Uruguay y el resto de los países del mundo —con distintos grados de intensidad— aplicaron con motivo del shock económico que significó la pandemia una política monetaria expansiva que consiste en bajar las tasas de interés en busca de que haya liquidez (dinero circulante) como forma de enfrentar la crisis. Según la teoría económica, ese escenario de tasas bajas puede ser contraproducente para el control de la inflación, y por eso ya varios bancos centrales comenzaron a revertir al menos parcialmente la fase expansiva.

Para ello deben subir la tasa de interés, que vendría a representar el precio del dinero, porque es lo que pagan los bancos por obtener liquidez a un día de plazo. Esa referencia estaba en 4,5% por decisión del Banco Central del Uruguay (BCU), y este miércoles el Comité de Política Monetaria (Copom) —integrado como asesores por las jerarquías del BCU y como decisores por los tres directores— recomendó a la autoridad monetaria elevarlo a 5%, lo que fue ratificado.

La lógica detrás de la medida es que empieza a reactivarse la actividad y por ende, entre las dos prioridades de la política monetaria –asegurar liquidez y controlar la inflación– se pretende dar más atención a lo segundo. Esto significa que parcialmente Uruguay comienza a dejar atrás la fase expansiva de la política monetaria.

¿Cuáles son los motivos? Tras la reunión del Copom, el BCU informó el análisis realizado: “El escenario internacional continúa mejorando sus perspectivas de crecimiento, especialmente en las economías avanzadas y a un ritmo más moderado a nivel regional”, mientras que “a nivel local, la situación sanitaria ha mejorado de manera sustancial y junto con ello la actividad económica ha comenzado a mostrar signos de recuperación, donde los indicadores de avance exhiben fortalezas en varios sectores. Adicionalmente, durante el mes de junio se observa una reducción del desempleo”.

Todas estas señales llevan a que “el Comité entienda necesario que la política monetaria comience a dejar su fase más expansiva para recorrer una senda gradual de adecuación de la tasa de interés y, por tanto, incrementar la tasa de política monetaria a 5%”. El directorio del BCU convalidó esto, “entendiendo además que los cambios futuros de la política monetaria dependerán de la reacción de las expectativas de inflación y del desarrollo de la situación sanitaria y económica”, se aclaró en el comunicado.

El último dato de inflación a 12 meses mostró un aumento de precios de 7,3%, es decir, por encima del rango meta del BCU, de entre 3% y 7%. El cambio en la política monetaria busca hacer converger la inflación al objetivo y además cumplir el plan de bajar el rango meta a entre 3% y 6% a mitad del año próximo. El gobierno aspira a culminar el período con una inflación de 3,7%, según estableció en la Ley de Presupuesto.

El manejo de la política monetaria en base a tasas de interés es reciente, ya que el BCU el año pasado adoptó este sistema. Anteriormente y por casi una década, se utilizaron los agregados monetarios como herramienta de control del dinero circulante.