Meses después del final del Mundial de Qatar 2022, la Federación Internacional de Futbolistas Profesionales (Fifpro) hizo una encuesta entre quienes participaron. Los futbolistas informaron al sindicato mundial que los congrega que más de 53% tuvo alguna lesión, 44% experimentó fatiga física extrema o mayor, en comparación con su carga normal de trabajo para ese momento de la temporada, y 20% sintió niveles sumamente elevados de fatiga mental y emocional, en comparación con lo habitual en ese período de una temporada regular.

La fatiga mental que figura en el informe de Fifpro es la primera fase del burnout, definido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como “una enfermedad que se manifiesta en algunos trabajadores, motivada por el agotamiento físico y mental provocando una cronificación del estrés laboral. Desde enero de 2022 la OMS reconoce el síndrome de burnout como enfermedad profesional”.

Para conocer más sobre esta enfermedad que se identificó en la década de 1970 en el ámbito sanitario, luego pasó al educativo y más tarde se extendió en todos los entornos laborales, la diaria se comunicó con Verónica Tutte, doctora en Psicología del Deporte, directora de la Maestría en Psicología de la Salud y el Deporte de la Universidad Católica y asesora de Nacional en el equipo de psicólogos. Tutte comenzó a estudiar el burnout en el deporte hace 20 años en España, tema que actualmente continúa siendo su principal línea de investigación específicamente en el fútbol.

“El burnout es estrés crónico que en el caso del deporte se identifica en el contexto de la competición”, sostuvo Tutte. La doctora explicó que se diferencia del estrés común o agudo, al que definió como el desequilibrio puntual entre las exigencias del día y los recursos personales con que la persona cuenta para asumirlas.

Para quien padece burnout, “cada vez que tiene que competir hay algún estímulo o síntoma que le genera tres características: el agotamiento emocional; la despersonalización, que implica un desapego emocional respecto del resto de sus compañeros; y la reducida realización personal, que es un autoconcepto o valoración que cada persona tiene de su propio desempeño”, desarrolló Tutte.

En el caso de la persona que padece burnout, ese autoconcepto está disminuido y hace que la persona perciba que rinde muy por debajo de lo que está rindiendo en verdad, y después efectivamente esa sensación lleva a que rinda mucho menos de lo que puede.

Detección y prevención

La enfermedad de burnout es multifactorial, explicó la psicóloga, y ejemplificó: “Muchos estímulos pueden cambiar con el tiempo y colaborar en el proceso de enfermedad. Por ejemplo, un día siento que el entrenamiento es demasiado exigente; otro día, que este deporte no me da lo suficiente; otro día, que no rindo; y otro día, que me aburro. Todos esos síntomas corrompen la salud y la diversión o satisfacción que tenía por la tarea que hago”.

El nivel en que el deportista está afectado por esta enfermedad se mide mediante diversos métodos que involucran entrevistas personales y cuestionarios, siempre complementados con un seguimiento integral. “Hay instrumentos de medida que nos permiten sacar una foto de la situación en la que está cada deportista. Existen varios cuestionarios; yo uso el “Inventario de Burnout para deportistas revisado”, que está revisado y adaptado al castellano por Enrique Garcés de Los Fayos”, detalló Tutte.

La doctora se encuentra actualmente adaptando el cuestionario a Uruguay con datos locales, ya que la herramienta permite clasificar a los deportistas en tres categorías: si presentan algunos síntomas de burnout, si tienen burnout o si están completamente libres de esta enfermedad.

“Hay tres zonas distintas. Los deportistas con los que tenemos que empezar a tener cuidado y observar son aquellos que presentan algún síntoma. Por otro lado, a aquellos que ya tienen burnout es muy difícil de abordarlos porque es un síndrome crónico que no tiene tratamiento. Una vez que la persona lo tiene, está enferma y debe seguir un tratamiento psicofarmacológico y clínico”, aseveró, y argumentó: “Donde tenemos más probabilidades de hacer un abordaje es con aquellos que no tienen síntomas, para prevenir, y con aquellos que empezaron el proceso de enfermar, para detenerlo y protegerlos, a fin de que eviten la enfermedad”.

De todas formas, Tutte contó que no puede medir una enfermedad solamente con un cuestionario; también recurre a la entrevista en profundidad y a la observación en el campo, tanto en situación de entrenamiento como de competición, para hacerle un seguimiento. “No alcanza con hacer una medición transversal, sino que tenemos que tener varias medidas en el tiempo para poder llegar a conocer esta realidad”, apuntó. Destacó que es importante conocer el proyecto de vida del futbolista, ya que, en un caso de riesgo, “si no tiene otros proyectos fuera del deporte, tenemos que abordar inmediatamente esa situación”.

Condiciones laborales

Sobre la encuesta realizada por Fifpro, Tutte explicó que los deportistas “de alguna manera están reconociendo que jugar esa cantidad de partidos en esa época del año y con tan poco período de recuperación les genera agotamiento”. Esa es la fase uno del burnout, en la que “todavía no se instaló la enfermedad, pero los deportistas están declarando que sienten un agotamiento que antes no sentían”. “Se tienen que prender las alarmas, porque nos están diciendo que están más agotados de lo que comúnmente estaban”, alertó la especialista.

Tutte se refiere a quienes están afectados como “quemados”, y afirmó que “no hay conciencia de la enfermedad: el deportista que está quemado o en proceso de quemarse no reconoce que está agotado o no reconoce que está cínico e irónico cuando está con sus compañeros”. Por el contrario, son sus compañeros y compañeras, el entrenador o la entrenadora quienes pueden alertar sobre este cambio en el comportamiento de los futbolistas. “De ahí la importancia de conocer esta sintomatología para que estas personas puedan ser agentes de derivación y puedan aconsejarle que pida ayuda”, finalizó la doctora.

Según lo que mencionan los futbolistas en el informe, la primera percepción de la especialista es que hay agotamiento físico y mental. Un aspecto es la sobrecarga física, que no necesariamente tiene que estar relacionada con el burnout, por ejemplo, cuando la planificación técnico-táctica y física no toma en cuenta la recuperación biológica. El otro es el agotamiento mental, que tiene que ver con la percepción y los costos que implican hacer esa tarea. “Es posible que no haya sobreentrenamiento físico y haya burnout; en esto tienen mucho que ver la estructura de personalidad, la percepción y los recursos emocionales de cada deportista”, afirmó Tutte.

Otro aspecto que puede apreciarse en el informe es la cantidad de lesiones: más de la mitad de los encuestados tuvo una lesión y destacó el nuevo criterio para determinar el tiempo extra añadido al final de cada tiempo, gracias a las intervenciones del video assistant referee (VAR).

En este punto, el documento consigna que “53% de los futbolistas encuestados prefiere la nueva interpretación de las normas sobre tiempo de descuento, pero destaca que la adopción generalizada podría aceptarse únicamente si se tuviera en cuenta el efecto del tiempo de juego ampliado en la futura planificación de encuentros”. Es decir, en caso de que se jueguen partidos con tantos minutos añadidos, hay que considerar que los jugadores necesitan más descanso; de lo contrario, el agotamiento físico tenderá a ser mayor.

Además, Tutte explicó que hay relación entre el agotamiento, las lesiones y el burnout, porque cuando un deportista empieza a tener cansancio emocional, sus señales de alerta frente al dolor o frente a alguna situación que lo expone deportivamente bajan. “Quedan más expuestos a cualquier daño físico, no solamente la persona que lo padece sino también sus compañeros, porque hay mayores niveles de distracción, menores niveles de concentración, y eso lleva a que puedan marcar a destiempo, pegar una patada, disminuye el manejo de energía y la lesión empieza a aparecer con mayor frecuencia”, marcó.

Exigencias inhumanas

En el informe de Fifpro los mundialistas sugieren que las causas de su agotamiento están vinculadas a la extrema carga de partidos y a que la industria del fútbol se moldea por intereses comerciales que van a contramarcha de los derechos exigidos por los deportistas en tanto trabajadores.

“Los deportistas de alto nivel tienen claro que están en un terreno que, lejos de optimizar su rendimiento y ser saludable, les genera una predisposición a enfermarse. En este informe reclaman que los organizadores creen que los deportistas son máquinas y pierden de vista que son hombres y no robots”, alertó Tutte.

La especialista cree que esto es “sumamente importante” y que hay que “hacer sentir al deportista que no solamente es querido por su rendimiento, sino por su persona”. En sus más de 15 años de trabajo en el fútbol identifica “una deshumanización” que percibió cuando se retiró de las canchas un tiempo por motivos académicos. “Dejé de estar en contacto con los deportistas y con los entrenadores, y cuando volví me llamó la atención que se dijera cosas como ‘el jugador se rompió’, ‘estará pronto’, ‘nos sirve’ o ‘no nos sirve’”, alertó Tutte.

“Ese tipo de lenguaje le llega al deportista, lo deshumaniza, y es terrible”, lamentó Tutte, y complementó: “La gente empieza realmente a entender que el jugador no está pronto para, al día siguiente, volver a trabajar cuando estamos frente a un duelo, por ejemplo”, mientras que en otro rubro laboral no se espera del trabajador que vuelva a sus funciones inmediatamente en una situación de ese tipo.

“Es lo más lógico, pero en el fútbol no solamente tenés que volver, sino volver y rendir bien. Esto es mucho más frío, y es mucho más encarnizada la evaluación que hace el resto acerca del desempeño que tienen estos trabajadores, que en este caso son futbolistas. El fútbol se sale del contexto deportivo porque hay presiones, como las comerciales, y falta una mirada del ser humano. Todas las personas que conforman el contexto deportivo realmente intervienen en la salud mental de estos protagonistas, generan presiones que, lejos de favorecerlo, generan un impacto muy negativo en el deportista y en su desempeño”, argumentó. “Antes de ser deportistas, jueces o entrenadores, somos personas, y cuando olvidamos eso ponemos en peligro la salud mental de cualquiera”, concluyó.

Burnout en Uruguay

Tutte desglosó la estadística deportiva de Uruguay y explicó que los niveles de burnout son muy similares a los que presenta la población mundial en cuanto a deportistas de alto rendimiento: “Hay un porcentaje muy bajo de deportistas con burnout con diagnóstico y con síntomas en las tres dimensiones, que es menos de 5%, pero hay más de 70% de deportistas con sintomatología en alguna de ellas. Es un porcentaje altísimo y quiere decir que solamente queda entre 20% y 25% de deportistas están sanos al 100%”.