Peñarol consiguió un enorme triunfo en Cochabamba 3-0 frente a San Antonio Bulo Bulo, que no es de allí pero juega la Libertadores en el Félix Capriles por necesidades operativas y logísticas de la Conmebol.

Los goles, todos en el segundo tiempo, fueron de Maxi Silvera, que hizo un par –el primero y el tercero, en la última jugada del partido–, y Lucas Hernández, que entró en el segundo tiempo de lateral izquierdo pero definió como un centrodelantero cuando se agotaba el tiempo.

Casi fue de punta a punta el dominio de los de Diego Aguirre, que ahora, tras cuatro partidos disputados en el grupo H, pasó a comandarlo con 7 puntos, a la espera del partido del jueves entre Vélez y Olimpia. Los bolivianos quedaron estacionados en 6 unidades y ya no volverán a jugar de local; le esperan visitas a Asunción y Buenos Aires.

Mirando el otro arco

Iban cinco minutos cuando el guacho Leandro Umpiérrez avanzó a campo rival como si fuese un internacional con 100 partidos encima y sacudió flor de zurdazo que estremeció la mano elástica del arquero argentino Rodrigo Saracho y el travesaño, que lo terminó salvando al equipo de la ciudad de Bulo Bulo, un pueblo de 5.000 habitantes que queda a casi siete horas por carreteras de montaña de Cochabamba, donde está el Félix Capriles.

La postura de Peñarol en el primer cuarto de hora fue muy positiva, volcando mucha gente a campo de los bolivianos y sin hacer caso de los efectos de los 2.600 metros de altura de Cochabamba, que de alguna manera afectaban por igual a uruguayos y bolivianos del llano que no juegan habitualmente allí.

Los carboneros salieron al campo con Guillermo de Amores, Pedro Milans, Nahuel Herrera, Leonardo Coelho, Maximiliano Olivera, Ignacio Sosa, Rodrigo Pérez, Umpiérrez, Leonardo Fernández, Jaime Báez y Silvera.

Con unos cuantos integrantes de la barra mirasol instalados en una de las tribunas principales del estadio, que ha sido sede de Copa América y de los Juegos Odesur de 2018, el ligero predominio de Peñarol empezó a manifestarse cerca del área de los del departamento de Cochabamba, tanto que hubo una internada de Silvera que pareció que pudo haber sido penal, aunque así no lo vieron ni el árbitro chileno Cristian Garay ni sus colegas ecuatorianos del VAR.

De Amores y de goles

De Amores, que ocupó el lugar de Martín Campaña en el arco –seguramente por las dos temporadas y 74 partidos del arquero de San Jacinto en el Deportivo Cali, varias veces en estadios de altura similar a la de Cochabamba (Tunja, Bocayá, 2.782 metros sobre el nivel del mar, el de Pasto, 2.527 metros de altura, o los de Bogotá El Campín y Techo, a 2.600 metros)–, casi no tuvo participación, o por lo menos tuvo menos acción que su colega Saracho.

Se fueron al descanso 0-0, pero de haber habido algún gol debería haber sido del equipo uruguayo, que supo protagonizar conforme a su historia el primer tiempo del partido.

No fue exactamente igual el comienzo del segundo tiempo, en el que poco a poco el equipo boliviano empezó a ocupar repetidamente el terreno que defendía Peñarol, que arrancó desde vestuarios con dos variantes con los ingresos de Eric Remedi y Hernández por Pérez y Olivera, y sumó dos cambios más, que cambiaron el juego de la media hora final, al entrar el floridense Javier Cabrera y el salteño Diego García.

El equipo de Aguirre retomó el control del partido y empezó a atacar por afuera y por adentro, hasta que a los 75 Fernández metió un centro a la carrera para que, entrando por el medio y a pura calidad poniendo la piernita, definiera el goleador Silvera para poner el 1-0.

Después atacaron como pudieron los bolivianos, pero sin arrimarse al gol, cosa que sí volvió a hacer Peñarol, que esta vez en los descuentos, con asistencia del Cangrejo Cabrera, puso a Hernández en posición de 9 y este definió como tal para poner el 2-0. Todavía, por si fuera poco, en la última jugada del partido, en una larguísima habilitación desde su propia área, De Amores dejó a Silvera en situación de definición y el goleador no perdonó para cerrar con un estupendo 3-0.