Abdulaziz ibn Saúd reconquistó Riyad (Arabia Saudita) una noche de enero de 1902. Fueron 12 años de exilio en Kuwait desde que la dinastía Al Rashid lo expulsó junto a su familia. Para ese asalto Ibn Saúd contó con pocos hombres -no eran más de 50-, pero el factor sorpresa y la determinación fueron claves en la victoria. Fue el primer paso para unificar la península arábiga, porque a partir de la toma de Riyad los Saúd fueron conquistando una ciudad tras otra y para eso fue fundamental el apoyo de una potencia: Gran Bretaña. Al principio los británicos se lo tomaron con calma, pero a los enemigos de Ibn Saúd los apoyaban los otomanos. Se venía la Primera Guerra Mundial y en geopolítica los amigos de mis enemigos también son mis enemigos. Así que los británicos, viendo que el ascenso de los Saúd les quitaba poder a los aliados de los otomanos, lo apoyaron con armas y dinero. Tanto conquistó Ibn Saúd esos años que tuvo la necesidad de ponerle nombre al reino que había creado. Es así que, en 1932, siempre con el apoyo británico, nació Arabia Saudita. Lo de “Saudita” es por el apellido Saud, siendo el único país en el mundo que lleva por nombre el de la familia gobernante. Seis reyes después y millones de barriles de petróleo de por medio, la familia real saudí ve en el fútbol inglés un aliado para sus intereses. Llegan tarde a una fiesta en la que hace rato están sus vecinos emiratíes y cataríes, pero tienen una billetera mucho más grande.

Huellas en la arena

Cuando Manchester City fue campeón de la última Champions League, lo segundo que hicieron luego de festejar en Estambul fue un desfile en Manchester para mostrar la “orejona”. Pero no fue la última parada del trofeo: luego de eso, el director técnico, Pep Guardiola, y el director deportivo, Txiki Begiristain, viajaron a Abu Dabi para llevarle la copa a su dueño. En un video se ve entrar a Guardiola junto a Khaldoon al Mubarak, presidente del club, agarrando cada uno un lado del trofeo mientras ingresan al palacio presidencial Qasr al Watan. Allí lo esperaba, con una sonrisa de oreja a oreja, el jeque Mansour, el fundador del Abu Dhabi United Group y, por consiguiente, el dueño de Manchester City. En la península arábiga cada país tiene una familia gobernante; en Emiratos la presidencia recae en los Al Nahayan, los emires de Abu Dabi. Mansour es el hermano del actual presidente del país y ambos son hijos de Zayed, el fundador de Emiratos Árabes Unidos. Todo lo dice el nombre: Mansour bin (hijo de) Zayed al Nahayan.

Los emiratíes fueron los primeros en apostar a lo grande comprando un equipo europeo cuando en 2008 se hicieron con la mayoría de las acciones de Manchester City. Su primera contratación fue la de Robinho, en lo que fue el segundo fichaje más caro del fútbol inglés en su momento. De ahí en más, el grupo City fue creciendo y actualmente posee total o parcialmente 13 clubes de fútbol.

Abu Dabi desembarcó en Inglaterra, pero sus primos de Dubái ya tenían presencia desde la temporada 2006-2007, cuando lograron un acuerdo de patrocinio para renombrar el estadio de Arsenal como Emirates Stadium, el nombre de la principal compañía aérea dubaití. Obviamente, al tiempo el estadio del City pasó a llamarse Etihad Stadium, como la aerolínea de Abu Dabi.

Si en Emiratos la familia reinante es Al Nahayan, en Qatar son los Al Thani. El actual emir es Tamin bin Hamad al Thani, o sea Tamin el hijo de Hamad. Fue la cara visible de la gestión para hacerse con el Mundial de fútbol y autor, en 2008, del proyecto “Qatar 2030”, algo así como el rumbo que debía tomar el emirato. Los cataríes compraron París Saint-Germain (PSG) en un momento particular de la historia regional, y lo explica el periodista argentino José Ignacio Lladós: “En la Primavera Árabe los países vecinos lo acusaron de estar detrás de las protestas y de proteger al terrorismo. Juntos organizan un boicot y ¿cómo contesta Qatar? No puede ir a la guerra, es un país muy chico. Le ganó con soft power: ‘Vamos a convertirnos en un actor influyente’ y el deporte es una herramienta para eso”. Lladós es autor del libro El circo de los pueblos, en el que escribió sobre el uso del fútbol por diferentes regímenes. Más de diez años después de la compra de PSG y habiendo organizado el último mundial de fútbol, Qatar ha logrado tener una imagen a escala global. Las últimas noticias respecto de inversiones futbolísticas hablan de un cambio de rumbo: el emir Tamin, que está muy interesado en comprar a Manchester United y ha presentado varias ofertas.

Parece que los saudíes sacaron conclusiones de ambas experiencias. A diferencia de Emiratos y Qatar, Arabia Saudita ya era un actor de nivel mundial. Además, es un país de 36 millones de personas (Emiratos tiene 9,3 millones y Qatar, 2,6 millones) y líder religioso para los sunitas, la principal rama del islam. Hasta ahora era el país más conservador del Golfo arábigo, pero hace unos años que las cosas están cambiando en el reino. Quien encabeza la apertura es el príncipe heredero Mohamed bin Salman (MBS), de 37 años. De Qatar tomó dos cosas: en 2016 presentó el documento “Visión 2030” y fundó un fondo soberano de inversión conocido como PIF (Public Investment Fund) que actualmente cuenta con unos 700 billones de dólares (el producto interno bruto anual de Uruguay en 2021 fue de poco más de 59 billones de dólares). De Abu Dabi tomó la experiencia de manejar un club de la Premier League, y fue así que el PIF se hizo con el control del Newcastle en 2021.

“El reino se inspira sobre todo en las experiencias de Qatar para la búsqueda de influencia, en Dubái para el beneficio económico, y un poco del modelo de Abu Dabi por esta voluntad de hacer del deporte una red portadora de sus empresas de diversificación económica”, explica Raphaël Le Magoariec, doctorando en geopolítica que centra su trabajo en las monarquías del Golfo. Para Lladós, el Mundial pasado debe de haber influido en la apuesta de los saudíes por el fútbol: “En todos los medios del mundo se habló de Qatar el año pasado y para Arabia Saudita el fútbol también es una herramienta”.

Para entender por qué ahora es que los saudíes dan este paso, Le Magoariec repasa la historia: “Arabia Saudita fue fundado por la asociación de la familia política Al Saud con un movimiento religioso rigorista de la región de Riad, los wahabitas. Al principio, esta base veía con malos ojos una serie de influencias extranjeras, entre ellas el deporte”. El fútbol estuvo prohibido en la capital saudí hasta 1950; fútbol había, pero en los “márgenes del reino”, al decir del francés. “Las autoridades políticas se hicieron cargo del deporte, pero siempre con vistas a proteger su ala religiosa, que no veía con buenos ojos la modernización del reino”, sigue explicando Le Magoariec, y explica el principio de los cambios en el actual rey Salman, quien entre otras cosas rompió con la tradición de pasar el trono a un hermano y eligió a su hijo como heredero. “Los nuevos hombres en el poder pretenden reformar el sistema económico del país mediante una política de diversificación económica. En este contexto de reforma, en el que se invierte en el deporte, este sector se vuelve un mercado interior importante, pero también un medio de diversificación económica más amplia que afecta a otros sectores. En este doble sentido se invierte en el fútbol, porque en el reino existe una cultura futbolística muy fuerte y es una pasión mundial. Es importante recordar que hoy 65% de la población de Arabia Saudita tiene menos de 30 años, por lo que el ocio es un mercado enorme”.

Simon Chadwick es profesor de Economía Deportiva y Geopolítica, además de autor de La geopolítica económica del deporte. Para él, lo sorprendente no son los cambios, que ya llevan algunos años, sino “la escala y la velocidad”. Define los objetivos saudíes con una palabra: “retorno” y dice que los hay de varios tipos: “Económico, para que los clubes puedan generar más ingresos; para que el país pueda proyectar una imagen más moderna para captar el interés de la audiencia; para los jugadores locales, que influya en un mejoramiento de la actuación internacional de los clubes saudíes y en el ranking de la selección. Por último, para seguir instalando la idea de que el país puede ser anfitrión de grandes torneos de fútbol y eventos deportivos en general”.

Verano saudí

La novedad con respecto a las experiencias de Emiratos y Qatar la estamos viendo este verano (boreal). Arabia Saudita no sólo se contenta con invertir en un equipo de fútbol, pretende transformar su liga local en un gran negocio. Los cuatro equipos saudíes más populares fueron adquiridos por su propio fondo de inversión; así, Al Ahli, Al Ittihad, Al Hilal y Al Nassr se convirtieron en los cuatro fantásticos.

Al Nassr, de Riad, fichó a Cristiano Ronaldo la temporada pasada por 200 millones de dólares por temporada entre contrato y derechos de imagen. Para esta temporada llega el croata Marcelo Brozovic, que cobrará 100 millones de dólares por tres años de contrato. El otro grande de la capital saudí es Al Hilal, último finalista del mundial de clubes, dirigido en ese momento por el argentino Ramón Díaz. Para esta temporada buscó sin éxito al entrenador italiano Massimiliano Allegri, a quien le ofreció 20 millones de dólares por temporada. Finalmente serán dirigidos por el portugués Jorge Jesús, que contará con Ruben Neves, que pasó de cobrar cuatro millones al año en Wolverhampton a 25 millones, y con el central ex Chelsea Kalidou Koulibaly. Al Hilal llegó a ofrecerle a Lionel Messi 400 millones de dólares por temporada para reeditar el histórico duelo con Ronaldo en Riad, pero el argentino eligió Miami.

Al Ahli (que significa Nacional) y Al Ittihad son de la ciudad de Yeda, el puerto más importante de Arabia Saudita y por donde ingresó el fútbol en los años 20 del siglo pasado. Al Ittihad firmó con Karim Benzema por 200 millones de dólares por dos temporadas y con Ngolo Kanté, que cobrará unos 25 millones por temporada. Al Ahli, por su parte, se hizo con los servicios del brasileño Roberto Firmino y del arquero senegalés Édouard Mendy.

En el repaso de grandes sueldos ya se nombraron tres jugadores de Chelsea: Kanté, Mendy y Koulibaly. Además, Ziyech está negociando con Al Nassr. El asunto tiene explicación: por un lado, Chelsea tiene que equilibrar sus cuentas, ya que viene de dos períodos de traspasos en los que compró muchísimo. ¿Y por qué salen los saudíes al rescate? Porque su fondo soberano es inversor de la empresa de manejo de capitales Clearlake Capital, el principal inversor utilizado por Todd Boehly para comprar el Chelsea.

Si bien los jugadores fichan por clubes, los saudíes están implementando algo parecido a la MLS: es la propia liga quien negocia con las estrellas y la que provee de fondos para contratos. Según fuentes manejadas por Yahoo noticias, “el objetivo es que cada uno de los cuatro equipos más grandes obtenga tres jugadores extranjeros de primer nivel, y que otros ocho jugadores sean repartidos entre los 12 equipos restantes de la liga”.

Para el profesor Chadwick, “La Pro League pretende estar a la altura de lo que ha hecho La Liga en España, que ha demostrado que los fanáticos de todo el mundo están preparados para ver partidos en dispositivos móviles. Si los jugadores y equipos son conocidos, el fútbol saudí puede hacerse más fuerte y popular alrededor del mundo”.

Otras inversiones deportivas

Arabia Saudita. Circuito de Golf LIV Golf, recientemente fusionado con el PGA Tour. Gran Premio de Fórmula 1, además de ser el segundo mayor propietario del equipo Aston Martin. Copatrocinador del equipo ciclista Jayco Alula. Anfitrión de la Supercopa de España y de Italia.

Qatar. Gran premio de Fórmula 1, Circuito de Moto GP, Premier Padel (circuito mundial de pádel), organizador del Mundial de Atletismo 2019 y sede de una de las fechas de las Diamond League, Qatar Open de Tenis (ATP 250). Patrocinador de varios equipos a través de Qatar Airways y patrocinador oficial de la Copa Libertadores hasta 2022.

Emiratos Árabes Unidos. Equipo de ciclismo UAE y organizador del UAE Tour, carrera del calendario internacional de ciclismo, Circuito de Fórmula 1, Dubai Tennis Championship (ATP500), anfitrión de partidos de pretemporada de la NBA y de peleas de la UFC.