En el debut como local en la Libertadores, que era también el primer partido de Pablo Peirano como entrenador, Nacional cayó 1-0 ante Bahía y quedó muy mal proyectado en esta primera rueda del grupo F: sumó dos derrotas en los partidos iniciales y, dentro de dos semanas, deberá viajar a Porto Alegre para enfrentar a Inter en un partido de alta complejidad.
Fue un juego complicado para el necesitado tricolor, que buscó su mejor nivel de competencia y puso mucho énfasis en la marca y la recuperación de la pelota, pero que nunca pudo desdoblarse con acciones ofensivas de real peligro con su formación inicial. Lució como un equipo distinto cuando ya estaba perdiendo y estaban en la cancha Jeremía Recoba, Lucas Villalba, Mauricio Pereyra y Nicolás López, que parecieron darle a su equipo otro tipo de alternativas ofensivas, aunque nada realmente determinante que le permitiera encontrar el gol y el empate.
Bahía ganó bien. Sin ser un dechado de virtudes, fue preciso y efectivo. En el marco de la competencia estas cosas suceden, y aunque un colectivo optimice su integración y su estrategia y ejecute una idea o un proyecto de partido puede ser superado por un rival superior o que ejecuta en la cancha, en 90 minutos, una actuación superior o más efectiva.
Piedra sobre piedra
Hay cosas que son parte de una construcción histórica que se ha cimentado año tras año, generación tras generación, con el ambiente y un espíritu único e intransferible de la competencia internacional. Así se vivió y se sintió el partido en el Gran Parque Central.
A ningún hincha o seguidor tricolor le importó la derrota 3-0 en Medellín, y cuando iban rumbo al histórico escenario estaban pensando en lo que sería el debut en Uruguay de los tricolores empujando a la oncena de Peirano, que empezaba su camino con los tricolores.
Bahía tuvo un comienzo absolutamente distinto al de unas semanas atrás cuando jugó en Montevideo en el estadio Centenario ante Boston River, cuando se mostró como un colectivo taciturno y que casi no hizo nada. Esta vez desde el primer minuto salió a presionar con la pelota en sus pies a Nacional, que no se vio sorprendido y resolvió los ataques iniciales brasileños con solvencia, para inmediatamente después, por intermedio de Rómulo Otero, pasar a filtrar pelotas a campo contrario, que si bien no generaron situaciones de peligro pusieron en alerta al equipo de Rogério Ceni.
Nacional asumió protagonismo con la presencia en el campo contrario al colocar a sus tres centrales casi en el círculo central.
Bahía jugó ceñido a un esquema tipo del fútbol brasileño –hizo circular la pelota, procuró llegar al campo contrario con el control del juego–, pero el equipo uruguayo, con mucha dinámica y empeño, deshizo las intenciones brasileñas. Sin embargo, no logró sacar ventaja de la recuperación de la pelota.
Sin resultado
Hubo, no obstante, un momento en el que los tricolores parecieron estar a un clic de generar una acción de peligro.
Recién al cierre de la primera parte llegó la acción de mayor peligro de los 45 minutos iniciales y no fue para Nacional. Bahía, mediante una enorme combinación, estuvo cara a cara con el panameño Luis Mejía, que de forma brillante se tiró al piso para quedarse con la pelota.
Para el segundo tiempo volvieron los mismos protagonistas y otra vez fue de planchada para los uruguayos, que sufrieron los embates de calidad de los brasileños liderados por el oriental Luciano Rodríguez, quien, de espaldas al arco de Mejía, repartía y generaba juego para sus compañeros.
Recién a los 7 minutos del complemento el elenco tricolor pudo sacudirse y sacarse de encima a los brasileños, y con una sorpresiva resolución de Cristian Oliva, que sacó un remate del vértice del área que se fue apenitas por encima del travesaño, estuvo cerca de abrir el marcador. Apenas un minuto después, y, otra vez, después de recuperar la pelota, el chileno Eduardo Vargas hizo una de las que hacía antes y quedó próximo a la media luna tentando una definición que no fue ni con la potencia ni con la dirección que pedía la jugada.
Cuando Nacional dominaba, cuando había cruzado un par de centros por el área de Bahía, cuando Diego Herazo, con una tijera, había intentado poner en peligro el arco brasileño, llegó el gol de Bahía. Y fue producto de una jugada simple y con un molde de excelencia y efectividad: la pelota fue pivotada desde el medio hacia la izquierda, donde Erick Pulga sacó un remate cruzado de derecha y que fue doblando cuando iba hacia el arco tricolor, para, después de pegar en el caño izquierdo de Mejía, incrustarse en las redes. Bajón.
Nacional, con las fuerzas que tenía y las que pudo incorporar con los ingresos de Recoba y Villalba, dio la batalla que podía para resolver la incomodidad de una situación que, además, dejaba bastante cómodo a Bahía, con más espacios para poder sacar contragolpes. Atacó, o más bien jugó cerca del área. Tuvo un par de arrimes, de llegadas sobre Ronaldo, pero nunca hubo inminencia de gol, ni sueños de empate.
Falta mucho, pero no tener nada y encima tener que ir a Porto Alegre da una sensación de insatisfacción que habrá que trabajar para ver si pueden empezar a sumar, ya sea para pelear una ya complicada clasificación o al menos para dar batalla por el tercer lugar que les permita disputar un lugar en la Sudamericana.
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