Argentina y Canadá abrieron la Copa América para que todo el mundo la vea. La Conmebol, seducida por un reto gringo que tiene muchos años, eligió a Estados Unidos para hacer una especie de previa a lo que será el Mundial, donde el país norteamericano compartirá sede (pero gobernará todo) junto con México y Canadá. Lo de Estados Unidos ni siquiera empezó con los pelos al viento de Alexis Lalas en la Copa del Mundo del 94. Empezó con Pelé y con Franz Beckenbauer, que jugaron en el Cosmos, que revolucionaron el devenir cotidiano, como hoy lo hacen Lionel Messi o Luis Suárez, y como supo hacerlo David Beckham, que se convirtió en el dueño de la disco más deseada.

Son como paréntesis sociales los eventos deportivos masivos. Muchas veces, como en el Mundialito o en el Mundial del 78, esas revoluciones ocuparon el lugar de otras y taparon la cruda realidad. La Copa 2024 ocurre en el marco de una serie de hechos encadenados que empiezan con Pelé y terminan con Messi, pero al mismo tiempo forma parte de la misma estética que llevó a Messi a ser embajador del turismo en Arabia Saudita y luego a levantar la Copa del Mundo en Qatar, o a que un pastor bendijera la copa en la inauguración. Ni siquiera son contradicciones de la Conmebol o de la FIFA, sino más bien consecuencias.

Por otra parte, las selecciones de América juegan en estadios que parecen shoppings, donde generalmente se juegan partidos de fútbol americano, pero que casualmente tienen las canchas como el Méndez Piana (bueno, no tanto, pero como es el cumpleaños de Miramar Misiones y va primero en el Intermedio ameritaba nombrarlo). Lo cierto, han sido varias las voces que se quejan del estado de las canchas en la Copa América. ¿Cómo puede pasar? ¿Cómo puede ser que la última generación de estadios shopping que albergan astros pueda tener uno de los elementos fundamentales para el juego en mal estado? Eso es reírse en la cara del fútbol.

Uno de los primeros en quejarse fue Marcelo Bielsa cuando aún estaba en períodos de entrenamiento. La cancha del Mercedes Benz Stadium de Atlanta, donde debutó Argentina, es la más comentada: “Con todo respeto, menos mal que ganamos, porque si no hubiese parecido que era una excusa. Hace siete meses que sabemos que tenemos que jugar acá y cambiaron el césped hace dos días. El estadio es hermoso y con el césped sintético tiene que ser espectacular, pero no está apta para estos jugadores”, dijo el entrenador argentino, Lionel Scaloni. El Dibu Emiliano Martínez, por su parte, dijo: “Tenemos que mejorar ese aspecto; de lo contrario la Copa América siempre estará un nivel abajo de la Eurocopa”.

Por su parte, Ricardo Gareca, el entrenador argentino de la selección trasandina, también se refirió al MetLife Stadium, un moderno escenario donde juegan los Giants y los Jets de la NFL, que era sintético en su totalidad pero lo cambiaron por césped natural para la copa, acción que recién finalizó el pasado viernes: “No son los mejores escenarios. Más allá de la intención, los muchachos tienen problemas. Lo que me comentaron es que la cancha está seca, y lógicamente hay desniveles en el campo, producto de acomodar la cancha para la copa”.

Entre canchas malas y shoppings variados, banderazos como el de la hinchada argentina, que además comió torta de cumpleaños con Lionel Messi, o el de la hinchada peruana, que hizo que el único técnico uruguayo del certamen, Jorge Fossati, saludara desde un balcón, la Copa América sigue lo más campante.

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