Seguramente, sin tener que proyectar mucho ni ser demasiado lúcido en esto de las organizaciones de los grandes eventos, esto que le está pasando a Uruguay y su plantel en el Mundial sub 20 generará para las próximas competencias –inclusive para el Mundial sub 17 de este mismo año– cambios en la reglamentación.

La delegación uruguaya, a través de su departamento de sanidad, comunicó que el lateral danubiano Mateo Ponte, de excepcional prestación en los cinco partidos que lleva jugados en el Mundial, ya no podrá volver a jugar por lo que queda del campeonato, es decir, para los próximos dos encuentros: la semifinal del jueves en el estadio Único Diego Armando Maradona de La Plata y la final o el partido por el tercer puesto que se juega el domingo también en el hermoso estadio platense.

“La sanidad de la selección uruguaya comunica que Mateo Ponte, en el partido disputado ante Estados Unidos, el 4/6 en el Mundial sub 20, sufrió una lesión muscular del bíceps femoral del miembro inferior derecho. La clínica y los estudios de imagen realizados pautan, al día de hoy, su imposibilidad de participación en el Mundial”, concluye el informe del doctor Juan Carlos García.

Somos menos, pero vamos a más

A la confirmación de la ausencia de Ponte para estos dos partidos hay que agregarle las ya dolorosas ausencias de Matías Abaldo, que jugó tres partidos de calidad en la fase de grupos y se lesionó justo en el tercero contra Túnez; Andrés Ferrari, que salió con molestias contra Inglaterra en el segundo encuentro y ya no volvió más; y la hasta ahora no dilucidada ausencia de Luciano Rodríguez, que, expulsado en el partido de octavos de final ante Gambia, cumplió la sanción automática frente a Estados Unidos, pero aún el comité disciplinario no se ha expedido sobre la sanción definitiva –que podría ser algún partido más–.

Las listas de FIFA las integran tres goleros y 18 futbolistas de campo, por lo que a Uruguay le quedan, si esto permanece así, sólo cuatro posibilidades de variantes, lo que no le daría la chance de realizar los cinco cambios en los 90, y uno más si hubiese alargue, y hasta otro más si algún futbolista sufriera una contusión craneana.

¡Andá al área, golero!

Una solución inmediata, y hasta necesaria por lo apretado de la situación, es que Facundo Machado y José Arbio tengan con su numeración (1 y 21) un equipamiento completo de camiseta celeste y los pantalones y medias que correspondieran al resto de los jugadores para, si es necesario por algún motivo sanitario o de agotamiento, puedan entrar ellos a disputar la pelota en toda la cancha y no de goleros.

El mundo del fútbol ha tenido muchos casos de ese tipo, y tal vez el más paradigmático sea el de Jorge Campos, que a veces atajaba 45 minutos y después jugaba de punta en el segundo tiempo, ya sea en sus clubes o en la selección mexicana. Campitos se retiró con 47 goles de los cuales sólo hizo uno como golero.

En España el entrenador Javier Clemente, en un partido ante Noruega en 1996, tuvo que colocar a José Francisco Molina, arquero del Atlético de Madrid, y esa noche suplente de la selección española, porque se les lesionó un futbolista: Molina tuvo que entrar como extremo izquierdo.

En Uruguay, en los 80 y 90, Miramar Misiones tuvo una época en que colocaba a su golero, Rodolfo Riquelme, como eje central y pasaba al arco Carlos Manta. También en un partido en el Centenario por el Uruguayo, Claudio Piña, arquero de Huracán Buceo, jugó ante Peñarol en la línea de volantes.

Así que no será disparatado que –como Carlos Salvador Bilardo en 1986– se salga a comprar camisetas celestes con el 1 y el 21 y estén prontas en el banco por si es necesario.