El fútbol tiene infinitas definiciones, pero hay una que quizás las abarca a todas: “El fútbol es la vida misma”. Este deporte aparece muy temprano en la vida de las personas. El ser humano construye miles de sueños alrededor de él y es por eso que los espacios destinados a vincular a los niños con la pelota están llenos de ilusiones.

Cuando se trata de sueños de mujeres relacionados con el fútbol, las palabras “oportunidades”, “espacios” y “visibilización” no tardan en aparecer. Y es cierto que se necesita mucho esfuerzo y dedicación para ponerlos en marcha.

Así como sucede en cada uno de los lugares en que las niñas, los niños y los juveniles se forman futbolísticamente, en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Peñarol habitan un montón de deseos que giran alrededor de la pelota. No se puede juzgar a los sueños, ni tampoco medirlos. Lo que sí se puede afirmar es que se necesita trabajo para conseguirlos.

Persistir para crecer

Nos encontramos con Camila Delgado Iriarte en el CAR porque allí entrena Peñarol femenino. La futbolista, que juega de defensa, soñó con el fútbol desde siempre, y en el barrio donde creció la pelota y los amigos son sinónimos. Si bien su madre no estuvo de acuerdo con que practicara -porque tenía arraigado el prejuicio de que el fútbol es cosa de varones-, luego entendió que contra los sueños no se puede hacer nada. Camila dio sus primeros pasos futbolísticos a sus cuatro años, en el club Once Rojo, y entendió lo que quería para su vida: ser futbolista.

Más tarde se siguió formando en el club Juvenil 16, del que fue parte desde los 11 años hasta los 13, cuando vio un llamado de aspirantes para Peñarol y, tras probarse, quedó en el equipo de sus amores.

Con el aurinegro hizo las inferiores y fue capitana en sub 19 hasta que llegó a primera, categoría en la que vivió la alegría del tricampeonato. Más tarde también quiso ser profesora y entrenadora, y montó una escuelita de fútbol mixta para niños de entre cuatro y 13 años, que gestiona actualmente en el Prado. A su vez, inició el curso de licencia C de entrenadora.

Muchas adversidades se interpusieron en su carrera futbolística, pero siempre supo que tenía un deseo que no estaba dispuesta a abandonar. Camila tenía el deseo de ser madre joven y ese sueño, que se supone feliz, lo vivió con miedo e incertidumbre porque la realidad la hacía entender que iba a tener una traba con el fútbol. Decidió esperar un poco más porque quería continuar con su carrera.

Con la estadounidense Alex Morgan como referente, entendió que quería vivir su embarazo en el club y volver a jugar apenas naciera su hijo, pero tenía claro que Uruguay está muy lejos de Estados Unidos. ¿Cómo se lo tomarían en Peñarol?

Sueños a la par

Entonces, sucedió. Camila quedó embarazada y la alegría inundó su vida. También el miedo.

Cuando llegó el momento de contar al equipo que estaba embarazada, la vincularon con su referente. “Me decían la Alex Morgan de Peñarol”, cuenta. Entonces entendió que existía una posibilidad de vivir los sueños a la par.

Camila no estaba dispuesta a alejarse del fútbol por tanto tiempo, y quiso ser pionera para ser ejemplo. No es la primera mujer futbolista uruguaya que queda embarazada, pero sí es la primera futbolista uruguaya que no dejó de lado la práctica futbolística formal y que cuenta con un acompañamiento del club.

La mayoría de las futbolistas uruguayas que quedaron embarazadas abandonaron los clubes, o, en los mejores casos, retomaron luego de que los bebés nacieran. Y peor: una gran parte no volvió a jugar al fútbol.

Foto del artículo 'Sueños de fútbol y maternidad: Camila Delgado es la primera futbolista uruguaya embarazada con continuidad formal en un club'

Foto: Alessandro Maradei

En partida doble

Según sus cálculos, Camila viajó a la Copa Libertadores de fútbol sala embarazada. Luego lo confirmó, y a la vuelta lo contó al cuerpo técnico. “Tenía síntomas físicos, pero sobre todo emocionales, porque no me sentía preparada para afrontar la situación de tener que comunicarlo”, explicó.

Por natural que parezca un embarazo, la historia se esfuerza por determinar que la maternidad y el fútbol no van de la mano: la evolución se da cuándo se rompen esos patrones.

“El cuerpo técnico me dio su apoyo desde el primer momento, con herramientas para seguir entrenando, y asesoramiento con el nutricionista y el psicólogo”, cuenta Camila.

Por algunas semanas siguió entrenando con normalidad y luego recibió asesoramiento personalizado para adecuar los ejercicios a sus necesidades. Hoy, con seis meses de embarazo, continúa entrenando y lo seguirá haciendo “hasta que me sienta con ganas y con energía”, explicó.

Alex Morgan, el caso de referencia, tuvo herramientas desde el primer momento de su embarazo porque en Estados Unidos parte de la lucha por los derechos de la mujer futbolista incluyó los derechos de la maternidad. En Uruguay no hay contratos de futbolistas con puntualizaciones sobre la maternidad.

“Soy la primera mujer en Uruguay con continuidad en la carrera estando embarazada y recibiendo los controles del club y las herramientas para entrenar. No es fácil; tuve dos compañeras antes que quedaron embarazadas y no volvieron a entrenar. Ese era mi gran miedo. Ellos me aseguraron que no tenía por qué dejar. Mi idea es seguir hasta que me sienta bien y luego retomar”, explicó Camila.

Sin impedimentos

La cara se le llena de orgullo y alegría mientras sostiene la panza de seis meses de embarazo y posa para una foto. Atrás están reunidos decenas de niños que esperan para comenzar su jornada de entrenamiento.

-¿Quién es ella? -dice uno de los chiquitos.
-Es una jugadora de acá, de Peñarol. ¿Cómo no lo vas a saber? -le responde otro.

En el conjunto aurinegro, como en casi todos los equipos del fútbol uruguayo en la rama femenina, las jugadoras no tienen contratos con el club, sino un acuerdo.

Para Camila, el tema de la maternidad es uno más de los obstáculos a los que se enfrentan las futbolistas en Uruguay. “A la mujer futbolista lo primero que se le viene a la mente es bebé es igual dejo, por eso está bueno que sea ejemplo para que cambie. Es difícil. Acá tenés que ser muy persistente para todo, tenés que ir detrás de tus sueños y no rendirte, no es nada fácil el fútbol femenino”, puntualizó.

Emoción a flor de piel

Camila estuvo en el estadio Centenario viendo el clásico ante Nacional desde la tribuna. “La emoción que me genera ver a mis compañeras jugando es tal, que a veces entro en el segundo tiempo”, contó.

La jugadora se imagina enseñándole a su hijo a jugar al fútbol en su escuelita. “Imagino el momento en el que tenga uso de razón y diga: mi mama tiene escuelita de fútbol”, dice, con la mirada llena de ilusión. y luego aclara: “Jugar o no al fútbol va a ser decisión de él. La única decisión que no va a poder tomar es del equipo: va a ser de Peñarol porque ya es socio”.

Camila sostiene que la reflexión tiene que ver con que una mujer cuando va a ser madre piensa que se le terminan un montón de oportunidades. Para ella es al revés: “En mi caso yo empecé el curso de entrenadora y estoy embarazada. Se me abrió otra puerta. Sigo entrenando, estoy estudiando lo que me gusta, lo vivo de otra manera. Si algún día busco tener otro bebé ya no voy a tener ese pensamiento porque ya viví esto de no limitarme, y eso tiene que ser ejemplo para las demás futbolistas”.

Con las herramientas que hay

El entrenador mirasol, Felipe Rebollo, contó a la diaria que la noticia de Camila fue recibida con gran alegría por todo lo que eso genera en el grupo. Como entrenador se centró en coordinar los cuidados necesarios con la nutricionista, la psicóloga y demás.

“Para que esté lo mejor posible para su bebé y para que pueda retornar cuanto antes, sabiendo que va a estar un periodo largo sin jugar, viendo en qué puede trabajar y qué puede seguir haciendo”, explicó.

En su consideración, el fútbol femenino viene teniendo un crecimiento exponencial, pero el uruguayo no lo viene acompañando a lo que es a nivel mundial, sobre todo la élite, que es la liga europea, que en los últimos dos años ha crecido enormemente.

“Antes la élite era solamente Estados Unidos. Ahora el fútbol español y todo el europeo acompaña. A nosotros todo nos llega más tarde, pero también depende mucho de que tengamos la apertura necesaria para el cambio”, explicó.