Nacional ganó y desde lo numérico la ecuación es positiva. Quedó a tres puntos de Liverpool, que visitará a Racing el lunes. El tricolor cumplió su parte y tendrá una semana tranquila, sin copa, previo a la visita a Miramar Misiones y el posterior viaje a Porto Alegre para enfrentar a Internacional en un encuentro clave por el torneo internacional.

Si dejaba puntos se despedía definitivamente del certamen doméstico, pero ahora, a falta de 12 puntos por disputar, aún tiene posibilidades de llegar al final del campeonato peleando arriba. Le costó romper el cerrojo danubiano, recién lo logró en el segundo tiempo con tantos de Jeremía Recoba y Nicolás Diente López.

El primero fue una linda jugada colectiva que culminó con un buen desborde de Lucas Villalba, que centró por abajo a Recoba, que por el segundo palo puso la zurda para empujarla a la red. La gran virtud del anotador estuvo en la diagonal corta para anticipar al lateral Mateo Argüello, que se durmió en el cierre.

El segundo fue de penal tras mano de Sebastián Fernández, Papelito se fue de boca y el árbitro Gustavo Tejera lo expulsó. El Diente definió bien desde el punto para sentenciar la historia.

Fue festejo de desahogo y tranquilidad; todavía no hay algarabía, el tricolor sabe que necesita mejorar muchísimo desde lo futbolístico y poder encontrar una secuencia de resultados y de juego como para ponerse con certeza, ya avanzada la competencia, en condiciones de dar una pelea real, y además que lo tonifique para la complicadísima competencia internacional. Dura tarea la de Pablo Peirano y su equipo.

Poco para ver

El primer tiempo se jugó lejos de los arcos, sin grandes situaciones de gol. Nacional manejó la pelota, pero sin circuitos que le dieran profundidad, hubo escaso desborde por las bandas y tampoco juego asociado por el medio.

El tricolor, por empuje y calidad individual, tuvo algunas llegadas aisladas. En el inicio el Diente López juntó rivales pero remató débil y, sobre el final, Eduardo Vargas intentó una chilena que terminó siendo fácil para Mauro Goicoechea. La más clara llegó en una pelota quieta, en la que el colombiano Julián Millán ganó por arriba, pero no pudo darle dirección.

Danubio cumplió la mitad del plan a la perfección. La defensa fue en bloque bajo con dos líneas de cuatro muy pegadas, ordenadas, sin dejar espacios ni fisuras para que el rival ofendiera. En ataque no generó, pudo mantener poco el balón cada vez que lo recuperó, el equipo quedó lejísimos del arco de Luís Mejía y no ofreció peligro de gol en ningún momento.

El primer tiempo fue malo, en consonancia con el momento de dos equipos que no llegaron en buen presente a este partido. Con el paso de los minutos el público de Nacional se empezó a impacientar con algunos jugadores; Vargas fue el que más malhumor despertó.

Lo destrabó

El espectáculo mejoró para el complemento. Danubio logró traducir en situaciones de gol las pelotas que recuperó en mitad de cancha, mejoró en las transiciones; la más clara fue de Enrique Femia, que perdió en el mano a mano con Mejía.

A Nacional le hizo bien que la visita, por momentos, se adelantara en el campo. Con algunos espacios, empezó a inclinar la cancha sobre el arco de Goicoechea, que, como siempre, ofreció seguridad.

Los ingresos de Mauricio Pereyra y Villalba mejoraron al equipo, que tuvo mayor paciencia y lectura para llegar al área rival. Además, el ex Torque imprimió velocidad por derecha. Pese a que no fue un relevo, con la salida de Otero, el Diente pasó a jugar de segunda punta, con mayor libertad por el medio y sin estar pegado a la banda. Mejoró notoriamente su rendimiento.

Más allá de algún indicio danubiano, siempre dio la sensación de que el trámite se iba a quebrar una vez que el tricolor llegara al gol. Y así fue: con el tanto de Recoba se rompió la resistencia visitante y el bolso jugó cómodo, y se sacó el nerviosismo que le provocaba la necesidad por el resultado, teniendo en cuenta que el momento no era bueno.