guillermo May.

Lo que no te di

En la segunda parte siguió maravillando la velocidad y encare de Quique Olivera. Si se la jugaban en profundidad, los espectadores, y tal vez hasta sus rivales, pensábamos en la posible llegada de un gol de Boston River.

Fue más Boston River en el complemento. El juvenil Franco González como eje central acomodó en algo el juego danubiano, pero aun así era mucho más esperable un gol del local que de los visitantes.

Ustedes ya lo saben, no fue así. Faltaban cinco minutos y, tras un córner y un rebote que generó un desajuste defensivo, la pelota cayó en la órbita del cuarentón Nacho González que más rápido de lo que definió, imaginó el posible desenlace de su acción tan espontánea como efectiva al girar sobre su propio eje con esas gastadas caderas y ponerla lejos de Silva.

Ganó Danubio y está bien, porque el fútbol se define así.