Fue una carrera de resistencia: al observador desprevenido pudo llegar a parecerle que no pasaba nada, pero el GP de Mónaco 2024 fue un despliegue de control y manejo estratégico por parte de Charles Leclerc, que punteó cada una de las 78 vueltas de la competencia.

Leclerc había sido dominante en las pruebas y consiguió la pole position el sábado. Se suele decir que largar primero en una pista tan estrecha y sinuosa equivale al triunfo, pero Mónaco también depara multitud de sorpresas, ya que al ser un trazado tan propenso a provocar accidentes obliga a recalcular las tácticas todo el tiempo en función de las posibles paradas en boxes con bonus por la aparición del auto de seguridad.

Este año también fue así, pero el accidente tuvo lugar 20 segundos después de la largada, en la segunda curva. Kevin Magnussen, de Haas, tocó a Sergio Pérez, de Red Bull, que a su vez se llevó puesto al otro Haas de Nico Hülkenberg. Hubo que parar la carrera para recoger el desparramo de piezas y chatarra que quedó en la pista, y allí todos aprovecharon para hacer el recambio obligatorio de gomas. Los cuatro punteros –Leclerc, Oscar Piastri, el afortunado Carlos Sainz (había chocado y se salió de pista, pero se le permitió volver a largar adelante) y Lando Norris– pusieron gomas duras, como para completar toda la distancia sin volver a boxes. El quinto, George Russell, y el sexto, Max Verstappen, pusieron gomas medias, para especular con una posible parada extra que les permitiera superar a los punteros en caso de mayor desgaste de las gomas.

Así, Leclerc tuvo que hacer una carrera en la que trató de retener sutilmente a sus perseguidores. Pocas veces fue tan evidente como este domingo la verdad que encierra la famosa máxima de Juan Manuel Fangio: correr bien significa ir lo más lento posible, aunque parezca lo contrario. El monegasco controló la distancia que le llevaba el australiano Piastri, cuyo McLaren pareció pegado a su Ferrari en varios momentos, y así logró conservar gomas y frustrar la maniobra de quienes venían con cubiertas medias.

Con todo, Piastri hizo un trabajo excepcional, tanto en clasificación como en carrera, y mostró que tiene lo que hace falta para ser campeón en poco tiempo. Pegado a él llegaron como venían: Sainz, Norris, Russell (que no paró), Verstappen (que sí paró, pero no pudo pasar a Russell), Lewis Hamilton (paró, pero se durmió en la vuelta de salida de boxes) y el japonés Yuki Tsunoda.

En las últimas vueltas Leclerc demostró que su Ferrari tenía resto y se alejó del trencito que él mismo había montado. Con su triunfo logró varias cosas. Cortó una sequía de Ferrari en Mónaco, donde no ganaba desde que Sebastian Vettel dominara en 2017. Cortó su propia racha, ya que había largado en punta en dos ocasiones, pero sin conseguir la victoria. Se dio el gusto de ganar en su ciudad –fue muy emotivo el recuerdo a su padre, fallecido hace pocos años, con el que se imaginaban vencedores en casa– y se asentó como el retador de Verstappen, que, aunque aquí estuvo deslucido, volverá a gozar de la superioridad su Red Bull en pistas estándar.

El neerlandés lidera el campeonato por 31 puntos, pero esta victoria de Leclerc, sumada al buen desempeño de los McLaren en las últimas carreras, permite soñar con una definición de campeonato distinta a la de los últimos años, en los que Verstappen no tuvo amenazas serias.