La historia del deporte de élite está llena de historias épicas y momentos cargados de heroísmo. A la determinación y el ahínco de quienes protagonizan gestas que se perpetúan en el tiempo, se le suma un universo de sentido dado por la singularidad representada en cada episodio, que, por sus peculiaridades, quedaron en el recuerdo. Sin embargo, esas experiencias no pueden observarse de manera aislada.
El deporte como construcción humana siempre está estrechamente vinculado a lo político. Sólo a modo de ejemplo puede referirse a los Juegos Olímpicos de Berlín 1936 utilizados por el nazismo como maquinaria propagandística, o durante la Guerra Fría los sucesivos boicots, los juegos de Moscú 1980 y Los Ángeles 1984.
Lo que sucede en la pista, el campo o cualquier otra arena siempre está cimentado y determinado por un contexto, y aunque parezca obvio, puede quedar sepultado por la tendencia existente a rendirle culto al éxito.
Hace pocos días Sifan Hassan ganó la maratón de Chicago; la deportista de Países Bajos en Tokio 2021 se convirtió en la primera atleta en ganar tres medallas en tres competencias de fondo diferentes: oro en 10.000 y 5.000 metros y bronce en 1.500, final recordada por remontar 13 posiciones luego de haber sufrido una caída. Pero la historia de Hassan comenzó a los 15 años cuando tuvo que huir de su Etiopía natal y llegó al centro de acogida en Zuidlaren.
En los juegos de Río de Janeiro 2016 fue la primera vez que asistió un Equipo Olímpico de Refugiados. La nadadora siria Yusra Mardini fue parte de la delegación; aunque ganó su serie en los 100 metros libres, no avanzó a la siguiente ronda. Esto es apenas un dato. A los 14 años, luego de que una bomba, que no llegó a explotar, cayó dentro del recinto donde estaba entrenando, tuvo que huir de su país. Primero cruzó por tierra la frontera con Líbano hasta Turquía. El siguiente objetivo era atravesar el mar Egeo y llegar a Europa en un bote inflable repleto de personas. Yusra y su hermana Sara, ante la falla del motor y el peligro de la zozobra, tuvieron que lanzarse al agua y nadar en un mar agitado durante horas. Nadaron por sus vidas y la del resto, soportando el frío, la fatiga y el miedo.
Tanto Hassan como Mardini son protagonistas de Heroínas a través del deporte (Ediciones JC, 2023) de Tolo Leal. El periodista mallorquín recoge en su libro una antología de historias protagonizadas por mujeres que se destacaron en el ámbito deportivo. Decirlo así, a secas, es un insulto al libro y sobre todo a las atletas, porque en las anécdotas aquí recogidas el deporte funciona como un vehículo en el que las mujeres a fuerza de valentía, trabajo y talento empezaron a ganarse un espacio en ámbitos masculinos en los que su presencia estaba prohibida.
“Anécdotas de un pasado histórico donde es posible localizar un antes y un después de la discriminación de género como hábito normalizado en la sociedad y el deporte. Antes al contrario, sus historias dan el salto a la atención pública por un valor añadido que las rodea o por un designio del destino; pero no difieren del de miles de mujeres alrededor del mundo para las cuales vestirse de heroínas es su sino, su rutina”. Afirma Inma Naima Zanoguera en el epílogo, echando luz sobre el padecimiento de la violencia estructural y simbólica que el deporte, por un lado hace manifiesto y por otro la refuerza.
Katherine Switzer en 1967 corrió a escondidas la maratón de Boston, prueba que a las mujeres les estuvo prohibida hasta 1971 por la presunta incapacidad física para completar la prueba. Además de afrontar los 42,195 kilómetros, Switzer tuvo que lidiar con el oficial Jock Semple, quien quiso empujarla fuera de la carrera.
Hassiba Boulmerka, en Barcelona 1992, obtuvo la primera medalla de oro olímpica en la historia de Argelia. Pero la victoria estaba cargada de significado. Tuvo que huir de su país, prepararse en suelo extranjero, con escolta policial hasta para ir al baño, puesto que estaba amenazada de muerte por el Ejército Islámico de Salvación, que no toleraba que una mujer musulmana, según ellos, se exhibiera en público desnuda.
En la treintena de historias compiladas por Tolo Leal, la arista deportiva, en apariencia, se reviste de excepcionalidad, condición que es oportuno revisar para detenerse en los márgenes de la competencia, apuntar al contexto y realizar una lectura de Heroínas a través del deporte que permita objetivar la violencia que subyace.