El petróleo alcanzó su máximo en siete años
El precio del petróleo alcanzó el martes pasado el nivel más alto desde octubre de 2014, ante la perspectiva de que la oferta –todavía restringida– no sea suficiente para ponerse a tiro con la demanda en un contexto de mayores tensiones geopolíticas. El Brent, la referencia internacional, subió 1,9% y se ubicó por encima de los 88 dólares el barril. Lo mismo sucedió con el índice de referencia petrolero estadounidense West Texas Intermediate, que el martes se situó cerca de 86 dólares el barril. Desde el comienzo del año la suba para estas dos referencias asciende a más de 10% y algunos analistas estiman que estos puntos de referencia podrían negociarse por encima de los 100 dólares el barril si la oferta no acompaña la evolución de la demanda y persisten las tensiones.
Por ejemplo, Goldman Sachs anticipa que los inventarios de petróleo en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) alcancen su nivel más bajo desde 2000, elevando los precios del Brent hasta 96 dólares en 2022 y 105 en 2023.1 De materializarse estas subas adicionales, la inflación global podría tener un nuevo empuje y complicar todavía más la gestión monetaria de los principales bancos centrales en este año de transición, y por esa vía, la recuperación de las economías emergentes.
China creció 8,1% en 2021: ¿qué esperar hacia adelante?
Durante el cuarto trimestre del año el producto interno bruto de China exhibió el menor dinamismo de los últimos 18 meses, con una expansión interanual de 4%. Si bien el crecimiento fue menor al observado un año atrás (6,5%), superó las expectativas de los analistas. Si se compara con el trimestre inmediatamente anterior, la expansión del Producto entre octubre y diciembre ascendió a 1,6%, más del doble de lo que había crecido entre el tercero y el segundo trimestre. Con este dato, la economía china cierra 2021 con un rebote anual de 8,1%, por encima del objetivo oficial que apuntaba a una expansión superior a 6%. Cabe recordar que China no retrocedió durante 2020, por lo que la base de comparación no era tan baja como la de otros países (creció 2,3%, que es poco para sus parámetros, pero es crecimiento al fin).
También es importante destacar, por su implicancia sobre las perspectivas, que el desempeño económico no fue parejo durante todo el año. Por el contrario, tuvo el mayor empuje durante la primera mitad y luego se moderó en un contexto signado por los problemas del sector inmobiliario, la crisis energética y las fuertes restricciones orientadas a frenar el avance de la variante ómicron en el marco de una política estricta de cero covid.
Respecto a lo primero, corresponde destacar que el sector inmobiliario representa más de 20% del PIB y viene enfrentando dificultades desde hace un tiempo. El caso más paradigmático fue el de la empresa Evergrande, cuyos crecientes problemas amenazaron con desestabilizar la recuperación de China –y por esa vía la recuperación mundial– y también al sistema financiero internacional. Si bien no terminamos asistiendo a un colapso al estilo de Lehman Brothers, que representó el mojón cero de la crisis financiera de 2008, sí supuso un lastre para el dinamismo de la actividad y derivó en una contracción de la inversión en un sector clave.
Como forma de mitigar la desaceleración reciente, y a contrapelo del mundo, el Banco Popular de China relajó su política monetaria con un recorte de la tasa de interés para los préstamos corporativos, de forma de favorecer el consumo y la inversión con un efecto cascada sobre el resto de las tasas. En este marco, las proyecciones del Banco Mundial divulgadas semanas atrás apuntan a un crecimiento del PIB de 5,1% en 2022 y de 5,3% en 2023. Como los factores que erosionaron el desempeño reciente pueden continuar operando en el corto plazo, los riesgos a la baja sobre esas estimaciones no son menores.
Empujando el horizonte de análisis un poco más en el tiempo, y pensando en las perspectivas de mediano plazo, los desafíos que enfrenta China tampoco son menores. Por ejemplo, como fue analizado meses atrás, el país tiene un flanco abierto en materia demográfica, dado que la tasa de natalidad viene en bajada y se expande la longevidad.
Pocos experimentos sociales pueden equipararse con la “política de un solo hijo” que estuvo vigente en China entre 1979 y 2016. Su impacto, sumado al de otros procesos asociados al desarrollo, llevó el promedio de hijos por debajo de la media mundial (1,3 hijos en China versus 2,4 a nivel global). Pese a que ese límite aumentó, y seguirá aumentando, otros factores, como las preferencias familiares, podrían limitar su efectividad. En paralelo, y en línea con su tránsito por el desarrollo, la esperanza de vida también se incrementó durante las últimas cuatro décadas (hasta los 77 años), recortando la distancia con los países ricos (79 años en OCDE).
A su vez, el gigante asiático enfrenta el desafío de consolidar el viraje de su modelo de crecimiento y desarrollo desde la cantidad hacia la calidad. La intención de alterar la morfología del crecimiento en favor del consumo –y todo lo que ello conlleva– viene orientando el accionar de las autoridades desde hace varios años, pero todavía está lejos de completarse. Por ejemplo, el peso del consumo en el PIB (40% aproximadamente) sigue siendo comparativamente bajo en relación con países más desarrollados (en Estados Unidos ronda el 70%). Además, pese a la fuerte mejora del ingreso, China sigue siendo un país relativamente pobre: su ingreso medio es la tercera parte del ingreso medio estadounidense.
Como señaló el economista indio Eswar Prasad esta semana: “El gobierno de China parece dispuesto a tolerar un menor crecimiento a corto plazo en aras de asegurar la prosperidad a largo plazo. Este enfoque tiene buenas intenciones, pero las políticas específicas adoptadas corren el riesgo de crear más incertidumbre y volatilidad, lo que a su vez erosiona el apoyo público a las reformas necesarias para impulsar la productividad y el crecimiento a largo plazo”.2
Por último, hay quienes advierten sobre los riesgos asociados al viraje autoritario por parte de Xi Jinping, que actualmente busca su tercer mandato consecutivo. Los límites del mandato fueron establecidos por Deng Xiaoping hace más de 40 años, y buscaron promover un “liderazgo colectivo” para control y balance. Para muchos, las reformas políticas que introdujo a fines de los 70 fueron tan importantes como sus reformas económicas para el despegue del país.
De alguna manera, muchos de estos desafíos pueden sintetizarse a partir de la genética misma del sistema chino, un sistema de “capitalismo político” con contradicciones inherentes que lo hacen inestable. En efecto, el éxito del país durante las próximas décadas dependerá de su capacidad para continuar administrando las tensiones intrínsecas al tipo de capitalismo que hizo posible el “milagro” chino de los últimos 40 años.
Para profundizar sobre estos aspectos más estructurales recomendamos las siguientes notas, que fueron publicadas meses atrás en el suplemento: “China y su Partido Comunista: ¿por los siglos de los siglos?” (sobre los desafíos a mediano plazo) y “Un cuento serbio: China y el futuro del capitalismo” (sobre el capitalismo político de China).3
¿Cuáles son los principales riesgos para 2022?
Según el relevamiento realizado por el Bank of America entre los administradores de fondos globales, el proceso de normalización monetaria, que podría ser más intenso de lo previsto, representa el mayor riesgo de cara a los próximos meses (44% de los 329 encuestados). En segundo y tercer lugar aparecen, con una distancia considerable, la inflación (21%) y las burbujas de activos (9%). Más atrás emergen los temores sobre el dinamismo global (7%), el resurgimiento de la covid-19 (6%), los problemas crediticios en China (4%) y la disputa hegemónica entre China y Estados Unidos con sus derivadas geopolíticas (3%).4
La inflación en el Reino Unido alcanzó su mayor nivel en casi 30 años
En línea con lo que ha venido sucediendo en la mayoría de los países, la inflación en el Reino Unido se aceleró en 2021 y cerró el año en torno a 5,4%, el nivel más alto desde 1992. Al igual que sucede en Estados Unidos, el incremento de los precios profundiza la presión sobre el Banco Central de Inglaterra para acelerar el aumento de la tasa de interés y desandar el camino fuertemente expansivo de la política monetaria (un proceso que ya comenzó a recorrer en diciembre).
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“Oil prices hit highest level since 2014 over supply concerns”, Financial Times. ↩
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“China needs a new growth model, but that requires serious reform”, Financial Times. ↩
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“China y su Partido Comunista: ¿por los siglos de los siglos?”, la diaria. “Un cuento serbio: China y el futuro del capitalismo”, la diaria. ↩
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“Hawkish Central Banks Lead Investors’ Biggest Fears List”, Bloomberg. ↩