En Jardines del Hipódromo, de visita, Racing le ganó –y bien– a Danubio por la quinta etapa del Clausura. Los de Sayago recuperan puntos para todas las tablas pero rescatan la idea de salir del descenso.

En el inicio el local amagó que podría ser el protagonista. Danubio comenzó mejor, explotando la velocidad de Nicolás Rossi, que tomó el control del balón, pues la primera del match, justamente, la tuvo al joven ex Peñarol en una clara, que Gentilio cortó bien.

El inicio fue ese; el desarrollo, otro. Porque cuando el mejor plantado era la franja, Racing comenzó a despertar sus sociedades ofensivas. El punta izquierdo Alaniz, con movilidad y velocidad, comenzó a avivar el ataque visitante.

En una combinación –la primera de varias–, el propio Alaniz asistió al centrodelantero Rivero, que golpeó técnicamente de forma notable el balón, que acarició el palo. Fue buena y clara para la escuelita, que de ahí en más no aflojó en sus intenciones.

El local no hacía pie. El ataque sólo fue una esperanza primaveral de los primeros minutos, mientras que el mediocampo no tenía balance. Esto lo advirtió Racing, que continuó explotando esas asociaciones en ataque. En un error de salida del volante Romero, Varela fue más rápido, anticipó, combinó con Rivero y Luppi, y llegó como un torpedo a definir preciso de puntín contra el palo.

Festejo del gol de Tomás Verón Lupi, de Racing, el 14 de octubre, en el estadio Jardines del Hipódromo.

Festejo del gol de Tomás Verón Lupi, de Racing, el 14 de octubre, en el estadio Jardines del Hipódromo.

Foto: Alessandro Maradei

A su manera

Danubio quiso cambiar la cara en el complemento, pero no logró más que eso: voluntad y empuje. Faltó claridad y no quedó claro qué quería en ofensiva el equipo de Saralegui.

Entre esos problemas para el local, Racing aprovechó el caos y metió el segundo. Con otra incursión de Alaniz, que cambió para Luppi y este centró exacto para la cabeza de Octavio Rivero y conectó preciso. La fluidez ofensiva –y esporádica– de los de Sayago era tal que evidenció lo pobre del franjeado.

Era jodido el panorama y “es cuando hay que poner” pareció ser la consigna que levantó con su ingreso el argentino Mauro Zárate. Con intervenciones y gambetas individuales dio otro aire al local. Pero Danubio sólo tuvo eso: empujes individuales que no se trasladaban a asociaciones sistemáticas que dieran certeza ofensiva.

La desprolijidad del final fue funcional para la visita, que aunque ya no atacaba con claridad, el marcador le era favorable.

Lucas Lemos, de Racing, Nicolás Ross, de Danubio y Hugo Magallanes, de Racing, el sábado 14 de octubre, en el estadio Jardines del Hipódromo.

Lucas Lemos, de Racing, Nicolás Ross, de Danubio y Hugo Magallanes, de Racing, el sábado 14 de octubre, en el estadio Jardines del Hipódromo.

Foto: Alessandro Maradei

Alarmas y destacados

Danubio deberá repensar su planteamiento en varios aspectos. En lo ofensivo mostró poco y nada: el carácter individual puede ser una herramienta, pero no el sistema. Si el ataque no corre, la defensiva deberá estar firme para no dar más ventajas, y fue lo que no le sucedió hoy. El balance del mediocampo fue malo, igual que las coberturas.

La escuelita sacó unos puntos de aquellos, ya que lo sacan de momento de la zona de descenso y sigue con la consigna de mantener la división.

El ataque fue el destacado de la jornada con abanderados como Luppi, Urretaviscaya, Alaniz y el goleador Rivero, sumado a un pulcro mediocampo y una zaga que hizo lo suyo.