La sabiduría popular tiene la virtud de condensar en pocas palabras situaciones complejas, cuyo análisis minucioso bien podría llevar centenares de páginas. Otra cualidad con la que cuenta es la de proporcionar un efecto tranquilizador, al encontrar patrones que confirman nuestras creencias, que, sumados a la atemporalidad de ciertos dichos, nos dan la pauta de que el mundo es y sigue siendo como creemos que es.
No obstante ello, ocurre en ocasiones que las cosas no son como imaginábamos y que la realidad nos invita a reflexionar sobre el fenómeno en cuestión. El “dicho popular” que viene a colación es la frase atribuida a Raúl Sendic sobre la alta probabilidad con la que contaba el Frente Amplio de ganar las elecciones departamentales en Montevideo, incluso postulando una heladera.
Palabras más, palabras menos, la frase sintetiza la idea de que es el partido político en funciones (el partido incumbente, como se dice en Ciencias Sociales) el principal atractor de sufragios en las elecciones departamentales, en desmedro del candidato propuesto.
Justamente, en mi tesis de maestría en Economía estudio la relación entre candidatos, partidos políticos y ciudadanía en la determinación de las probabilidades de reelección de individuos y partidos en las elecciones departamentales del período 1971-2020. En otras palabras, mi trabajo permite contrastar esta frase que se ha popularizado tanto y arrojar luz sobre el rol del partido y del candidato cuando ambos van por la reelección para una intendencia.
Antecedentes
La atención de parte de la academia al tema de la incumbencia política puede ser rastreada hasta el trabajo de Erikson, RS (1971), que examina la ventaja de los representantes (“diputados”) norteamericanos en funciones cuando van por la reelección. El interés inicial radicaba en comprender por qué ciertos nombres tendían a repetirse. Este enfoque traduce la preocupación de la academia respecto a un sistema político que simplemente buscaba perpetuarse. En definitiva, lo que está de fondo es la eterna discusión de la permanencia versus el cambio. El puntapié de Erikson fue seguido por muchos otros trabajos en países desarrollados que también dieron cuenta de efectos del incumbente positivos.
Estos resultados llevaron el interés al estudio de las diferencias entre incumbentes y desafiantes y, en particular, en las ventajas con las que cuentan los primeros sobre los segundos. Someramente, la literatura en los países desarrollados señala cinco.
Primero, mientras el desafiante debe darse a conocer y pelear por atención, el incumbente es más conocido y recibe la cobertura mediática asociada a su función. Segundo, el incumbente realizó obras o gestiones durante su período. En la medida en que su gestión haya sido “limpia” y haya respondido a demandas genuinas del electorado (constituency service), probablemente cuente con ventajas sobre un desafiante sobre el que nada se sabe. Alternativamente, el incumbente puede haber utilizado fondos públicos en obras o gestión innecesaria o corrupta, con el objetivo explícito de intentar “comprar” votantes (pork barrel). Por último, el incumbente puede arrogarse a sí mismo obras o gestiones ajenas, por ejemplo, provenientes del gobierno nacional (credit claiming). Finalmente, existen estudios que dan cuenta de que los incumbentes reciben sustancialmente mayores donaciones que los candidatos desafiantes para financiar sus campañas.
Las primeras tres décadas de trabajos empíricos sobre el efecto del incumbente arrojaron luz y complejizaron el fenómeno, pero, en general, no proporcionaron estimaciones creíbles de su magnitud debido a problemas metodológicos (Gelman, A & King, G, 1990). A modo intuitivo, los trabajos no solucionaban problemas típicos derivados de no contemplar la calidad de los candidatos y/o su gestión y de no considerar que postularse a la reelección es una decisión. Supongamos que de los actuales diecinueve intendentes diez están convencidos de que perderán las elecciones departamentales si se postulan por la reelección (por lo que deciden no postularse, lo que se conoce por retiro estratégico) y nueve gozan de alta popularidad y grandes chances de revancha (por lo que sí se postulan). En este caso, metodologías simples como las aplicadas en las primeras décadas sobreestimarán la ventaja del incumbente, dado que verán una tasa de reelección “inflada” por no considerar a los diez candidatos que hubieran perdido la reelección de haberse postulado.
La revolución en el estudio de la incumbencia vino de la mano de la revolución de la credibilidad,1 con la aplicación de las metodologías del diseño de regresión discontinua al estudio de los resultados electorales (Lee, D, 2008).
Este trabajo se destaca por dos motivos. En primer lugar, utiliza datos a nivel de partido político y estima, por tanto, la ventaja del partido incumbente, a diferencia de los trabajos anteriores enfocados en la incumbencia de candidato. En segundo lugar, destaca por explotar los casos de “elecciones reñidas” (close elections) como forma de superar problemas metodológicos anteriores. Intuitivamente, si un candidato gana las elecciones departamentales con 51% de los votos y otro las pierde con 49%, podría pensarse que los roles de incumbente y desafiante fueron asignados por un margen escaso, casi que de casualidad, y que ambos candidatos probablemente no sean de “calidades” tan distintas. En términos más técnicos, en la proximidad del punto de victoria electoral puede decirse que las “calidades” de los candidatos son homogéneas y que la única diferencia que tienen es el hecho fortuito de que uno ganó y otro perdió una elección.
Por otro lado, la nueva literatura basada en esta técnica amplió el estudio de la incumbencia a un número más amplio de países, incluyendo países en desarrollo. La evidencia recabada en países en desarrollo da cuenta de efectos del incumbente negativos para un conjunto heterogéneo de países que puede atribuirse a diversos fenómenos: bajos niveles de desarrollo económico (India, Uppal, 2009), corrupción (Rumania, Klasnja, 2015), acceso diferencial a la información (Zambia, Macdonald, 2014), reglas del sistema electoral (Japón, Ariaga, 2015; Ariaga et al., 2016; India, Lee, 2016) contexto institucional de partidos políticos débiles y baja capacidad de control (Brasil, Titiunik & Klasnja, 2017).
Entonces, ¿qué pasa con Uruguay? ¿En qué grupo se encontrará? Por un lado, nuestro país cuenta con una economía comparativamente poco dinámica a nivel internacional que lo predispone a agruparse con los países en vías de desarrollo. Sin embargo, su fuerte y longevo sistema político-institucional lo hace comparable a países más desarrollados.
El caso uruguayo -o a los bifes-
El único antecedente para nuestro país es el trabajo de Cardarello (2011), que estudia la incumbencia a nivel subnacional en Argentina, Brasil y Uruguay. Esta investigación es una contribución sustantiva al desierto que era el estudio del tema en el país, y reporta una tasa de victoria en la reelección de los intendentes uruguayos que va del 30% al 70% para el período 1984-2005. Sin embargo, su metodología no permite distinguir la incumbencia de partido de la de candidato, ni cotejar de forma causal las probabilidades de reelección del candidato incumbente con desafiantes comparables, por lo que sus hallazgos cuantitativos son principalmente descriptivos.
En mi trabajo considero las elecciones departamentales del periodo 1971 a 202023 y aplico una metodología recientemente desarrollada (Lopes da Fonseca, 2015) denominada “diferencias en discontinuidades”. Esta permite explotar los casos de elecciones reñidas y la limitación constitucional de que los intendentes no puedan gobernar más de dos períodos consecutivos para estimar de forma independiente la incumbencia individual y partidaria. En otras palabras, se puede estimar la ventaja electoral con la que cuenta un intendente en funciones sobre los candidatos desafiantes al ir por la reelección, “descontando” el efecto arrastre de su partido. Y, viceversa, es posible estimar la ventaja electoral del partido en funciones por sobre los partidos desafiantes, descontando el efecto arrastre del candidato concreto.4
La limitación constitucional da lugar a elecciones “abiertas legales”, donde la decisión de no postulación es ajena (exógena) al candidato y, por ende, están controlados varios problemas metodológicos, como, por ejemplo, el de retiro estratégico.
Los resultados muestran una incumbencia de candidato de 73%: el candidato incumbente tendría un 73% más probabilidad de ganar la siguiente elección departamental en relación a un candidato desafiante en el entorno del punto de corte de ganar o perder una elección. Además, los resultados sugieren que la incumbencia de partido político sería negativa, aunque estadísticamente las estimaciones no pueden distinguirse significativamente de 0. Los resultados se mantienen al excluir algunas elecciones (considerar separadamente Montevideo e interior) e introducir controles por partido y departamento.5
En conclusión, se encuentra un efecto del incumbente individual positivo, significativo y superior a lo que sugería el único antecedente disponible que agrupa a Uruguay junto a los países desarrollados. El efecto partidario es negativo y no distinguible de 0, en línea con la revisión de antecedentes.
La combinación de estos dos resultados nos permitiría sostener, grosso modo, que, al momento de definir su voto, el electorado se concentra más en el candidato que en el partido político que representa. A su vez, también implica que cuando se configura una “elección abierta”, el nuevo candidato del partido incumbente no es capaz de capitalizar plenamente el apoyo de su predecesor. Candidato 1, heladera 0. En consecuencia, el partido político en funciones depende del candidato incumbente para ganar las siguientes elecciones. Finalmente, esta dependencia electoral podría incidir en una débil capacidad coercitiva (respecto de objetivos, formas de proceder o llevar adelante una gestión) de parte de los partidos políticos sobre los candidatos incumbentes, complejizando la relación entre electorado, partidos políticos y candidatos.
Bueno, y... ¿por qué?
Si uno se pregunta los motivos por los cuales un candidato incumbente puede tener ventajas sobre el desafiante, una posible respuesta puede surgir del análisis de los recursos económicos con los que cuentan para financiar sus campañas electorales. Recordemos que a raíz de la aprobación de la Ley 18.485, del año 2009, se establece la obligatoriedad de partidos políticos y candidatos de remitir rendiciones de cuentas que deben satisfacer ciertas limitaciones a las donaciones. También se fijan los montos de las contribuciones por voto válido (13 unidades indexadas por sufragio al valor de la fecha de la elección en el caso de candidatos a intendentes), que antes se establecían en leyes específicas que eran sancionadas previo a cada período electoral.
Con el total de rendiciones disponibles (2010, 2015 y 2020), se encuentra que el hecho de ser incumbente es significativo para explicar el nivel de ingresos que obtiene un candidato para financiar su campaña. Sin embargo, si se restringe la muestra a los candidatos “comparables”, las observaciones disminuyen y se pierde la significatividad asociada al hecho de ser incumbente para explicar el monto de ingresos. Este resultado no es concluyente, pero sustenta la intuición de que, a medida que se cuente con nuevas elecciones y nuevas rendiciones, se podría establecer claramente que los incumbentes cuentan con ingresos significativamente superiores en relación a los desafiantes comparables.
Respecto a la incumbencia nula de partido político, se utiliza un razonamiento similar al formulado por Klasnja, M & Titiunik, R (2017), que se presenta a continuación. Dado que los intendentes que enfrentan un segundo período de gobierno se encuentran imposibilitados de comparecer a un tercero (vistas las limitaciones constitucionales que impiden el accountability), podrían incurrir en prácticas cuestionables que traerían aparejado un costo político a sus partidos en las siguientes elecciones. Para testear esta hipótesis, se indagó si los resultados fiscales y la cantidad y calidad de los funcionarios públicos son significativamente diferentes en el primer y segundo período en el que gobierna un intendente utilizando la base de datos departamental OTU (Observatorio Territorio Uruguay) de la OPP [Oficina de Planeamiento y Presupuesto]. El resultado no es concluyente y amerita contemplar otras variables todavía no disponibles, como las “calidades” de los candidatos, como mecanismos explicativos del efecto encontrado.
En resumen, a nivel departamental es necesaria mayor investigación que apunte a las razones por las cuales los partidos políticos no logran acumular apoyos en base a las gestiones y no a los candidatos. A nivel nacional, resta todavía para lograr una sensata cuantificación de las probabilidades de reelección de los parlamentarios. Todo ello promete el desarrollo de una agenda que indague sobre la relación entre partidos políticos, ciudadanía y candidatos.
Referencias:
Cardarello, A. (2011). La búsqueda de saberse inmortal. La reelección inmediata de los ejecutivos subnacionales. CSIC-Udelar.
Erikson, RS. (1971). “The Advantage of Incumbency in Congressional Elections”, Polity, vol. 3, n.° 3, pp. 395-405.
Gelman, A & King, G. (1990). “Estimating Incumbency Advantage without Bias”, American Journal of Political Science, 34(4), 1142-1164.
Klasnja, M & Titiunik, R. (2017). “The incumbency curse: Weak parties, term limits, and unfulfilled accountability”. American Political Science Review, 111(1): 129-148.
Lee, D. (2008). “Randomized Experiments from Non-Random Selection in the U.S. House Elections”. Journal of Econometrics, 142, pp. 675-697.
Lopes da Fonseca, M. (2015). “Identifying the source of incumbency advantage through an electoral reform”. Center for European, Governance and Economic Development Research (CEGE).
Boreluy: Datos electorales de Uruguay 1910-2020. Paquete R versión 0.1.1 (2020). Autores: Schmidt, N, Cardarello, A y Lujan, D. nicolas-schmidt.github.io/Boreluy/
Este trabajo obtuvo el tercer puesto en el premio Tesis de Maestría 2022, dedicado a la memoria de Daniel Vaz. El premio Daniel Vaz a la Tesis de Maestría de la Sociedad de Economistas del Uruguay (SEU) “es propuesto con el fin de impulsar la investigación y apoyar el trabajo y/o formación de personas que destaquen en esta carrera, confiando que esto contribuye en generar y potenciar vínculos con otros investigadores”.
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Al respecto ver: “22/10/2021: Premio Nobel de Economía 2021: ¿Cómo hacer creíble el estudio empírico de relaciones causales con datos no experimentales?”, en (fcea.udelar.edu.uy) y “Un Premio Nobel para una revolución en la economía”. la diaria. ↩
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Tomados de la base de datos Boreluy (Schmidt, Cardarello y Luján, 2020). ↩
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Las elecciones de 1971 fueron las primeras en las que participó el novel Frente Amplio, que muestra desde un comienzo una performance importante a nivel nacional y departamental. En segundo lugar, son las primeras elecciones luego de la Reforma Constitucional de 1967, que implicó el cambio de gobiernos colegiados a unipersonales a nivel nacional y departamental. A su vez, se tomaron datos solamente del Partido Colorado, Partido Nacional y Frente Amplio, por considerar que tenían posibilidades reales de acceder a gobiernos departamentales. ↩
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Nótese que, si la incumbencia partidaria es positiva y elevada, esto implica que el partido del intendente en funciones tiene gran ventaja electoral sobre los desafiantes, independientemente del candidato concreto que postule; es decir, la incumbencia partidaria estima la magnitud del “efecto heladera”. ↩
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Los resultados son, además, robustos a la flexibilización de la definición de elección abierta y la modificación de anchos de banda de las estimaciones. No se encuentran resultados significativos al realizar estimaciones placebo. Además, la estimación de incumbencias individuales y de partido solamente con diseño de regresión discontinua arroja resultados consistentes con lo encontrado con diferencias en discontinuidades. ↩