Las finanzas, entendidas de manera general como una materia referida al estudio y la gestión del dinero y las inversiones, existen prácticamente desde que el humano es humano. El primer antecedente del que hay registro data del 3000 AC. El origen de los bancos, como lugar de reserva de artículos de valor, se ubica en el imperio babilónico. Probablemente el antecedente antiguo mejor conocido sea el Código de Hammurabi1, que establecía, entre otras cosas, leyes que gobernaban las operaciones bancarias.
Claro está que el sistema financiero actual dista de los primeros pasos dados por los babilónicos, y que ha evolucionado en línea con la complejidad de las sociedades, la economía y las comunicaciones. En ese sentido, estamos atravesando el boom de las fintech (denominación de las nuevas empresas de tecnología financiera, como la uruguaya DLocal), sector en el que Uruguay se posiciona como actor destacado: el último año avanzó 46 puestos en el Global Fintech Rankings, ubicándose en el decimoséptimo lugar. Sin embargo, me interesa abordar lo que a mi parecer es la frontera de la intersección entre las finanzas y la tecnología: las finanzas descentralizadas (DeFi).
¿Por qué se busca descentralizar las finanzas?
Actualmente el sector es dominado por un puñado de empresas, particularmente bancos, que, en una relación generalmente tensa con las autoridades públicas, terminan definiendo las reglas de juego del sistema financiero mundial. Pensemos en entidades como JP Morgan, Wells Fargo o Goldman Sachs, por ejemplo. Estos conglomerados, en su mayoría, operan a nivel global y han diversificado marcadamente sus actividades más allá de la banca tradicional.
La tendencia de centralización en los denominados hubs o centros financieros (Nueva York, Londres y Hong Kong como centros de inversión, o las Bahamas como centro de seguros) responde a las economías de escala y los aumentos de eficiencia que se generan al centralizar la industria en un punto geográfico. Esto les permite acumular un alto volumen de transacciones en un solo lugar, reducir la complejidad regulatoria, aumentar su poder de negociación respecto a las autoridades del hub y contar con la liquidez necesaria para que el sistema funcione.
Sin embargo, la centralización no es necesariamente positiva. Por el contrario, reviste aristas negativas, como la acumulación de poder en los intermediarios financieros, que les permite contar con cierta discrecionalidad sobre la forma en que administran y ofrecen sus productos.
La arbitrariedad con la que se manejan algunas de estas instituciones, en conjunto con el daño reputacional asociado a la crisis financiera de 2008 y con la irrupción de nuevas tecnologías (el blockchain o los protocolos descentralizados, como Bitcoin o Ethereum), generaron el caldo de cultivo para que generaciones jóvenes, endeudadas y descreídas de las instituciones, promuevan nuevas formulaciones para el sistema financiero; por la gente y para la gente, como reza el tan citado pasaje de la constitución estadounidense. Este es el marco en el que se inscribe la cuestión que nos ocupa, el movimiento de las DeFi.
Vamos al comienzo: ¿cómo surgen las DeFi?
Las DeFi son el resultado de la conjugación del ambiente ideológico descrito y las posibilidades técnicas que hoy habilitan el funcionamiento de esta innovación. Son tres los fenómenos principales en este sentido: la ley de Moore, la ley de Kryder y el aumento de la capacidad y reducción de costo de las comunicaciones en banda ancha2; no se preocupen, lo vamos a explicar sencillamente. La ley de Moore plantea, básicamente, que el poder de procesamiento de datos crece exponencialmente, mientras que la ley de Kryder plantea lo mismo, pero para la capacidad de almacenamiento de datos.3
Estos tres patrones hacen posible la virtualización del hardware, es decir, la famosa “nube”. Esto no es nada más ni nada menos que la posibilidad de acceder al poder de cómputo y almacenamiento de una computadora en otro lugar. Este avance, que nos permite almacenar fotos en Dropbox, y que me permitió redactar este artículo en Google Docs, representa la base técnica, los cimientos, sobre los que se edifica el ecosistema de las DeFi.
Definiendo términos
Incluso para los interesados en la economía, los nuevos términos que han ido emergiendo en los últimos años pueden resultar extraños, ajenos al lenguaje tradicional: contratos inteligentes, blockchain, criptomonedas, wallets y tantos más. Por eso, antes de desentrañar el gran potencial de las DeFi, resulta necesario aclarar los tantos. Para ello, creo que es útil el enfoque comúnmente utilizado en la comunidad y que se conoce como “ABCD”, en referencia a las letras de las tecnologías principales que integran y posibilitan este nuevo movimiento. La A es por AI (inteligencia artificial), la B corresponde al blockchain (cadena de bloques), la C es por Cloud (la nube) y la D es por datos. Pero vamos por partes.
La inteligencia artificial es, básicamente, el desarrollo de software que imita comportamientos cognitivos humanos, como el aprendizaje y la resolución de problemas. En vez de instruir a un programa a tomar una acción cuando se enfrenta a determinado escenario, se instruye a un programa a buscar una solución ante un problema determinado, diciéndole qué es lo que queremos, pero dejando que “decida” cómo hacerlo. Lógicamente, mientras más datos tengamos para que nuestro programa “aprenda”, mejores resultados tendrán; las letras del ABCD están emparentadas. Por eso la B, que refiere a la cadena de bloques, también es muy importante: podemos imaginarla como un gran registro contable, que está distribuido (todos los que participan pueden ver y auditar) y sincronizado vía distintos sistemas para permitir que las transacciones tengan muchos “testigos”. A su vez, todo lo anterior, al estar descentralizado en comunidades que trascienden las barreras geográficas, opera en la C, es decir, en la nube; se descentralizan los servidores que almacenan la información para omitir intermediarios. Por último, todo esto se ata con la D, los datos: la velocidad de procesamiento (al fin y al cabo las transacciones son intercambios de información) son la pieza esencial que completa el esquema.
¿Qué es Ethereum?
Ethereum es una plataforma de código abierto que sirve para programar contratos inteligentes y que permite, a cualquier participante, desarrollar sus propios proyectos. En contraste con otras cadenas de bloques, esta plataforma es descentralizada. El desarrollo fue encabezado por su fundador Vitalik Buterin, que en ese momento tenía apenas 21 años, y fue posible gracias a una plataforma de financiamiento colectiva; salió a la luz el 30 de julio de 2015.
¿Qué son los contratos inteligentes?
El criptólogo Nick Szabo fue el primero en pensar y desarrollar un estudio (¡allá por 1994!) respecto a lo que él denominó contratos inteligentes. Básicamente, son protocolos informáticos que permiten el comercio online entre desconocidos, sustituyendo todo el papeleo legal y generando la confianza necesaria para transaccionar en internet. Al día de hoy, un contrato inteligente refiere a un contrato que se ejecuta por sí solo, sin que medien terceros, y que se “redacta” como un programa informático (y no como un documento impreso con lenguaje legal). En estos contratos, obviamente, el software juega un rol activo. No se trata únicamente de guardar electrónicamente documentación, o de permitir la firma electrónica, como se ha hecho hasta ahora, sino que estos programas efectúan análisis y ejecutan su lógica interna prestablecida según las circunstancias.
Por ejemplo, Pedro puede firmar un contrato inteligente (a través de Ethereum) con Juan, estableciendo que le pagará 100 pesos mañana. El contrato se ejecutará automáticamente en 24 horas, en caso de que Pedro cuente efectivamente con ese monto. Si no lo tiene, porque se lo transfirió a Roberto, el sistema reconocerá el problema e invalidará la transacción con Roberto (a menos que Pedro consiga los fondos de otra manera). De esta forma, el contrato garantiza el compromiso previo asumido con Juan, y lo hace de forma automática sin necesidad de la intermediación de especialistas legales.
¿Qué son las Dapps?
Una “dapp”, o “dapps” en plural, es un anglicismo que refiere a aplicaciones descentralizadas, es decir, aplicaciones basadas en el protocolo de Ethereum descrito anteriormente, de las cuales existen miles, y que cumplen diversas funciones en un ecosistema de aplicaciones no muy diferente al que el lector ya tiene en el bolsillo, sea un dispositivo Apple o Android.
La clave, sin embargo, está en la letra “d”, que es la que nos saca del mundo tradicional de las aplicaciones que tanto conocemos (y dependemos, desde la alimentación hasta el transporte) hacia las aplicaciones descentralizadas. Esto quiere decir que son aplicaciones que, en lugar de estar alojadas y ser creadas en plataformas centralizadas, como la App Store de Apple o la Play Store de Android, son generadas en cadenas de bloques con contratos inteligentes, principalmente dentro del protocolo de Ethereum.
Buenísimo, ¿pero qué puedo hacer con eso?
Básicamente, todo lo que podés hacer en el sistema financiero normal, y más.
¿Querés un préstamo o ser prestamista?
En el sistema tradicional probablemente tengas que poner una garantía, sea tu casa o indirectamente tu reputación y tu posibilidad de conseguir crédito. Sin embargo, en las DeFi no hay juzgados ni formas de ejecutar las garantías en caso de que la persona endeudada no pague. Es por esto que en la mayoría de las Dapps de préstamos, se “sobregarantiza” el préstamo. Esto es, la persona que pide el préstamo debe dejar de garantía más dinero del que va a pedir prestado, lo que tiene sentido para el que toma el préstamo y entiende que puede rentabilizar su nuevo capital a una tasa mayor que la que pagará. De esta manera, si la persona no cumple su compromiso, la aplicación liquidará automáticamente la garantía y la transferirá al prestamista. Se puede entonces, por esta vía, prestar dinero sin asumir ningún riesgo de default en un sistema totalmente libre de intermediarios (y por lo tanto con más rentabilidad para los participantes), de demoras y de cualquier tipo de regulación.
Si el lector quiere dar sus primeros pasos en esto puede visitar DeFiRate4 para conocer un poco más sobre los diferentes intereses que paga cada criptomoneda y las distintas aplicaciones que permiten participar de este ecosistema.
¿Querés transformarte en un inversor o trader?
En el sistema tradicional vas a tener que contactarte con un bróker, es decir, con un operador financiero, llenar muchos papeles en virtud de normativa del Banco Central, y probablemente tener un mínimo de capital relativamente alto para abrir la cuenta. En las DeFi podés entrar a cualquiera de los denominados “cambios descentralizados” (“DEX”), que son básicamente mercados que conectan directamente compradores y vendedores para que se pongan de acuerdo en un precio para determinado intercambio de activos.
Uniswap es probablemente el DEX más conocido del mundo, y maneja un volumen diario de entre 250 y 500 millones de dólares en transacciones. La diferencia clave es que los participantes del mercado no tienen que confiar en ningún actor central que sea custodio de los activos (recordemos el escepticismo generalizado al sistema), dado que funciona totalmente peer to peer, es decir, de persona a persona (P2P); los activos se transfieren directamente entre individuos sin necesidad de custodia por parte de un tercero en la transacción.
¿Querés comprar artículos coleccionables?
Todos los que tenemos inclinación hacia el arte hemos fantaseado con ser uno de esos grandes coleccionistas, que llena sus habitaciones con Rembrandts, Monets o, si el lector comparte mi gusto, con algún Goya de su época negra. Por supuesto, esto está fuera del alcance de casi todos, dado que el mercado del arte es uno de los más exclusivos del planeta. Hasta ahora.
OpenSea5 es un mercado de compra y venta online de NFTs, acrónimo de Non-Fungible-Token, o moneda no fungible (actualmente en auge). Estos NFTs son, sencillamente, el nuevo arte digital. Cada pieza es única, y como están insertas en el blockchain, generalmente con el protocolo de Ethereum, su originalidad e historial de transacciones se pueden verificar de manera abierta y transparente. De hecho, todos podemos participar. Por ejemplo, yo creé uno que es simplemente una foto de la calle tomada en la noche con mi celular.6
En efecto, las DeFi bajan las barreras de entrada y generan más opciones, tanto para artistas como para coleccionistas. Los artistas pueden establecer, por ejemplo, una regalía para cobrar, automáticamente y sin intermediarios, un porcentaje determinado todas las veces que se venda su obra. Esto genera nuevos y potentes incentivos para convertirte en un artista del nuevo mundo digital.
¿Querés simplemente cobrar de mejor manera?
Si el lector es parte del sistema laboral tradicional, entonces probablemente sin saberlo le está haciendo un préstamo a su empleador. Y lo peor, ¡sin intereses! Esto es así en tanto el empleado recibe su compensación, una vez terminado su período de trabajo, en los primeros días hábiles del período siguiente. Por lo tanto, al no cobrar su sueldo en tiempo real, le está haciendo un “préstamo” por su compensación. Aplicaciones del ecosistema DeFi, como Sablier7 por ejemplo, solucionan este problema habilitando por primera vez “corrientes” de pagos en tiempo real, que el empleado puede a su vez retirar y utilizar en tiempo real. Esto cambia totalmente su economía, pudiendo disponer de los frutos de su trabajo inmediatamente; se permiten hasta pagos por segundo.
Esta aplicación posibilita al empleador establecer una corriente de pagos con un empleado, eligiendo en qué moneda ejecutarla y por cuánto tiempo mantenerla abierta. Esto reduce significativamente la necesidad de los “préstamos de fin de mes” o “préstamos express”, a los que tienen que recurrir muchas familias, pagando altas tasas de interés. También implica un aumento de la transparencia y de la seguridad del empleado, pudiendo verificar que está siendo compensado, en lugar de confiar en que será compensado.
¿Y... el Estado?
No podíamos cerrar este artículo sin comentar el rol del Estado en general, y de la regulación en particular, respecto al tema de las DeFi, abordando cómo las finanzas descentralizadas ponen en jaque a la regulación financiera tradicional.
El primer problema, dado el carácter global y completamente digital de las DeFi, es establecer una jurisdicción para aplicar sus leyes a cada proyecto que, a su vez, y para agregarle complejidad, generalmente no son entidades constituidas como personas jurídicas (sino simplemente grupos de individuos colaborando digitalmente).
También se generan otros problemas relacionados a qué entidad regular, pudiendo enfocarse en la entidad que provee el producto o servicio (enfoque tradicional), enfocarse en el cliente que lo consume, o enfocarse en el mercado en el que el producto o servicio se comercializa. Sin embargo, estos enfoques no son completamente útiles en un ecosistema global, donde muchas entidades forman parte de la provisión de un solo servicio, los clientes son a su vez creadores, y cada nodo de la red está esparcido en jurisdicciones diferentes alrededor del mundo.
Lectores abogados, no teman, porque a pesar de que la incertidumbre respecto a cómo regular las DeFi reine hasta en círculos de expertos, la misma herramienta, si se la mira bien, da el brazo a torcer en un gesto casi magnánimo y ofrece probablemente la manera más eficiente de diseñar regulación financiera de la historia de la humanidad. Afilen sus lapiceras.
La clave está en uno de los elementos que mencionamos anteriormente: los contratos inteligentes. Como dijimos, estos contratos ejecutan automáticamente condiciones preestablecidas, por lo que las autoridades podrían directamente diseñar regulación basada en tecnología y que esa regulación forme parte inherente del sistema de las DeFi. Esto es lo que algunos autores denominan “regulación embebida”8, como un paso superador de las propuestas anteriores de “supervisión embebida”9, por la que las autoridades, en un esfuerzo por mantener la integridad de los mercados y la estabilidad de este nuevo sistema financiero, podrían incluir determinadas condiciones o restricciones como una parte inherente del sistema mediante contratos inteligentes, siendo participantes activos y funcionando como un nodo más en la red del sistema que deben supervisar.
Bajando la idea a tierra, un organismo como un Banco Central podría, tomando un enfoque activo y participando de los diferentes protocolos de DeFi, establecer qué determinada conducta o acción (por ejemplo, recibir más de 10.000 dólares en valor mediante la red desde un destinatario con menos de tres meses de actividad y localizado en determinado país) sea directamente irrealizable o realizable con determinados permisos. Esto abre la puerta, por primera vez en la historia, a una regulación automática, con efectividad total y sin necesidad de supervisión continua, ya que la única manera de no cumplir con la regulación sería no participar del sistema en su conjunto.
Pensamientos finales
En este artículo intentamos entender y bajar a tierra el concepto de las DeFi, saber sobre qué se sustentan (tecnológica y políticamente), entender sus potenciales implicancias para nuestras vidas mediante ejemplos de proyectos que se encuentran en funcionamiento y desarrollar una idea sobre los desafíos y oportunidades que se presentan para los organismos reguladores y para el sistema en su conjunto.
Creo, en mi humilde opinión, que todos (particulares y agentes estatales) deberíamos adoptar una postura cauta pero activa. Cauta en el sentido de que la “destrucción” de los intermediarios en las DeFi es tal que obliga a cada uno a ser aún más responsable de su propia gestión financiera. En las DeFi no hay nadie a quien puedas llamar si le erraste en un número de la cuenta a la que estabas transfiriendo, o si no entendés determinado producto financiero, o si alguien te promete cosas que luego no cumple. Esta es la conquista hacia el oeste del mundo digital. Por otro lado, vistos los beneficios que puede tener, parece recomendable aventurarse y empezar a entender el funcionamiento del sistema. Los beneficios pueden ser importantes.
La misma disyuntiva aplica a los agentes estatales, pero en otro sentido. Considero que debe haber cautela para que la regulación no sea fruto del miedo o del desconocimiento, dado que es una tecnología nueva, compleja y en ciertos sentidos potencialmente peligrosa. No exagero si digo que creo que gran parte del futuro de las finanzas dependerá de esta interacción.
A la memoria de Julio Cortázar y Carol Dunlop, que entendieron mejor que nadie que en el terreno desconocido hay que aventurarse acompañado, divirtiéndose y con las reglas claras.
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Uno de los conjuntos de leyes recuperados más antiguos de la historia, proveniente de Mesopotamia. ↩
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En algunos papers se ha denominado este fenómeno como “La ley de Moore para la banda ancha”; “Is there a Moore's law for bandwidth?” (1999). ↩
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Goordon Moore, fundador de Intel, originalmente predijo que el número de transistores en los circuitos integrados se duplica cada dos años, mientras su costo se reduce a la mitad. ↩
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https://opensea.io/assets/0xd07dc4262bcdbf85190c01c996b4c06a461d2430/180637/ ↩
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Dirk A. Zetsche, Douglas W. Arner, Ross P. Buckley, Decentralized Finance (2020). ↩
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Auer, Raphael, Embedded Supervision: How to Build Regulation into Blockchain Finance (2019). ↩