En un hermoso partido en el Parque Viera, el Racing de Eduardo Espinel llegó a su tercera victoria consecutiva derrotando de atrás a Wanderers por 2-1. Los goles albiverdes, ambos en el segundo tiempo, fueron de Agustín Pereira y Agustín Alaniz, en tanto el de los bohemios, anotado en la primera etapa, fue de Nicolás Albarracín.

Belleza

Hay veces que los partidos son lindos desde la percepción del sujeto que por una razón u otra acepta esa sensación desde la tribuna o frente a las pantallas. Otras veces un partido es lindo porque la propuesta de juego se eleva estéticamente por las intenciones de juego asociado, veloz, efectivo, que realza las emociones no sólo de los sujetos que lo están apreciando, sino también de los que lo están jugando y que son objetos de análisis por lo que desarrollan en la contienda particular de un día, un martes, a una hora, de noche, en una linda cancha de Montevideo.

Fue interesante de principio a fin porque los dos generaron acciones de desarrollo ofensivo y de buenas defensas. Al primer tiempo le faltaba el sello del gol para que el expediente siguiera su camino sin que lo cajonearan los fiscales del utilitarismo, pero después de entretenidísimos minutos con intentos de los dos lados llegó el primer gol del partido y fue de Wanderers: a los 37 minutos, en una pelota muy bien conseguida a través de un robo por Juan Joyita Acosta, el rochense se internó por la parte central del campo y habilitó a la izquierda a Albarracín, que entrando en diagonal metió un zurdazo cruzado que venció irremediablemente a Luis Manotas Mejía.

A los seis minutos del segundo tiempo llegó el empate de los de Espinel. No fue de factura tan hermosa como pudieron haber sido otros, pero valió para igualar y para compensar el golpe anímico de la derrota parcial inesperada por lo que había sido el juego. Fue un centro al segundo palo que, de manera forzada, Octavio Rivero mandó al centro del área donde, mandándose en palomita, Pereira puso el 1-1.

No fue de taquito

Wanderers fue el que sintió esta vez el empate que no esperaba, intentó salir, pero sufrió otro golpe cuando, minutos después, una exquisita jugada iniciada y finalizada por Alaniz se convirtió en el segundo gol de Racing, un golazo que ponía el partido 2-1 para los de Sayago. Fue estupenda la carrera con pelota al pie y engaño de Alaniz, y la devolución de taco y mirando para el otro lado de Rivero, que dejó al delantero formado en Peñarol con el arco de frente y sin más defensa que Mauricio Silveira, sólo tratando de tapar los 7,32 metros. Golazo y otra vez a guionar nuevas escenas de un hermoso partido.

Y el script dijo que Wanderers se volcó de una y mil maneras al ataque para tratar de empatarlo y que la línea final de Racing tuvo planchada, y dale que va, una y otra vez, poniéndole el cuerpo y el alma; que Manotas estuvo como en sus mejores noches, pero también, agregado a mano, que Racing pudo haber llegado al tercero en alguna de sus corridas.

El final fue muy emocionante y la baquía del concubino del alambrado, del residente del cemento, decía, lo empata Wanderers o lo gana Racing con la misma convicción. Lo ganó Racing; va escapando del descenso y metiéndose en la lucha por las copas. Lo perdió Wanderers, que está último en el Clausura y realmente no merece tan poco. El fútbol es así.