Aníbal es un sanducero que vive en La Paloma y trabaja en UTE. Se enamoró de Los Iracundos, la legendaria banda uruguaya, en el peor momento de la enfermedad que padece, la enfermedad de Parkinson. Cuando Aníbal cursaba el séptimo año del diagnóstico, la enfermedad lo pasó por arriba, “me aterrizó”, dice Aníbal, “me generó dificultad para todo y me arrastró anímicamente. No hay nada más feo que sentir que estás cayendo y no poder reaccionar sobre eso”.

Aníbal siempre resume las conversaciones, en el trabajo y en los asados, diciendo que “Los Iracundos son lo más grande que hay”. Cualquier discusión de asado se termina con una aseveración tan rotunda. Es que Los Iracundos, la banda de su pueblo, vendieron más de “15, 20, 100 millones de discos en todo el mundo, no se sabe cuántos, porque hay discos grabados en tantos lados que realmente no se sabe. Ahora, con Miguel “Lito” Molinari, estamos armando un listado de los shows que se llama ‘El diario de Los Iracundos’ y son más de 7.000 shows. Ahí quizás aparezcan todos los sencillos y todos los discos. Te diría que no menos de 30 millones de discos vendidos”.

La banda formada por Eduardo Franco, voz y líder, que murió con 43 años y más de 250 canciones escritas, Leonardo Leoni Franco, su hermano, primera guitarra, Juan Bosco Zabalo, segunda guitarra, Juan Carlos Velázquez, batería, Hugo Burgueño, bajista, y Jesús María Febro Febrero, tecladista, le dio a Aníbal “ganas de seguir viviendo”. Por eso, el muchacho, que en realidad cuando decía que Los Iracundos eran lo más grande que había tampoco sabía demasiado sobre la historia del grupo, empezó a hurgar en discos y memorias que lo vincularon a uno de los grupos melódicos más importantes de Latinoamérica.

Todo empezó porque Aníbal participa en una radio comunitaria en La Paloma, radio Parque, más precisamente en un programa del Plenario Intersindical María Romana. En esa radio, Miguel Dell'aqua tiene un programa los sábados y los domingos de 13.00 a 16.00, que se llama La otra estación, en el que hablan, en general, de música. Lo cierto es que Miguel le propuso a Aníbal hacer un par de programas sobre Los Iracundos, el grupo que Aníbal nombraba tanto, pero del que hasta ese momento no tenía tanta información, sólo “camiseteaba con el sanducerismo”.

Era febrero de 2021, Aníbal atravesaba la peor crisis con la enfermedad, pero “Puerto Montt” sonaba una vez más. En Paysandú, Julio Baccaro cumplió más de mil programas de Por siempre Iracundo, los sábados de 12.30 a 14.30 en FM Latina, e inauguró otro espacio radial que llamó Sanduceros Iracundos y que sale también los sábados, pero de 9.00 a 10.00, por radio Charrúa de la ciudad litoraleña. Dos programas en una misma ciudad. Hasta ahí fue Aníbal a obtener los primeros datos de algo que hoy se está convirtiendo en un libro. Cuando Julio Baccaro lo sacó al aire para hablar del programa imaginario que estaban planeando con Miguel, Aníbal no sabía todavía que estaban destapando la olla de un guiso inagotable.

El 10 de octubre se cumplían sesenta años de la primera actuación de Los Iracundos bajo el nombre primario de Blue Kings, y aquello significó la excusa perfecta para terminar de armar el programa de radio para el que lo había convidado Miguel: “Entonces pensé en hacer un programa para octubre por los sesenta años. Iba a ser un par de programas y terminaron siendo catorce”. La historia cuenta que en 1964 Los Iracundos adoptarían su nombre definitivo. “En ese proceso de depresión mental, anímica y física, ponerme a investigar sobre Los Iracundos y empezar a encontrar cositas me dio ánimo. Por eso voy a escribir un libro que se llamará El rescate de Los Iracundos, no porque haya que rescatar a Los Iracundos, sino porque ellos me rescataron a mí”, dice Aníbal en el patio de su casa en La Paloma, donde la sal llega y se queda en la piel. En el patio hay un escudo de Peñarol, una toalla con un tigre que flamea, un guante de goma colgado de la cuerda que parece que hace cuernitos y una botella del último asado que pasó a ser florero; además hay mucha leña porque el asado puede revivir en cualquier momento y porque “Los Iracundos son lo más grande que hay”.

En ese devenir de la información aparece el fútbol.

Con la pelota

A Aníbal, dice, le empezó a gustar la “parafernalia” alrededor de las andanzas del grupo por América, las pasiones que desataban para afuera y las propias pasiones de los integrantes, como la de jugar un partido de fútbol en cada pueblo donde tocaban. En esa “parafernalia iracundómana” aparece que “Pappo aprendió guitarra eléctrica con Los Iracundos, que el Che Guevara escuchaba Los Iracundos en la selva boliviana, que Gabriel García Márquez también los escuchó y que Lito Nebbia grabó una canción que se llama “Con un ángel”, que es de autoría de Eduardo Franco; que Tanguito cantaba en La Cueva con una media en la cabeza “Iracundo soy” y que Luca Prodan le pedía a Bobby Flores que le grabara Los Iracundos.

La teoría de Aníbal es que cuando Luca llegó a desintoxicarse a Traslasierra, en Córdoba, Los Iracundos ya eran famosos y todo el mundo los escuchaba; los escuchaban las enfermeras que cuidaban de un roto Luca y los tocaban en las zapadas de las primeras salidas del cantante a la sociedad. Además, Los Iracundos tienen cerca de veinte canciones de origen italiano grabadas en español. “Dicen que Perón escuchaba Los Iracundos, porque se encontraron en México cosas de Perón en un remate y entre las cosas había un disco de Los Iracundos”, se apura a decir para no dejar dato sin soltar, antes de volver a la faceta futbolera inmersa en uno de los hechos culturales más grandes de la historia musical de nuestro país.

“Los uruguayos somos muy futboleros, uno intuye que los músicos uruguayos cuando viajan juegan al fútbol, pero Los Iracundos tenían shorts, medias, y camisetas con la letra ‘I’ y le decían la azzurra por el azul de la remera de Italia”. El único que parece que no jugaba era Febrero, el tecladista. Incluso en una entrevista que le hacen a Febrero le preguntaron en qué puesto jugaba en la cancha y “él dijo ‘en la parte trasera del equipo’; ni siquiera fue capaz de mentir bien y decir en la defensa”.

El equipo se completaba con los hermanos Medeiros, que eran los “plomos”, Delfort Zabalo, que era el hermano de Bosco, y algún otro del hotel donde pernoctaban o incluso el mánager de turno que cada vez que organizaba un show tenía que organizar el partido contra el equipo local en la cancha del club donde a la noche arrancaban corazones con canciones eternas. “El mánager tenía que organizar el show y el partido, y a veces tenía que ser el arquero. La época en la que hubo más partidos fue entre el 74 y el 78, cuando el mánager fue Alberto Galeano, que cobraba el mismo caché por el show que por el partido de fútbol”.

“Eduardo era un exquisito diez, los hermanos Zabalo eran muy buenos en la defensa, Leonardo Franco era un goleador nato, pero los hermanos Medeiro eran los que mejor jugaban”, dice Aníbal, que fue recopilando al mismo tiempo que conseguía la fecha de grabación del primer sencillo de los Blue Kings, el 6 de mayo del 63, información sobre el rendimiento de los muchachos pos-show, cuando había que ponerse los cortos. Yuyo Benítez, quien fuera chofer de la banda en sus largas arremetidas por el interior de Uruguay y Argentina, dijo que alguna vez “llegó a haber más gente en el partido que en el show, como una vez que jugaron con la tercera de Unión de Santa Fe”.

Los Iracundos Fútbol Club. Foto: Gentileza Anibal Álvarez Fontán

Los Iracundos Fútbol Club. Foto: Gentileza Anibal Álvarez Fontán

Hay una entrevista a Bosco, en el 79, en la que dice que ya no jugaban tanto al fútbol como en los años anteriores. Pero también hay un programa que se llama El mundo de Los Iracundos del año 1982, en el que se cuenta la anécdota de cuando en 1971 jugaron un partido benéfico para la Escuela Horizonte, una conocida escuela para niños con parálisis cerebral en Montevideo. El partido se jugó en la cancha de Central Español, el Parque Palermo, y el equipo rival se diagramó con los trabajadores del hotel Crillón, donde moraban los músicos.

La de los 70 fue una década muy futbolera para Los Iracundos. La azzurra llegó a disputar un partido con un incipiente equipo de mujeres en Gualeguay y en 1977 publicaron el disco Gol!, en cuya tapa posaron los seis magníficos sanduceros con camisetas de los equipos más grandes de Argentina.

Pero quizás uno de los partidos más importantes de Los Iracundos haya sido contra Universitario en Lima, en un Perú que los adora hasta el día de hoy. Ese partido iniciático para esa década de triunfos deportivos y musicales se disputó en el estadio Lolo Fernández en el marco de la segunda gira que realizaba el grupo por el país incaico. Días antes, tuvieron otro encuentro, como quien dice, de preparación para el gran partido contra uno de los equipos más grandes del fútbol peruano. Ese partido previo fue contra radio Miraflores y se disputó en el Colegio Americano de Miraflores. Ronald Azañero Monzón cuenta en su libro La Iracundomanía en el Perú que al equipo de la radio lo llevó adelante “un dj de nombre Renato Shols, ferviente hincha de la U, y que la madrina del partido fue la cantante Gabriela, quien donó los uniformes color crema, como los de Universitario”, con los que la radio se enfrentaría al equipo de los sanduceros.

El también sanducero Carlos Daniel Jurado llegó a Perú en el 67 para jugar por el Atlético Grau de Piura. En el 70 llegó a Universitario de Deportes y en el 71 gritó campeón. En aquella segunda gira de los autores de “Despierta Lorenzo”, Jurado, quien manifestó haber estudiado con Eduardo Franco en Paysandú, lo invitó a jugar el partido. El técnico de los cremas en ese tiempo era el también uruguayo Roberto Scarone, quien paró entre los suyos a Juan Carlos Oblitas. Jurado, en este caso, reforzó el equipo de Los Iracundos.

De ninguno de los resultados de todos los partidos que jugaron se sabe demasiado. El 25 de agosto de 2001, Andrés, otro gran fanático del grupo, le pidió a Martín Góngora, arquero sanducero que defendía los colores de Bella Vista, si podía usar una camiseta de Los Iracundos con la tapa del disco Iracundos 86. Ese día Bella Vista le ganó a Nacional en el estadio Centenario y Góngora festejó con la casaca. Quizás haya sido el último hito de un romance futbolero que no aparece en sus canciones. O, quizás en el partido que juega Aníbal, Los Iracundos siguen corriendo y hay una hinchada cantando sus canciones.